13 enero 2020

Llegar primero a la meta

Dicen las personas que han participado en algún tipo de “reality show” que todo se magnifica, que el tiempo se paraliza dentro de la casa o en la isla en la que se encuentren. Las personas que se encuentran cumpliendo condena muchas veces nos dicen lo mismo, o, sin que nos lo digan, nos llevamos la sensación de que a nosotros se nos pasa el tiempo mucho más rápido que a ellos, y que lo que se resuelve en dos semanas –que a nosotros nos parece rapidísimo-, a ellos les parece un mes, y lo que se resuelve en un mes, directamente parece que se pasa toda una vida.

A veces ese sentimiento de lentitud de paso del tiempo se une, como un cúmulo de mala suerte inevitable, a coincidencias que queremos pensar no sean malintencionadas en el trabajo realizado por las administraciones. Me refiero a cancelaciones de sanciones posteriores a Juntas de Tratamiento, u otro tipo de decisiones que, de haber llegado un poco antes, quizá habrían servido para apoyar un recurso de queja o apelación, o directamente para la concesión de un permiso ordinario, el asunto estrella en nuestro trabajo en los Servicios de Orientación y Asesoría Jurídica Penitenciarios.

Y es que es muy normal que un día de prestación de Servicio de Orientación posterior a una Junta de Tratamiento te lleves unos cuantos permisos denegados; y es frecuente que en la tramitación de esos expedientes penitenciarios nos encontremos con trabas que serían perfectamente solventadas de contar con más medios, reivindicación que todos hemos oído y seguiremos oyendo en éste y otros ámbitos que tengan que ver con la Justicia. En prisiones es desesperante, directamente. Muchos internos vienen ya desmotivados, enfadados, hundidos, en definitiva eso: desesperados. Y la verdad, muchas veces no es para menos: recibir el informe del Centro Penitenciario para formalizar un recurso de apelación y ver que los informes de educador, psicólogo y trabajador social son de fecha posterior, a veces muy posterior, a la de la Junta de Tratamiento, comprobando en ocasiones que lo que nos han dicho en locutorios es verdad, que todo es favorable, que se aconseja el disfrute del permiso, que hay aval, que trabaja, o que participa en las actividades, que no hay partes… en fin, qué os voy a contar, toda la retahíla a la que estamos más que acostumbrados en los recursos de queja y apelación por la denegación de un permiso ordinario.

Por eso a veces, al menos a mí, me nace una especie de sentimiento parecido al que tenía cuando veía los dibujos de los autos locos, o de Tom y Jerry, o del correcaminos, en los que personajes con cierta picaresca no conseguían nunca sus objetivos por mucho que los trabajasen… Yo pensaba: “pero por qué nunca les sale, solo por la mala suerte de que les ha tocado ser ese personaje…”. En casi todos los permisos denegados que recurrimos aportamos papel suficiente como para decorar una habitación (o un chabolo, como dicen ellos), y casi todo versa, junto con los informes que he mencionado antes, sobre actividades, cursos, hojas meritorias, trabajos y valoraciones de todo ello; vamos, que en general están haciendo su parte correspondiente a la hora de justificar una reeducación y futura reinserción, pero de verdad que a veces se resignan y nos dicen “bah, con la suerte que tengo, no me lo van a dar”; y me gustaría que, como canta el Kanka, alguna vez se pueda brindar preventivamente porque “hoy Pier nodoyuna ha llegado primero a la meta”

Beatriz González Mena

Abogada y miembro del Servicio de Orientación y Asesoramiento Jurídico Penitenciario de Burgos

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