27 septiembre 2022

La sostenibilidad como oportunidad estratégica para ganar la confianza

Cristina Ruiz Por Cristina Ruiz

Comenzamos a ser conscientes de que nos encontramos inmersos en un momento en el que se está adoptando una nueva filosofía en la manera en la que la sociedad se entiende y en la manera de entender los negocios bajo una perspectiva en la que las cuestiones medioambientales, sociales y de buenas prácticas corporativas están tomando la relevancia que merecen.

Los catalizadores que están impulsado esta nueva filosofía son:

  • Primer catalizador. Un amplio desarrollo normativo, presión que está permitiendo dar el paso de iniciativas voluntarias y buenas prácticas a una legislación vinculante, a una fiscalidad que aventaja y desventaja “por ser insostenibles”, y a un cambio drástico en los modelos de los negocios, también de los negocios profesionales, como el de la Abogacía. –Por ejemplo, no nos podría contratar un cliente-empresa al que la ley le exige o sus clientes a su vez le exigen que solo contrate con empresas o servicios sostenibles-.
  • Segundo catalizador. El establecimiento de una nueva relación entre la sostenibilidad y el rendimiento económico, de tal manera que invertir en la sociedad o en el planeta no significa comprometer los resultados económicos o la realización exclusiva de acciones filantrópicas, sino que se busca una relación de valor compartido. Esto es, realizar impactos sociales o medioambientales obteniendo rentabilidad para el despacho a un tiempo. Lo que nos está llevando también a los profesionales a tomar consciencia de los riesgos asociados a la “insostenibiliad” cuando solo buscamos beneficios económicos, sin realizar un aporte social o medioambiental a cambio. –Por ejemplo, que se nos prive de un impulso financiero por parte de un banco por no ser un despacho sostenible, o de un seguro que no podamos contratar-
  • Tercer catalizador. Los clientes y consumidores que están exigiendo nuevas formas de crear valor, y también exigiendo evidencias de un nuevo “comportamiento sostenible” con foco en las personas y el respeto al planeta. Y los consumidores, y también los clientes –nuestros clientes- han establecido un sistema de “recompensas” y “castigos”, para aquellas empresas o profesionales que consideran “insostenibles”. –Por ejemplo, no nos contratan los clientes a los que no ofrecemos una propuesta con valores y propósitos sostenibles. ¿Acaso no lo hacemos nosotros también como consumidores con aquellas empresas que deforestan o que en su cadena de suministro esclavizan niños operarios?-.
  • Cuarto catalizador. Los cambios sociales, toda vez que los riesgos climáticos, los derechos en la empresa o una gestión transparente se han adentrado en la conciencia social más allá de una cuestión de sensibilización, tendiendo a una nueva economía para prevenir, reducir, controlar, remediar y contribuir. -En este sentido los profesionales de la abogacía tal vez tengamos que acentuar aspectos medioambientales, aunque, precisamente la abogacía tiene mucho en sí, en cuanto a valores intrínsecos a la profesión en cuestiones sociales y en ética profesional-.

Cuatro impulsos, desarrollo normativo, economía de valor compartido, exigencias de clientes y consumidores, y cambios sociales, para una nueva filosofía social y económica “sostenible”, de la que no podemos ni debemos mantenernos al margen.

Pero, ¿Y si nos mantenemos al margen? No es nuevo que cualquiera de nuestros despachos profesionales está expuesto a una crisis por pérdida de la confianza… del cliente, de la sociedad, e incluso por perdida de la confianza en nosotros mismos.

La confianza no es sino un intangible compuesto por una suma de otros tantos intangibles que se materializan en acciones concretas, y que tiene una relación directa y coherente con la actividad profesional, sus valores, y con su estrategia de negocio.

La confianza en un abogado radica en la experiencia, radica en el servicio especializado o integral que ofrezca, radica en el trato al cliente, radica en la relación con otros profesionales y radica en la reputación tanto del propio profesional como de la firma del despacho… configurándose estos atributos: la experiencia, el servicio, el trato, la relación, la reputación… como valores genuinos y propios de cada despacho, valores que nos exigimos a nosotros mismos, y también nos exige el cliente.

También hay otros atributos como son el conocimiento de la gestión del propio negocio lo que representa permanencia y estabilidad; los términos de seguridad y privacidad que suponen garantía; la digitalización en la prestación, o la innovación en los servicios, y que ya no solo exige el cliente, sino el propio sector profesional de la abogacía.

Y también están la gestión del talento, la igualdad y la diversidad, la flexibilidad laboral, la ética profesional en el negocio, el asesoramiento responsable, o la responsabilidad social, que espera y exige la sociedad del profesional de la abogacía.

Pero hay un reclamo más, que proviene de todos y cada uno de los anteriores, esto es, tanto de nosotros mismos, como del cliente, de la relación entre profesionales, del sector de jurídico en general y la Abogacía en particular, y de la sociedad en su conjunto, reclamo que se refiere al posicionamiento que adoptamos ante la problemática actual, y la respuesta que damos ante los desafíos futuros. Es increíble la gran dimensión que adquiere la confianza.

La confianza es la que tenemos en los demás, la que los demás depositan en nosotros, y también la que tenemos en nosotros mismos.

  • ¿Nos hemos planteado, en nuestro caso en particular, cómo se genera esa confianza hacia nosotros, hacia nuestro despacho?
  • ¿Nos hemos planteado si contribuimos, y en su caso cómo contribuimos proactivamente a la generación de la tan necesaria confianza?
  • ¿Cuáles son los valores que promulgamos como propios de nuestro despacho?
  • ¿Qué mensajes, qué propuesta de valor es la que lanzamos para captar y fidelizar clientes?

Y otra pregunta más para la reflexión:

  • ¿Están alineados esos valores y esos mensajes con los atributos de confianza que se están reclamando por los clientes, por la abogacía, y por la sociedad? –“ Desde esta firma apostamos por una sociedad y un mundo mejor para todos”-

Pues bien, se hace evidente que la sostenibilidad en nuestros despachos tiene una estrecha relación con la confianza. La confianza que necesitamos y que generamos como profesionales: extraordinarios técnicos, pero con excelentes habilidades en inteligencia emocional, empatía, comunicación, gestión y la estrategia sostenible de nuestro despacho -el posicionamiento que adoptamos ante la problemática actual, y la respuesta que damos ante los desafíos futuros-. La sostenibilidad, tiene que ver con la autenticidad y la coherencia, con lo que queremos ser, lo que realmente somos, lo que pensamos, lo que decimos, y lo que hacemos.

La sostenibilidad para los despachos profesionales significa la oportunidad de ganar la confianza y marcar una ventaja competitiva, aportando a su vez, valor para el negocio y para la sociedad y el entorno, a un tiempo.

“La sostenibilidad es nuestros valores puestos en acción.”

Cristina M. Ruiz Pérez · Abogada y Consultora
Socia directora “Urbanismo & Construcción · Abogados”
Directora “Sostenibilidad Estratégica · Consultants & Lawyers” 

Comparte: