16 julio 2018

Los abogados deben realizar formación continua obligatoria en tecnología

Jorge MorellPor Jorge Morell
TWITTER @Jorge_Morell

Eso es cuanto menos lo que algunos colegios de abogados en EEUU están comenzando a regular. Y personalmente debo reconocer que estoy bastante de acuerdo con la iniciativa.

Pero comencemos por el principio.

La historia es la siguiente: el Colegio de Abogados de Carolina del Norte, al igual que hizo ya antes el de Florida, aprobará a finales de este año una enmienda para que entre las 12 horas anuales de formación legal continua y obligatoria (CLE en inglés) que los abogados ya colegiados deben realizar, una hora se dedique a la tecnología o práctica tecnológica.

El CLE o formación legal continua es lo que en muchas jurisdicciones de EEUU se requiere obligatoriamente a los abogados ya colegiados para que puedan seguir prestando sus servicios. Normalmente consiste en formación presencial u online por un determinado número de horas al año en materias como cuestiones éticas, la responsabilidad profesional o prevenir la mala praxis, entre otras.

En 2016 el Colegio de Abogados de Florida fue el primero en establecer que de las 33 horas que cada tres años requiere a los abogados como formación legal continua obligatoria, tres horas se dedicaran a la tecnología.

¿Cuál es la motivación tras ese requerimiento? Pues que en la actualidad los abogados necesitan un mínimo conocimiento tecnológico obligatorio para poder prestar servicios legales, ya sea para proteger adecuadamente la información sensible de su cliente, entender el uso de servicios en la nube, comprender las implicaciones y oportunidades de blogs o redes sociales, preservar electrónicamente información de un asunto, usar con eficiencia herramientas para procesar textos, facturar, gestionar expedientes o incluso utilizar software más avanzado.

A nivel nacional, los artículos 3.1 y 4.1 g) del Estatuto General de la Abogacía Española indican que uno de los fines esenciales de los colegios de abogados es la formación profesional permanente de los abogados y la organización de cursos para la formación y perfeccionamiento profesional.

Ciertamente se ofrece por parte de los colegios de abogados, las escuelas de práctica jurídica y otros organismos del sector múltiple formación en esas materias, pero recibirla o no es una cuestión puramente voluntaria del profesional, al que se le recomienda mantenerse al día, pero no se le requiere realizar determinada formación al año para mantener la colegiación.

La cuestión latente aquí es que la tecnología afecta ya por completo a todas las áreas personales y profesionales de la vida. Por tanto, ya no es que sea recomendable saber de sus implicaciones y usos, sino que resulta una necesidad. Una necesidad que muchos abogados no tienen presente y que no están trabajando, ya sea la razón que el día a día les come, que no tienen interés, que no disponen de los recursos para acceder a ella o, ya en el colmo de los colmos, esos profesionales (cada vez menos, por suerte) que están hasta cierto punto orgullosos de no saber nada sobre tecnología ya que esto no va con el Derecho.

Por otro lado, no estamos aquí hablando de aprender a programar o cosas por el estilo, que es algo que afecta a una parcela muy concreta de profesionales y donde seguramente incluso en esa parcela la mayoría no lo necesita. Aquí nos referimos a que en la actualidad los abogados deben entender cómo la tecnología afecta su labor, ya que hoy en día, y más allá, no habrá área personal o profesional que no se vea afectada por ella. Por tanto, es básico tener esa formación tecnológica aunque sea en cuestiones muy elementales relacionadas con la ética profesional, la seguridad y confidencialidad de la información, la productividad o la atención al cliente. Cuestiones en las que seguramente ya no basta con recomendar formarse, sino que deba irse un paso más allá y obligar a ello, aunque sea en un número de horas al año muy pequeño.

De hecho, en esta misma web se comentaba en 2013 algo ya similar cuando se hablaba del futuro de las escuelas de práctica jurídica y la formación continuada, en un artículo escrito por Aitzol Asla Uribe, director de la EPJ del Colegio de Abogados de Vizcaya, y se señalaba que el siguiente reto, mirando a Europa y a otros ámbitos, podía ser la llegada de la formación continuada obligatoria.

Al fin y al cabo, si desde el propio sector y sus organismos reguladores no solo se recomienda sino que se obliga a realizar determinada formación en tecnología, o incluso en otras materias que también resulten necesarias, puedan salir beneficiados los profesionales pero también el propio sector y la imagen que ofrece a la sociedad.

Quizá algo así pudiera ser un primer paso para acabar con esa idea tan arraigada de que los abogados y profesionales del Derecho somos en general contrarios a la tecnología.

Jorge Morell
Fundador de Legaltechies
TWITTER:Jorge_Morell

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