12 mayo 2019

El Congreso de la transformación

Acabamos de concluir en Valladolid el XII Congreso Nacional de la Abogacía Española, después de unos días intensos en debates, ideas y propuestas. De eso se trataba, de mirarnos a nosotros mismos, de analizar lo que vemos y de ser capaces de anticipar lo que está por venir.

Se trataba de hacerlo recordando lo que hemos sido y lo que somos, orgullosos de lo que hemos construido juntos para llegar hasta aquí. Visibilizando con un emocionante documental lo que conseguimos, a las puertas de la democracia, en el Congreso de León de 1970, agradeciendo y homenajeando con ese recuerdo lo que hicieron nuestros gigantes de la Abogacía para cambiar España y edificarla sobre el Estado de Derecho.

Se trataba, además, de generar un espacio abierto a la reflexión y al intercambio de experiencias; de articular un ágora del pensamiento, del conocimiento, de las preguntas y de las respuestas de y para la Abogacía. Y de hacerlo, sobre todo, con valentía y sin miedo. Porque como leemos a Daniel Defoe en su Robinson Crusoe, “el miedo al peligro es diez mil veces peor que el peligro mismo”, y a la Abogacía Española, porque así lo ha demostrado siempre, no le asuntan las dificultades, por muy insuperables que parezcan. Ni las dificultades, ni las incertidumbres que acompañan siempre los grandes momentos de cambio.

Porque es evidente que vivimos un tiempo de cambio, una nueva era global, tecnológica y de transformaciones. Que propone nuevos paradigmas, otra forma de ver y de pensar desde el conocimiento, de amenazas y riesgos, pero también de oportunidades si se aciertan con las recetas para aprovecharlas.

“No andes errante y busca tu camino”, decía León Felipe en uno de sus versos. Precisamente por eso hemos planteado este Congreso, para fijar horizontes y trazar los mejores caminos que nos lleven a ellos. Necesitábamos una buena cartografía que guiara nuestro viaje trasformador y creo, visto lo visto, que lo hemos conseguido.

Para eso han servido siempre nuestros Congresos. Su importancia ha sido capital en el devenir de nuestra profesión, y este de Valladolid ha sido, sin duda, trascendental, porque en su seno se ha gestado, se ha debatido, se ha discutido y se han consensuado las sendas por las que debemos transitar en un presente tan efervescente como el futuro que nos espera a la vuelta de la esquina.

La Declaración surgida del Congreso es una buena muestra de ello, como lo es, también, el legado que deja su celebración. Entendíamos que el valor de este encuentro radicaba en su capacidad de plantear retos en el plano teórico y de las ideas. Pero también, y sobre todo, en su potencial para ofrecer respuestas prácticas y útiles para el ejercicio de la Abogacía, especialmente en un mundo dominado por la innovación y una experiencia tecnológica en constante proceso de reinvención.

Lo hemos logrado. La catarata de acciones, de herramientas y de iniciativas de todo tipo que se han generado en el Congreso así lo pone de manifiesto, con realidades que hablan por sí mismas:

  • Ha entrado en vigor el nuevo Código Deontológico de la Abogacía, para que podamos seguir proporcionando servicios con las máximas garantías profesionales y de calidad.
  • Hemos presentado el proyecto de Biblioteca Digital de la Abogacía, que reforzará el principio de igualdad de armas entre colegiados y colegiadas, poniendo a su disposición gratuita, a golpe de clic, más de 20.000 publicaciones jurídicas.
  • Como no tenemos miedo ni a las preguntas ni a las respuestas, aunque sean sobre nosotros mismos, nos hemos vuelto a hacer un autoexamen, preguntándonos cómo creemos que va la Justicia; cómo vemos nuestras instituciones colegiales; cómo estamos en materia de igualdad, donde aún nos quedan brechas por cerrar; o cómo de preparados nos consideramos ante el reto tecnológico, tema del que por primera vez nos ocupamos en nuestro Barómetro Interno, el séptimo que publicamos.
  • También, por primera vez, hemos dado a conocer un informe sobre tendencias tecnológicas y Abogacía, con el que hemos podido saber el impacto que tienen sobre los servicios legales en áreas de innovación que espero, gracias a este Congreso, nos resulten ya menos extrañas, como la Inteligencia Artificial, el Blockchain, la impresión 3D, los objetos conectados, las innovaciones médicas o la realidad virtual y aumentada.
  • Puesto que el conocimiento legal es indispensable, aún más en un ámbito tan necesitado de ello como es el de la igualdad, a partir de este Congreso contamos con una nueva publicación monográfica y especializada. Sin duda, nos ayudará a ser mejores profesionales ante otro de los grandes desafíos de nuestro siglo como es la igualdad real.
  • Se ha puesto en marcha la APP MiAbogacía, una herramienta con la que pretendemos crear una gran comunidad de Abogacía transformadora, interconectada, participativa y siempre informada de lo que ocurre y le atañe a la profesión y al propio ejercicio profesional, incluso en sede judicial.
  • Hemos contado con la primera Feria Tecnológica y de Servicios de la Abogacía, en la que se ha podido “tocar” la tecnología para poder aplicarla ya en los despachos.
  • Y porque ser innovadores y creativos también merece un justo reconocimiento, hemos creado el Premio Startups Abogacía y organizado el primer Hackathon Abogacía, iniciativas con las que pretendemos apoyar el desarrollo de herramientas tecnológicas para el sector y estimular las mejores soluciones tecnológicas a los problemas legales.

Todo eso ocurría mientras más de 250 ponentes intervenían e interactuaban con 2.500 profesionales que han querido participar en un Congreso donde se hablado de todo, con todos y para todos. Donde no ha habido dilema sin abordar. Donde, juntos y juntas, hemos pensado y sentado las bases para seguir siendo esa Abogacía comprometida, solidaria, responsable y sensible ante los problemas que nos plantea este mundo de cambios. Para continuar siendo un referente social y profesional en una democracia en cuya consolidación tanto nos hemos implicado. En definitiva, para reafirmarnos en lo que no dejaremos de ser jamás: una profesión al servicio de la sociedad y de la defensa de los derechos y libertades que ampara el Estado de Derecho y nuestro marco constitucional.

Sabemos bien que no es fácil y que los retos que nos aguardan son colosales. Pero en esto digo lo que escribía Jane Austen en una de sus novelas: “No me importa caminar. No hay distancias cuando se tiene un motivo”. Precisamente porque tenemos un buen motivo sé que no nos importa caminar, por muy largo que parezca el trayecto. Lo importante es que la Abogacía Española sale de este Congreso dispuesta a transformarse, a transformar y a recorrer unida el camino.

“Fuimos presente, somos futuro”, rezaba el lema del Congreso. Fuimos presente, sí, y desde hoy somos más futuro que nunca. Gracias, Valladolid.

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