18 octubre 2019

El fin de los “Correbous” en Cataluña

Vaquilla herida en Correbous Vidreres 2019

Marina Vall-llosada Garcia. Abogada especializada en Derecho Animal. Portavoz de la Comisión para la Protección de los Derechos de los Animales del Ilustre Colegio de la Abogacía de Girona. Presidenta de Lex Ànima y Miembro Experto de Intercids.

En el artículo que escribí para este Blog hará poco más de 3 años ya hablaba de los festejos con uso de animales en España disfrazados de tradición.

La Tauromaquia, que según la Real Academia Española es el arte de burlar al toro esquivando sus acometidas hasta darle MUERTE, sí MUERTE, es la tradición más cruel, por excelencia, que mantiene vivo hoy en día el país.

 Esta práctica caduca, cruda, violenta y atroz que viene perdiendo adeptos año tras año, más desde que no recibe subvenciones públicas, no aporta, tal como intenta convencer la disposición legal 18/2013 de 12 de noviembre, para la regulación de la Tauromaquia como patrimonio cultural;  ni identidad colectiva ni consenso en la aceptación mayoritaria del carácter cultural como parte esencial del Patrimonio Histórico, Artístico, Cultural y Etnográfico de nuestra sociedad.

Aceptación mayoritaria, de eso nada. De cultura, tampoco. Y es que hay una gran mayoría de personas, los mal denominados animalistas, que sensibles con nuestros congéneres, llevaban años silenciados recibiendo todo tipo de amenazas, coacciones, coartando, de esa manera, la libertad de expresión de la cual esta nación tanto se enorgullece.

Y es que además, el citado precepto legal –más acorde con el S. XIII que del 2013-, aparte de expresar la incuestionabilidad del carácter cultural y la preservación de la “Tauromaquia como un tesoro propio de nuestro país, rico en culturas distintas” traslada la competencia a los poderes públicos.

Cataluña, comunidad autónoma competente y pionera en cuanto a legislar sobre la protección de los animales se refiere, gracias al pueblo sensible y consciente que cansado de soportar como se infringía dolor, sufrimiento y muerte a un animal justificado únicamente por la añeja preservación del mantenimiento de la supuesta actividad artística, consiguió hace ya 10 años, mediante una Iniciativa Legislativa Popular, acabar con esta tradición propia de la edad media.

Ahora bien, acabó con los festejos tradicionales con muerte directa del animal en la plaza pero no de los “correbous”.

Para aquellos que no estéis familiarizados con el término –yo misma hasta hace pocos años- la actividad consiste en soltar al animal –toros, vacas, novillos- por la calle o por la plaza,              “toreándolos” teóricamente sin tocarlos ni provocarlos dolor. De nuevo, de eso nada.

A parte del “correbous” propiamente dicho, existen modalidades tanto o más crueles englobadas con la misma terminología, como el toro “embolat”, acto consistente en inmovilizar al buey por la cola y las patas con una cuerda con la única finalidad de colocarle un soporte en llamas sufriendo, la mayoría de las veces, quemaduras en cabeza y lomo; el toro “Capllaçat”, donde se obliga al animal a pasar por las calles tirado por corredores, atando sus cuernos a una cuerda, desgarrándose el cuello, o los “Bous al mar”, donde los toros son perseguidos y acorralados cerca de un muelle hasta que resbalan y caen al mar o, fruto de la desesperación y del estrés ocasionado, se lanzan al vacío.

A finales de verano, Vidreres, la única población de la provincia de Girona con celebración del “correbous” en su fiesta mayor –que, cabe decir, sólo tiene 33 años de vida interrumpido unos años a raíz del accidente producido en el año 1999-, permitió abrir la “caja de Pandora” en Cataluña.

El pasado 31 de agosto, aunque los medios de comunicación no se hicieron eco, ya se produjeron irregularidades en la celebración del mismo: acceso de menores a la plaza, consumo de alcohol, descargas eléctricas infringidas al animal antes y durante la celebración del espectáculo, vaquillas heridas sin recibir asistencia veterinaria, etc.

Y el pasado 1 de septiembre, el detonante: sucedió todo lo que NO tenía que suceder según deben garantizar los poderes públicos. 19 personas heridas, servicios de emergencias desbordados, momentos de pánico entre los asistentes y, Jabonero, el buey que fruto del estrés y de su desesperación saltó la valla,  fue abatido supuestamente por un policía local por orden del mismo alcalde del municipio, ante los esfuerzos dantescos de Lex Ànima y otras entidades ahora sumadas a la plataforma #ProuCorrebous para que usaran dardos tranquilizantes en vez de optar por la solución fácil y rápida para el ser humano.

Jabonero, buey abatido en Vidreres

Y digo supuestamente, porque estando a 18 de octubre aún no tenemos respuesta por parte del consistorio aunque sí disponemos de información que contradice la versión publicada en los medios.

Y por lo que muchos puedan pensar, NO es un caso aislado. En Algemesí paso lo mismo 28 días más tarde.  

Que sepamos, ya que la Ley de Transparencia es bastante opaca, en Cataluña se celebran anualmente alrededor de 450 festejos de este tipo, con un cálculo aproximado de 1.500.000 euros de gasto del erario público, unas tantas personas heridas y X animales muertos.

Por otro lado, en la Comunidad Valenciana, los cálculos son mayores: 4.500 festejos anuales y en lo que va de año ya 5 personas muertas. Desconocemos la mortalidad de los animales.

Retomando la línea anterior, hay una corriente que considera que hubo una incoherencia flagrante del legislador catalán al prohibir las corridas de toros y no los correbous, ahora bien, la contradicción, en mi opinión, vino más por el poder ejecutivo que por el legislativo.

Hace 10 años ni la clase política ni la misma ciudadanía tenían información cierta del desarrollo de este tipo de espectáculos, pero el “mal trato” al animal existía igualmente.

Gracias al desafortunado accidente de Vidreres, el pasado 26 de septiembre el Parlamento Catalán, después de un trabajo incansable e incalculable de #ProuCorrebous, aunque con solo 50 votos a favor, 17 en contra y 61 abstenciones, aprobó eliminar la excepción a la norma que permitirá, esperemos en un breve plazo de tiempo, finalizar con los sádicos festejos enmascarados de tradición en Cataluña gozando de una manera plena y coherente de la legislación  vigente que, considerando a los animales NO COSAS y como seres sensibles y sintientes que son, están bajo la protección especial de las leyes incluso las de orden administrativo.

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