25 junio 2018

¿Deben los abogados aprender a programar?

Jordi FernándezPor Jordi Fernández
TWITTER @jordifern

Avanzado en los tiempos, en verano de 2016 nuestro colega de blog Alejandro Sánchez del Campo escribía un post en el que se aventuraba a recomendar que todos tuviéramos unos mínimos conocimientos que nos permitieran «entender el lenguaje que nos gobierna». Su artículo comenzaba con un vídeo en el que Bill Gates, Mark Zuckerberg y otros gurús tecnológicos animaban a aprender a programar y desmitificaban su supuesta complejidad.

Dos años después, en los que tecnológicamente hemos avanzado mucho, me permito la licencia de robarle el título para responder de nuevo a la pregunta. Y lo hago después de conocer que un conocido director de asesoría jurídica de un Ibex 35 se planteaba ofrecer a partir de este otoño clases de programación a todos los miembros de su equipo. Una estancia en el campus de Singularity University le había ayudado a entender que programar es una tarea creativa que estimula el cerebro y permite identificar y resolver problemas.

En los últimos dos años, algunas facultades de derecho y organizaciones vinculadas al sector han organizado hackatones y lanzado nuevos cursos que abarcan la tecnología y la legaltech. El Global Legal Hackathon o el Master en Legal Tech del IE son ejemplos alentadores de cómo la tecnología está transformando la abogacía y de cómo los abogados del futuro son ya los motores de ese cambio.

No es extraño pues que estudiantes de Derecho y abogados junior pregunten a menudo si necesitan aprender a programar. Es evidente que cada vez hay más colectivos en el sector que reclama que los abogados jóvenes tengan habilidades y conocimientos técnicos que vayan más allá de lo jurídico. Así se expresó hace unas semanas en una mesa redonda que se celebró en ESADE. Y eso implica cambios en los programas educativos actuales. Es imprescindible que los estudiantes de Derecho tengan conocimientos de programación.

Es posible que los abogados del futuro no tengan que escribir código en el ordenador. Seguro que existirán soportes que permitirán crear contratos inteligentes en pocos clics y sin necesidad de conocer código alguno. El valor añadido de aprender a codificar residirá en la creatividad, las habilidades y el conocimiento que adquirirá el abogado durante su largo periodo de formación. Saber codificar implica mucho entrenamiento y repetición. Es decir, esfuerzo y tiempo.

Más difícil es dar una respuesta única a los abogados que ya están ejerciendo en la actualidad. A muchos, con carreras avanzadas, la codificación no les resultará más que una tarea estimulante, pero para otros saber programar será una forma de diferenciarse, ya sea en una entrevista de trabajo o cuando se hable con un cliente de tecnología. Que un abogado sepa hoy de tecnología es bueno para él y mejor para el cliente. Interactuar con la tecnología y hablar en un plano algo técnico abre enormes oportunidades en un mundo en el que todas las profesiones, incluida la jurídica, están cada vez más integradas en el mundo digital. Esto es especialmente interesante en abogados especializados en Propiedad Industrial, Intelectual y otras áreas vinculadas a la tecnología.

Hemos entrado de lleno en la era del blockchain y de los contratos inteligentes (smart contracts). Necesitamos abogados que sean hábiles en la programación y no cabe duda de que los abogados son buenos codificadores. En esencia, el código es solo un conjunto de instrucciones objetivas para una máquina. Un contrato no es tan diferente. Es un conjunto de instrucciones que intentan ser lo más objetivas posible. Es más, el abogado tiene que pensar de una manera muy estructurada para desgajar un posible problema o disputa en partes más pequeñas hasta conseguir atacar el núcleo fundamental y llegar a la solución. Así pues, las habilidades necesarias para ambas tareas no son tan diferentes.

Lo que, en todo caso, veremos crecer en los despachos de abogados españoles en un futuro muy próximo es el número de programadores que integran sus plantillas. Ya no será suficiente contar sólo con un equipo de soporte informático que resuelva el día a día o se ocupe de los aspectos relacionados con la seguridad de los sistemas. Se hace inevitable que existan otro tipo de expertos en entornos digitales para afrontar una posible disrupción tecnológica en el sector con las máximas garantías.

Adentrarse en este nuevo mundo de C, Python, SLQ, HTML, CSS y JavaScript es fácil. Hay infinidad de cursos online de calidad y gratuitos a través de los cuales se puede aprender a programar. Codecademy, Coursera y edX ofrecen los más conocidos.

No se trata solo de pasarse horas y horas frente al ordenador, se trata de sacarle jugo a una actividad que puede ser retadora desde el punto de vista intelectual y que, sin duda, puede llegar a convertirse en una habilidad valiosa para resolver problemas de manera más eficiente.

«Es el lenguaje que nos gobierna» y lejos de ser complejo, aprenderlo puede llegar a ser divertido y sacar lo mejor de nuestras dotes creativas.

Jordi Fernández
Director de Innovación y Desarrollo de Cliente de Gómez-Acebo & Pombo
TWITTER: @jordifern

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