27 diciembre 2019

Ilusionante 2020

2020

Cada año que termina no puedo evitar sentir la nostalgia de recordar los muchos momentos que hemos compartido la familia de la Abogacía. Se me amontonan los recuerdos de días como los vividos el pasado mes de mayo en Valladolid. Y es que, más allá del lema del Congreso Nacional: una abogacía transformadora, creo que aquel encuentro marcó un punto de inflexión en la forma en que muchos vemos cómo debe ser el futuro de nuestra profesión.

En un rápido vistazo a lo que fue 2019, podemos decir que en este año que ahora concluye se fundieron un emotivo recuerdo a los orígenes de lo que ahora somos con los primeros destellos de lo que los abogados seremos en un futuro más próximo de lo que imaginamos. El documental de Pilar Pérez Solano “La Defensa, por la libertad” y el libro de Fernando Jáuregui “Los abogados que cambiaron España” nos ayudaron a recuperar nuestras raíces en el periodo de la Transición y citas como la ya aludida de Valladolid fueron esenciales para tomar conciencia del importante papel que tendremos que jugar en los próximos años para que nuestra sociedad continúe la senda de progreso que emprendimos hace 50 años en aquel histórico congreso de León.

Así, el 2020 arranca con un buen número de retos que debemos asumir para que la Abogacía prosiga su senda de consolidación de derechos de los españoles y de conquista de nuevas parcelas de ciudadanía que la ley contempla pero que ni la Administración ni los tribunales han reconocido aún de forma expresa. El año que está a punto de expirar su último aliento ha sido precisamente el de la reivindicación de los derechos medioambientales; reconocidos en nuestra Constitución pero a menudo olvidados en las disputas legales entre particulares o de éstos con alguna Administración.

Uno de esos retos destacados e inmediatos será precisamente resolver el conflicto del Turno de Oficio. La Abogacía no descansará hasta que los abogados del turno hayan cobrado por todos y cada uno de los servicios que han prestado. No sólo porque el trabajo realizado debe ser remunerado y reconocido, sino porque en ese trabajo residen la esencia del derecho constitucional de defensa sobre el que algunos pretenden pasar por alto.

Y es que pudiera parecer a quienes llevan más años involucrados en hacer realidad ese derecho, que cuanto más generosa es la Abogacía con la sociedad, más trabas se nos ponen para materializar esa contribución que ningún otro colectivo realiza con el máximo grado de profesionalidad a cambio de tan exigua compensación. Batallas más difíciles hemos librado y vencido.

Tengo la plena convicción de que también a lo largo de este 2020, todos juntos, la familia de la Abogacía continuaremos con paso firme nuestra lucha por mejorar la posición de los abogados y por contribuir de forma decisiva a hacer de nuestro país una sociedad más igualitaria, solidaria y justa de lo que es hoy.

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