20 enero 2020

Gracias

Acabamos de celebrar elecciones en el Consejo General de la Abogacía Española, en las que, porque así lo ha decidido democráticamente su Pleno, he sido reelegida para seguir al frente de la institución que representa a los 83 Colegios de la Abogacía de toda España. Todo un honor.

Creo que es un buen motivo para abrir con ello mi primer post de este año. Y no se me ocurre mejor manera de hacerlo que dando las gracias. “La gratitud -decía Cicerón- no es solo la mayor de las virtudes, sino la madre de todas las demás”, y solo puedo estar agradecida, que es justamente lo que hago a través de estas breves líneas.

GRACIAS, en primer lugar, a quienes han concurrido a estas elecciones. Han sido las más concurridas de las siete convocatorias electorales que se han celebrado en los últimos 27 años: nunca antes se habían presentado tantas candidaturas. Un dato que expresa la buena salud democrática que vive el Consejo y que nos legitima con toda su fuerza como institución.

GRACIAS, también, a todo el Pleno del Consejo, a todos y cada uno de los Decanos y Decanas que lo conforman. Por supuesto a quienes me han votado, pero también a los que no. Mi proyecto ya no es el de Victoria Ortega, sino el de todo el Pleno, el que todos sus Consejeros y Consejeras me han encargado que lidere y el que, en su nombre, voy a defender e impulsar con la mayor responsabilidad y con todas mis energías. Básicamente porque canalizamos la defensa de los intereses de todos y cada uno de los profesionales de la Abogacía a quienes representamos. Nada nos compromete más.

Por eso mismo, también doy las GRACIAS a los casi 155.000 abogados y abogadas de toda España. Para ellos y ellas, por todos y todas, he intentado dar lo mejor de mí a lo largo de todos estos años, y con mayor intensidad si cabe seguiré haciéndolo a partir de ahora. Lo haré porque son nuestra razón de ser, la clave de bóveda de lo que somos como institución, quienes nos explican y de quienes tenemos que sentirnos, como nos sentimos, verdaderamente orgullosos. Su ejemplo de valentía, de lucha y de compromiso con nuestra profesión, va a seguir siendo el alma de este Consejo y el faro que ilumine todas nuestras decisiones.

Así piensan, sienten y entienden su labor todos los Colegios de la Abogacía, a cuyas Juntas de Gobierno, equipos y empleados y empleadas quiero transmitir mi gratitud. GRACIAS por su encomiable trabajo, entrega y dedicación, pues sin su liderazgo habría sido imposible desarrollar la catarata de proyectos, muchos de ellos pioneros, que en estos últimos cuatro años hemos impulsado y puesto al servicio del Consejo, de los Colegios y de la profesión.

Como he propuesto al Pleno, es tiempo de mirar al futuro y de seguir haciéndolo juntos, porque esa unidad es el pilar de nuestra fuerza. Decía Gabriela Mistral que “todo esfuerzo que no es sostenido se pierde”. Y estamos en un momento crucial para hacer más sostenido nuestro esfuerzo, para redoblar energías y para multiplicar nuestra potencia, porque todavía nos quedan objetivos por alcanzar, aunque muchos de ellos no dependan solo de nuestra voluntad.

Estos últimos años no han sido fáciles. Un tiempo de inestabilidad política, de incertidumbre, con cambios de Gobierno, de parálisis parlamentaria y de decisiones injustas para la Abogacía, como las que hemos padecido en relación con la asistencia jurídica gratuita. No dispongo de una bola de cristal para predecir lo que va a ocurrir, pero lo que sí tengo claro es que el Consejo General de la Abogacía Española seguirá siendo la voz más fuerte y legitimada para reivindicar lo mejor para nuestra profesión y para nuestros profesionales, para exigir las reformas y leyes que venimos reclamando y para ofrecernos para trabajar, con lealtad y desde la colaboración y el consenso, en todo cuanto sea bueno para nuestra Justicia y para la Abogacía, pues no son pocas cosas las que faltan.

GRACIAS, también, a todas las administraciones, organismos, instituciones, asociaciones y colectivos con los que estamos teniendo la oportunidad de trabajar. De todos aprendemos, con todos cooperamos y todos han hecho de la palabra “colaborar” uno de los verbos más fructíferos y estimulantes cuando se trata de gestionar, de inyectar ilusión y de impulsar, como hemos hecho y así continuaremos, proyectos de interés público, social y profesional.

Y GRACIAS, por supuesto, a todo el personal del Consejo con el que tengo la inmensa fortuna de trabajar. Profesionales extraordinarios y de una calidad humana excepcional, que hacen mejor a un Consejo que se prestigia con ellos, que brilla más por ellos y que se proyecta con ellos, con su ejemplo, con su sensibilidad y con su inagotable vocación de servicio a la institución. El motor más fiable y leal con el que se podría contar para ayudar a canalizar lo mucho que desde el Pleno vamos a seguir emprendiendo en esta nueva etapa.

Empezaba mi mandato hace 4 años recordando, en mi discurso de investidura, una cita de Concepción Arenal que decía: “Todas las cosas son imposibles mientras lo parecen”. Hoy acudo otra vez a ella porque creo que tiene una enorme fuerza inspiradora. No hay nada imposible cuando se tienen sueños, convicción y voluntad. No hay nada que pueda vencer a la razón, a la justicia, al Estado de Derecho, a la confianza y a la pasión en lo que se cree y en lo que se defiende. No hay nada, por muy imposible que parezca, que pueda con todo eso.

Con esta certeza, también desde la experiencia, estoy convencida de que en el Consejo General de la Abogacía Española afrontaremos con éxito, como ha hecho siempre, los muchos retos que tenemos por delante. No son pocos ni menores, pero los superaremos todos, porque son difíciles, pero no imposibles.

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