En los últimos tiempos, el avance de la designada economía colaborativa ha comportado un auge de las denominadas startups a lo largo de toda Europa, y muy concretamente en nuestro país, en ciudades como Barcelona y Madrid. Adyacente a ello, ha venido acompañado un auge de fluctuación masiva de datos personales, que fluyen a la velocidad de vértigo de una manera global y virtual, sin dar tiempo a su propietario de amparar su privacidad. Pero ¿cuál es el papel del nuevo Reglamento de Protección de Datos en dicho contexto?