26 noviembre 2018

Frente al conflicto, mejor la palabra y el acuerdo

En estos tiempos de tanto ruido, crispación y conflicto cuánta falta hace una buena inyección de serenidad y de eso tan inteligente y civilizado como es la búsqueda de acuerdos a través de la palabra. Pensaba en ello mientras volvía hace unos días de Soria (siempre hermosa y mágica), donde arrancábamos las II Jornadas de Mediación Abogacía-CGPJ.

Los decibelios y la trifulca son muy poco recomendables en el Derecho, aún menos en la convivencia. Y no digamos cuando metemos a los tribunales de por medio para que resuelvan nuestras diferencias. Lo hacen, lo hacen muy bien desde luego, con profesionalidad, ponderación y equilibrio. Pero la experiencia nos está diciendo también, a la sociedad y a toda la comunidad jurídica, que no siempre la respuesta más rápida, más razonable y menos costosa para las partes se encuentra en los tribunales, sino fuera de ellos y de la mano de profesionales de la conciliación. Estoy pensando, naturalmente, en las herramientas alternativas para la resolución de conflictos, como la mediación o el arbitraje.

Es evidente que el modelo tradicional de prestación del servicio público de la Justicia no funciona como debería, presenta desajustes en sus mecanismos procesales y no se suministra con agilidad. Sufre déficits históricos que, además de las recetas que todos conocemos para solucionarlos (más medios personales, mejores recursos, nuevas reglas de funcionamiento, etc.), requieren también de un profundo cambio cultural. Y los cambios culturares nos implican a todos.

La mediación, por ejemplo. Sin duda fue un paso histórico contar en 2012, por primera vez para todo el territorio español, con una ley reguladora específica. Es innegable que las leyes fuerzan cambios, pero las transformaciones culturales, para acelerarlas y que lleguen antes, exigen la suma de todas las palancas posibles. Decía la Gabriela Mistral pedagoga que “todo esfuerzo que no es sostenido se pierde”, y si algo viene demostrando la Abogacía española es que no solo apuesta por la mediación porque cree en ella o porque hacemos nuestras las recomendaciones sobre potenciar su uso que nos llegan del Consejo de Europa, las Directivas UE o el Parlamento Europeo, sino que está contribuyendo con su esfuerzo -con un “esfuerzo sostenido”- para que la mediación se normalice en España como método útil y recomendable para la resolución de conflictos.

A los hechos me remito. En 2016 firmamos un convenio de colaboración con el CGPJ para promocionar e impulsar la mediación; en el marco de ese convenio hemos celebrado ya dos Jornadas específicas (en Sevilla y Soria). Ese mismo año, la Abogacía era la primera en proponer un paquete de medidas para un más que necesario Pacto de Estado para una reforma de la Justicia que nunca llega, y entre esas propuestas, junto al arbitraje, estaba la mediación. A comienzos de 2017 presentamos nuestro Plan Estratégico Abogacía 2020, donde también proponemos diferentes acciones para la “prevención y gestión integral de conflictos” y podamos, a través de ellas, desempeñar mejor nuestro papel como agentes de paz social. Además, también este año, editamos nuestra Guía de Recomendaciones de la Abogacía en la Mediación, para ayudar a nuestros profesionales a desarrollar ese nuevo rol que pueden y deben jugar en la resolución de conflictos a través de la mediación.

No es sencillo encontrar la clave para convencer a ciudadanos y empresas de todas las ventajas de los mecanismos alternativos para la resolución de conflictos, pero sí creo que entre todos podemos ir generando un modelo de confianza, de fiabilidad y de normalidad en su uso, reforzando con ello la seguridad jurídica en las relaciones de los ciudadanos y en el tráfico económico.

La Abogacía es la primera en asomarse a los problemas de sus clientes y es también la primera en activar las mejores soluciones sin necesidad de pasar, si es posible, por un juzgado. Por eso la mediación, como en general las fórmulas alternativas al litigo, están y seguirán estando siempre en la agenda de prioridades de la Abogacía. Frente al conflicto, siempre es mejor la palabra y el acuerdo. En realidad, siempre es lo mejor para todo.

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