07 marzo 2016

Homenajes a Carlos Carnicer

Según la RAE, un homenaje es un “acto o serie de actos que se celebran en honor de alguien o de algo”. Suelen ser actos en los que se reconoce la valía de alguien, en muchas ocasiones por su labor profesional. En el caso de Carlos Carnicer, hasta hace unas semanas presidente de la Abogacía Española,  sin ninguna duda los homenajes que está recibiendo –los últimos en el Colegio de Zaragoza y el trimestral de la Confederación Española de Jóvenes Abogados- son simplemente un deber de justicia. Carlos, en todas sus responsabilidades, ha sido un ejemplo para todos.

A lo largo de su vida profesional, se ha mantenido siempre fiel a sus principios y ha estado abierto al diálogo con todos. Nunca ha renunciado a la defensa de los derechos de los abogados y de los ciudadanos, pese a las presiones que ha recibido. Siempre ha puesto los intereses de ciudadanos y abogados por delante de cualquier otro objetivo.

La defensa de los Derechos Humanos ha estado presente constantemente en toda su actuación. Estoy segura de que muchos –casi todos- le hemos escuchado decir que cada despacho de abogados es una Oficina de Derechos Humanos. Jamás se ha cansado de citar el artículo uno de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Lo dice porque lo cree y lo practica. En esta defensa de los Derechos Humanos se puede encuadrar también su lucha a favor de los abogados de oficio, de sus reivindicaciones, de su dignidad y en defensa de su imprescindible función social. Y ha estado al frente de estas reclamaciones, junto a toda la Abogacía, en el Parlamento, en los despachos y en la calle siempre que ha sido necesario.

Carlos ha sido beligerante en la exigencia de la mejor formación para tener los mejores abogados. Gracias a él tenemos una Ley de Acceso a la Abogacía que nos equipara a los países de nuestro entorno.

Sobrarían esos motivos pero hay muchos más: su apuesta por la modernización de la Abogacía; su permanente pelea por sacar adelante un Pacto de Estado por la Justicia, que garantice una Justicia digna de tal nombre y que ponga a los ciudadanos en el centro de sus objetivos; su insistencia en sacar adelante una ley del Derecho de Defensa, que regule el asesoramiento y la defensa jurídica, pero también el Turno de Oficio y la Justicia Gratuita, y que refuerce derechos como la formación, la confidencialidad de las conversaciones, la inviolabilidad de las comunicaciones o el secreto profesional. Y muchos más.

Habrá más homenajes y más reconocimientos. Son de justicia. Y Carlos seguirá ahí, sigue ahí, como abogado de a pie, luchando cada día por una Justicia mejor y por la correcta aplicación a todos de los Derechos Humanos. El norte que ha guiado su carrera.

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