30 noviembre 2015

El estado ecológico de derecho

En el reciente Congreso sobre el derecho ambiental para una economía verde, celebrado los pasados días 19 y 20 de noviembre en A Coruña, el profesor López Ramón insistió en la ética ecológica que debe conducirnos hacia un estado social y ecológico de derecho.

Habrá que recordar que este profesor junto al también catedrático Jesús Jordano Fraga son los pioneros en haber preconizado que el artículo 45 de la Constitución Española contiene nuestro derecho subjetivo al medio ambiente.

Ahora que comienza la Cumbre de París sobre el cambio climático, que se desarrollará hasta el día 11 de diciembre de 2015, todos deseamos y confiamos en que se llegue a ese acuerdo mundial que permita corregir el calentamiento del planeta y que se limite a dos grados la cifra en la que los expertos han situado el objetivo, contemplando la reducción de un 40% a un 70% de las emisiones de los gases de efecto invernadero de aquí al año 2050.

Hace veinte años, bajo el impulso del profesor Martín Mateo, se llevó a cabo el primer Congreso Nacional de Derecho Ambiental y en todos estos años se han venido manteniendo, por una serie de profesionales comprometidos con el desarrollo del derecho al medio ambiente, diversas iniciativas que se han visto recogidas por distintas Universidades: A Coruña, con el profesor Sanz Larruga; Universidad del País Vasco, con los profesores García Ureta y René Santamaría; Universidad de Navarra, con el Profesor Ruiz de Apodaca, entre otros; así como el nutrido grupo de la Universidad Rovira y Virgili; la profesora Alba Nogueira de la Universidad de Santiago, y otros muchos profesionales que seguimos creyendo firmemente en que el futuro, como señala el profesor López Ramón, pasa por un camino que habrá de conducir hacia el estado ecológico y social de derecho, prestando atención fundamentalmente a las clases más desfavorecidas, que son aquellas que más padecen los impactos del cambio climático.

En el Congreso de A Coruña se valoró la regresión ambiental, que según mi criterio empezó su declive fundamentalmente a partir de 2008 con la salida de Cristina Narbona del Ministerio de Medio Ambiente y la devaluación del mismo, careciendo de entidad propia al mezclarse con Agricultura y ser absorbido por este Ministerio. Hay un hecho evidente que demuestra esa regresión ambiental, puesto que ni tan siquiera los actuales responsables del Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente han tenido la deferencia, como podrá cualquiera de ustedes comprobar, de incorporar al frontispicio del Ministerio que se sitúa frente a la estación de Atocha el cambio de su denominación y su subsiguiente rotulación.

Tampoco el medio ambiente ha corrido mejor suerte en el mundo de las autonomías, pues paradójicamente las únicas Consejerías que exclusivamente se titulan de Medio Ambiente son las de Ceuta y Melilla, ya que en las restantes está, como siempre, entremezclado con otras materias, lo cual devalúa y degrada, siempre según mi criterio, el contenido sustancial y determinante del medio ambiente, que tiene entidad propia.

Instrumentos jurídicos como el Convenio de Aarhus, en el que desde 2005 muchos operadores jurídicos teníamos depositadas grandes esperanzas, no se han visto desarrollados, puesto que los tres pilares en los que se basa dicho Convenio –el acceso a la información, la participación pública y el acceso a la justicia-, no han tenido el desarrollo que les correspondía, habiendo incluso sido sancionada España por el Comité de cumplimiento de dicho Convenio por una aplicación incorrecta del mismo.

Esta y otras cuestiones se debatieron en el Congreso de A Coruña, donde indudablemente se pudo comprobar que el derecho ambiental resiste a pesar de los embates que ha sufrido, con un menosprecio del legislador, restringiendo las garantías, mermando la participación en pos de un desarrollismo trasnochado, porque como decíamos al principio, el futuro del planeta Tierra tendrá que pasar por la consideración de un Estado donde se valore el medio ambiente puesto que, como señalaba en el post anterior, el clima es condición esencial para el mantenimiento de la vida en la tierra.

Esperemos y deseemos que la Cumbre de París promueva de una vez por todas la conciencia ambiental y el respeto al planeta Tierra, con una voluntad inequívoca de conservar la misma.

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