01 diciembre 2025

Primeras señales del impacto de la IA en el sector legal

Jorge MorellPor Jorge Morell

Durante años hemos leído informes, artículos y predicciones sobre cómo la inteligencia artificial transformará el sector legal. Muchos se quedaban en el plano teórico o especulativo pero en los últimos meses algo parece estar cambiando. Las señales ya no son proyecciones: son despidos, fusiones y reestructuraciones reales en las principales firmas del mundo.

Las grandes firmas llevan tiempo experimentando con herramientas de IA. Desde Allen & Overy con Harvey hasta Clifford Chance con su propio asistente, Clifford Chance Assist, lanzado hace ya más de un año. Pero una cosa es probar tecnología y otra muy distinta es utilizarla como justificación oficial para reducir plantilla.

Eso es exactamente lo que ha ocurrido en noviembre de 2025. Clifford Chance, una de las firmas del Magic Circle, comunicó a unos 550 empleados de servicios de negocio en Londres que aproximadamente 50 puestos serán eliminados y otros 35 verán modificadas sus funciones. Según informó el Financial Times, la firma citó expresamente el mayor uso de inteligencia artificial, junto con la reducción de demanda de ciertos servicios y la externalización de trabajo a hubs en Polonia e India. Es decir, la IA ya aparece en el comunicado oficial de despidos.

Lo llamativo del caso es que los recortes se producen en un contexto de solidez financiera. Los socios de Clifford Chance ingresaron de media 2,1 millones de libras el pasado ejercicio y la firma registró ingresos de 2.400 millones de libras, un 9% más que el año anterior. Por tanto, no parece que estemos ante una reestructuración motivada por crisis, sino ante una decisión estratégica de optimización donde la IA comienza a ser un factor relevante.

Pero no todo es reducción de plantilla. Las fusiones también empiezan a incluir la IA en su narrativa estratégica.

También en noviembre de 2025, Perkins Coie y Ashurst anunciaron su intención de fusionarse para crear Ashurst Perkins Coie, una firma con aproximadamente 3.000 abogados en 52 oficinas de 23 países. Según el comunicado oficial, ambas firmas han aprovechado su sólido rendimiento financiero para invertir en tecnología e IA, y la firma combinada pretende usar la inteligencia artificial para transformar la práctica del Derecho. Por tanto, la IA se presenta como parte central del discurso de la fusión.

El fenómeno va más allá de los despachos y también afecta a las grandes consultoras. PwC, una de las Big Four, ha abandonado su objetivo de contratar 100.000 personas antes de 2026. Su presidente global, Mohamed Kande, declaró que cuando hicieron esos planes el mundo era muy diferente y que ahora, con la inteligencia artificial, aunque quieren contratar no sabe si será el mismo nivel de personas, sino un perfil diferente. La firma busca activamente cientos de ingenieros de IA y no logra encontrarlos. Según algunas fuentes, PwC proyecta una reducción del 32% en la contratación de asociados de nivel de entrada para 2028.

Mientras tanto, los datos de adopción de IA en el sector legal no dejan de crecer. Según el informe de Clio sobre tendencias legales de 2025, el 79% de los profesionales legales ya utilizan herramientas de IA.

Sin embargo, la adopción a nivel de firma es mucho más lenta: existe una brecha entre el uso individual y la estrategia corporativa. Según el informe Future of Professionals de Thomson Reuters, las organizaciones sin una estrategia clara de IA corren el riesgo de quedarse atrás en tres años, lo que podría poner en riesgo a casi un tercio de las firmas.

Y luego está el elefante en la habitación: los abogados in-house. Microsoft despidió en verano de este año a 32 abogados y 5 paralegales de su sede en Washington como parte de una reducción de 15.000 empleados. Aunque la empresa no atribuyó directamente los despidos a la IA, algunos analistas especulan que la adopción de herramientas de automatización ha influido. Si la ratio de despidos legales se aplicara globalmente, podrían haberse visto afectados cientos de puestos jurídicos.

¿Qué podemos concluir de todo esto? Que las señales ya no son teóricas. Son reales, cuantificables y afectan a firmas de primer nivel, que por lógica son los primeros que mostrarán señales del impacto real de la IA.

Por supuesto, sería algo simplista atribuir todos estos movimientos exclusivamente a la inteligencia artificial. Las fusiones tienen múltiples motivaciones, los despidos también responden a ciclos económicos, existe la externalización de servicios o las reestructuraciones post-fusión. Pero lo relevante es que la IA ya forma parte del discurso oficial y no se oculta ni se minimiza. Se presenta como un factor legítimo y estratégico.

Para los abogados, esto tiene implicaciones claras. No basta con conocer la tecnología de forma superficial. Hay que entender cómo utilizarla, cuáles son sus limitaciones (recordemos las alucinaciones que no cesan) y cómo puede integrarse en los flujos de trabajo sin sustituir el juicio profesional.

En definitiva, 2025 marca cierto punto de inflexión al darnos las primeras señales palpables del impacto real de la IA en el sector legal. Y parece que ya no es cuestión de predicciones, sino de hechos.

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