Innovación Legal
01 septiembre 2025
Por Sara Molina
TWITTER @SaraMolinaPT
La llegada de GPT‑5 marca un nuevo capítulo en la evolución de la inteligencia artificial generativa. A diferencia de sus versiones anteriores, este modelo no solo mejora en términos de comprensión lingüística o generación de texto. Su principal avance reside en el rendimiento superior en tareas agentivas —aquellas que requieren autonomía, planificación, toma de decisiones y ejecución secuencial— y en su capacidad para desenvolverse en escenarios de razonamiento complejo.
¿Qué significa esto en términos prácticos?
En modelos anteriores, como GPT‑4 o GPT‑4o, ya observábamos un gran salto en comprensión contextual, generación coherente y capacidades multimodales. Sin embargo, GPT‑5 da un paso más allá en tres dimensiones clave:
Del modelo al agente: un salto cualitativo
Este avance técnico tiene implicaciones estratégicas profundas. Con GPT‑5, la frontera entre “modelo de lenguaje” y “agente inteligente” comienza a desdibujarse. Ya no hablamos solo de prompts y respuestas: hablamos de modelos capaces de orquestar tareas, interactuar con herramientas y colaborar en entornos reales, desde la redacción de contratos complejos hasta la validación de hipótesis en una auditoría o la evaluación de riesgos normativos en una operación internacional.
Impacto en la práctica jurídica y la consultoría
Para sectores como el legal o el de la consultoría estratégica, esto abre un nuevo horizonte:
El reto: gobernar esta nueva inteligencia
Pero junto a estas oportunidades surgen nuevas responsabilidades. La capacidad de GPT‑5 para operar como un agente autónomo exige nuevos marcos de gobernanza, especialmente en entornos donde las decisiones deben ser trazables, explicables y ajustadas a la normativa vigente.
En este nuevo escenario, la gobernanza de la IA no es un “complemento”, sino un pilar estructural. Diseñar soluciones con GPT‑5 implica responder a preguntas sobre supervisión humana, límites de actuación, gestión de sesgos y control de outputs.
GPT‑5 bajo escrutinio: luces y sombras
A pesar de sus avances, GPT‑5 no está exento de críticas. Desde su lanzamiento oficial, la comunidad tecnológica ha detectado limitaciones relevantes:
Estos desafíos no deben frenar la adopción, pero sí obligan a reforzar la reflexión sobre el diseño responsable, la validación crítica y la supervisión humana.
Conclusión: diseñar con intención, adoptar con criterio
La irrupción de GPT‑5 no es simplemente un paso más en la escalada de modelos generativos. Es un punto de inflexión que nos obliga a mirar más allá del rendimiento y preguntarnos:
¿Qué tipo de inteligencia queremos desplegar en nuestros procesos? ¿Qué lugar dejamos a lo humano en esa colaboración? ¿Y cómo nos aseguramos de que la autonomía no derive en opacidad?
En nuestro equipo, estamos explorando con responsabilidad el potencial de GPT‑5. Como diseñadores, juristas, consultores o tecnólogos, el reto ya no es solo adoptar tecnología puntera, sino hacerlo con propósito, transparencia y visión humanista.