
Blog de Comunicación y Marketing Jurídicos
21 enero 2016
Por Eva Bruch
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Ser o no ser, como dijo Shakespeare, esa es la cuestión. Tomar esta decisión requiere un ejercicio previo de análisis y el camino que tomemos condicionará (o por lo menos así debería ser) las acciones que hagamos en el corto y medio plazo. Conocer las necesidades de los clientes y nuestras propias capacidades nos dará la respuesta a esta pregunta para cuya resolución os apuntamos a continuación algunas ideas a tener en cuenta y pasos a seguir:
Segmentación de Primer Nivel.
No podemos tomar una decisión de esta envergadura sin antes conocer cómo está estructurado el mercado al que nos dirigimos, en nuestro caso, los ciudadanos y las empresas. Estos dos grupos ya constituyen por sí mismos una primera segmentación del mercado que marcará el rumbo del despacho hacia un servicio dirigido a los consumidores, lo que se conoce como B2C (Business to Consumers) o hacia la llamada abogacía de los negocios, el B2B (Business to Business) para los amantes de los anglicismos.
Segmentación de Segundo Nivel.
Cada uno de estos grandes segmentos puede sub-dividirse en capas o grupos, cada uno de ellos con sus particularidades, necesidades y oportunidades y será necesario estudiar cada grupo y nuestras capacidades para buscar el mejor encaje. Si hacemos el ejercicio con las empresas (B2B) podemos dividir este segmento en tres:
Fuente: Retrato de la Pyme 2014. Ministerio de Industria.
Análisis externo: necesidades del cliente.
Conocer las necesidades de cada grupo es importante para poder diseñar una estructura de despacho acorde a sus necesidades y no errar en la propuesta de valor que ofrezcamos al segmento elegido como nuestro principal grupo de clientes.
Por nuestra experiencia, y por las entrevistas realizadas a miembros de los tres grupos, podemos sintetizar sus necesidades de la siguiente forma:
Análisis interno: capacidades, fortalezas y debilidades.
Este último paso es el más importante y seguramente el más complejo, pues ha llegado el momento de ser honestos con nosotros mismos y ver cuáles son nuestras fortalezas y debilidades para atender las necesidades de los grupos indicados. Deberemos realizar un análisis DAFO que comprenda tanto el número de profesionales que integra el despacho, los años de experiencia de cada uno de ellos, sus especialidades tanto sectoriales como de áreas de práctica o el tipo de cliente para el que ha trabajado el despacho. La radiografía de nuestra anatomía nos marcará el encaje dentro de un grupo u otro y el perfil generalista o especialista que podamos ofrecer al mercado.