
Blog de Comunicación y Marketing Jurídicos
25 octubre 2019
Por David Muro
TWITTER @Davidmurof
Últimamente escuchamos mucho el término “innovación” asociado a los despachos de abogados y el sector legal. “La innovación es necesaria”, “los despachos están obligados a innovar”, “quien no sea innovador está abocado al fracaso”, son algunas de las frases que se repiten en el entorno de las firmas legales, pero ¿a qué nos referimos exactamente cuando hablamos de innovación en los despachos de abogados?
Se acudimos a la definición teórica del término, cuando hablamos de innovación estamos refiriéndonos a crear algo nuevo o cambiar las cosas de siempre introduciendo alguna novedad.
A la hora de pensar en innovación, lo primero que se nos viene a la cabeza, a día de hoy, refiriéndonos a los despachos, quizás es innovación a través de nuevas herramientas tecnológicas, acudir a nuevos nichos de mercado, o lanzar nuevas líneas de servicios legales en nuestro despacho, y todo eso está muy bien, siempre que se tengan recursos y estén muy claros los objetivos que nos marquemos, claro. Pero no me voy a referir a ese tipo de innovación en este post, vamos a empezar por lo más fácil, o difícil, según se mire.
Para poder crear algo nuevo o cambiar las cosas que se vienen haciendo de determinada forma en un despacho de abogados, la innovación primero ha de pasar por uno mismo. Es decir, primero hay que creerse que los cambios pueden traer consigo mejoras y buenos resultados, que la adaptación a los nuevos tiempos que vivimos es necesaria y que quizá sea bueno salir de la zona de confort en la que nos encontramos. Lo primero es renovarse, que no es otra cosa que llevar a cabo la innovación, pero en primera persona.
Se trata de llevar a cabo un cambio de mentalidad y creer que el cambio a mejor es posible. Cuando se haya interiorizado lo anterior estaremos en disposición de innovar. Pero comencemos por lo sencillo. No hace falta volverse loco analizando nuevos nichos de mercado o sectores en los que quizá no se es del todo experto, de lo que se trata es de introducir novedades en la forma de trabajar en el día a día, siendo conscientes de que dicha innovación va a ser buena para el despacho, porque va a ser buena para mis clientes, mejorando el servicio prestado.
Se puede innovar en muchos aspectos, como en aquellos relacionados con la forma de presentar mis servicios al mercado, la forma de comunicar qué tipo de despacho soy, adaptando la marca del despacho haciéndola más moderna o fresca, o indagar sobre nuevos canales on y offline a través de los que llegar a mi público objetivo, por ejemplo.
Desgraciadamente, nos ponemos muchas excusas a nosotros mismos para no tener que salir de nuestra zona de confort: “más vale lo malo conocido”, “no hay tiempo para esos cambios”, “el despacho siempre ha funcionado así” o “aún no estamos preparados”, son frases relacionadas con puertas que nos cerramos por el miedo a lo desconocido o a lo distinto.
Y es que los cambios se pueden llevar a cabo paulatinamente. Es más, se han de llevar a cabo por fases, y siempre acorde a los recursos de cada tipo de despacho, estableciendo unos objetivos claros por etapas, y cerciorándonos de que todos los integrantes del despacho han asimilado que los cambios a llevar a cabo en la gestión del despacho son necesarios, y que saben el porqué de los mismos.
De nada servirá que intentemos convencer a los integrantes de un despacho de las bondades que tiene utilizar de forma recurrente LinkedIn, o de la idoneidad de generar de forma continuada determinado contenido, si no han adquirido el hábito.
Y para que lo puedan adquirir, primero es necesario que vean de una forma muy tangible los beneficios que, para ellos y el despacho, tiene LinkedIn, o tiene el marketing de contenidos, por poner dos ejemplos claros.
Iniciar un hábito puede parecer complicado, pero se trata de saber escoger aquellos que vamos a poder llevar a cabo con cierta facilidad, sin cargar demasiado el “papel” con nuevas tareas. Lo primero es marcarse una meta, comenzar por una secuencia lógica y medir los resultados obtenidos tras haber adquirido dicho hábito.
Centrándome en la materia que nos ocupa ahora, hablando de marketing y comunicación para los despachos de abogados, podemos empezar por desarrollar los siguientes hábitos;
Podría seguir recomendando la adquisición de más hábitos, pero en este caso, menos es más, y lograr llevar a cabo las acciones mencionadas anteriormente ya es todo un paso. “El hábito hace al monje”, como se suele decir, y de eso se trata, de adquirir esos hábitos como una tarea más en nuestro día a día, midiendo los resultados y sabiendo cómo están funcionando.
Con tiempo de calidad, ciertas dosis de creatividad y, ante todo, continuidad, el despacho verá reforzada su marca, lo que ayudará, sin lugar a dudas al proceso de venta, en el que –dicho sea de paso-, también son necesarios ciertos hábitos. Pero de ellos hablaré en un segundo post.
¿No estamos cambiando las cosas con ciertas novedades si llevamos a cabo todo lo anterior, o por lo menos parte de ello? Yo creo que sí, así que: he aquí la innovación, que se podrá ir potenciando y adquiriendo en otras parcelas del despacho, por supuesto.
¡Empecemos por el hábito de creer en nosotros mismos y en nuestro proyecto!
David Muro
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Director en David Muro Consultores