09 octubre 2012

Las otras víctimas de la violencia de género

A menudo olvidamos que la violencia de género no tiene una sola cara ni como únicas víctimas a las mujeres.  Los responsables, los agresores, en muchos casos, también son padres que no dudan en golpear, amenazar, intimidar, despreciar y asesinar a sus propios hijos, y/o a los de sus esposas, novias o exparejas.

Organizaciones de incuestionable prestigio, como ‘Save the Children’, se esfuerzan por llamar nuestra atención sobre el drama de muchos menores que sufren violencia sexista directamente. Niños y niñas que presencian, a veces durante años, cómo su padre maltrata a su madre en la intimidad de la casa, y que se ven atrapados en una espiral de violencia interminable, y el silencio como única respuesta.

A menudo nos resistimos a reconocer las graves consecuencias que la violencia machista tiene sobre estos menores, los grandes olvidados, las víctimas invisibles de esa violencia.  La violencia de género la sufren las mujeres, pero también sus hijas e hijos.  Muchos niños y niñas son testigos directos del maltrato a su madre, otros son asesinados por sus padres o exparejas de sus madres, sin olvidar a todos los niños y niñas que han quedado huérfanos de madre por haber sido asesinadas por estos agresores.

Es sabido que, en muchos de estos casos, no hay noticia policial ni judicial.  Y, cuando hay denuncia, no siempre se adoptan las medidas adecuadas para proteger a víctimas tan vulnerables. Desde la Administración de Justicia, a menudo hay demasiadas reticencias para privar a estos maltratadores de la patria potestad, de la guarda y custodia, o suspenderles el régimen de visitas con los hijos menores.  Muchas mujeres que han vivido inmersas en la violencia durante años, relatan cuando han reunido el suficiente coraje, ante los Jueces y profesionales diversos, que no han denunciado, y han “aguantado” por sus hijos.

A estas alturas de desarrollo de las leyes contra la violencia de género, en la que contamos con recursos y protocolos específicos de aplicación para estos casos, y conociendo los efectos perniciosos de la violencia machista en los hijos, que deja secuelas irreversibles en muchos casos, es urgente que los poderes públicos y los profesionales de todos los ámbitos (servicios sociales, jurídicos, educativos, judiciales, etc), respondamos con firmeza y sin ambigüedad ante semejante lacra. Un padre que utiliza la violencia es un mal padre, y la defensa y protección de los menores que la sufren exigirá utilizar toda la batería de medidas policiales, judiciales y sociales, destinadas a alejar al menor de quien, lejos de protegerle, le causa tanto daño.

Juana Balmaseda

Vocal de la Subcomisión de Violencia sobre la Mujer del Consejo General de la Abogacía Española

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