90 Años de Congresos de la Abogacía
Con motivo de la celebración del IX Congreso de la Abogacía Española, que tuvo lugar en Zaragoza, y que se llevó a cabo cuando se cumplían 90 años desde la primera cita de los abogados de toda España, en el año 1917, se elaboró este especial que resume casi un siglo de citas congresuales de la Abogacía.
Esta tendencia queda demostrada por el hecho de que, si bien las circunstancias históricas impidieron que en los primeros años los Congresos se celebraran de una manera más continuada, poco a poco comenzó a vislumbrarse la necesidad de que estos encuentros se celebraran con una mayor cercanía en el tiempo, hasta llegar a la situación actual, en la que con una periodicidad de cuatro años, con Juntas de Gobierno celebradas dos años después de cada uno de los Congresos, queda de manifiesto que la Abogacía apuesta por la apertura y el espíritu democrático para resolver sus problemas y mejorar el ejercicio de la profesión hablando de forma colectiva.
Si bien fue a partir de la creación del Consejo General de la Abogacía en 1943 cuando la actividad congresual comenzó a tener un mayor dinamismo –especialmente con la presidencia de Eugenio Gay, que se miró en el espejo de las organizaciones internacionales deabogados y su intensa dinámica de reuniones- lo cierto es que ya en aquel lejano 1917 la idea de una organización que agrupara a todos losabogadosy que velara por los intereses de la profesión ya estaba presente.
El Congreso de San Sebastián, ciudad que albergó esta primera experiencia, ya demandaba también una regulación del acceso a la profesión, aunque su devenir estuvo marcado irremediablemente por dos acontecimientos históricos: la I Guerra Mundial y la dictadura del General Primo de Rivera, frente al que algunos de los grandesabogadosasistentes defendieron su condición democrática y su espíritu humanitario.
Tuvieron que pasar 15 años para que se celebrara un nuevo Congreso, esta vez en Madrid y en plena II República. En ella participaron personalidades históricas de la Abogacía como Melquíades Álvarez y Osorio y Gallardo, junto con más de 400abogados. En ésta ocasión, la necesidad de crear una institución que uniera a todos los colegios quedó especialmente patente. Las circunstancias políticas que se vivían, no quedaron, una vez más, al margen, y por ello el Congreso rechazó las leyes de excepción impuestas por el Gobierno, y las violaciones de la independencia y la seguridad sobre el ejercicio de la Abogacía.
La Guerra Civil y la terrible post guerra que vivió España obligaron a que no fuera hasta el año 1954 cuando se celebrara el tercer Congreso de la Abogacía, con Valencia con anfitriona. Este sería el primero de los dos congresos celebrados bajo el régimen franquista, aunque en éste caso, y pese a las demandas de cambios en la legislación, así como una modernización de la profesión y un apuntalamiento de las garantías para ejercer la Abogacía, sus peticiones fueron mayoritariamente rechazadas.
El año 1970 sería testigo de uno de los Congresos más importantes de los celebrados hasta ahora. La cita fue en León y el momento requería un cambio en la Abogacía. El franquismo agonizaba, se vislumbraba una transición que comenzaría cinco años después, y la sociedad española no era la misma que la de 1954. Por todo ello, los asistentes a este Congreso demandan modernizar la profesión para hacer frente a las nuevas necesidades de la sociedad, y no dudan en defender los derechos humanos y las libertades fundamentales ante el Tribunal de Orden Público, además de reclamar una amplia reforma del sistema jurídico y, entre otros, de los derechos de la mujer, y sentar las bases del Estatuto de la Abogacía aprobado en 1982. No en vano, la cita de León es recordada como el “Congreso de ruptura”.
Finalizada la dictadura, y ya con una Constitución aprobada y una democracia asentada, la Abogacía no vuelve a celebrar un nuevo Congreso hasta 1989, en Palma de Mallorca. En ésta ocasión, sus conclusiones dejan claro que se sigue luchando por las mismas aspiraciones y critica duramente la crisis de la administración de justicia, al tiempo que pide respeto y protección de los derechos humanos, y expresan su preocupación por la tutela judicial efectiva y la situación del Estado Social y Democrático de Derecho.
El Congreso de La Coruña de 1995 marcaría un punto de inflexión en la historia de los Congresos, ya que desde entonces comienzan a celebrarse cada cuatro años y se inicia unaclaravocación internacional para situar a la Abogacía Española entre la élite mundial, especialmente en el entorno de la Unión Europea. Además, este Congreso sienta las bases de la Ley de Asistencia Jurídica Gratuita que se aprobaría un año después, en 1996.
Esta proyección internacional y especialmente enfocada al espacio europeo queda más patente en el siguiente Congreso, celebrado en 1999 en Sevilla. Allí, quedó constancia de la necesidad de avanzar en la armonización jurídica europea y en la competitividad de la profesión, así como en la deontología profesional, una constante en las preocupaciones de la Abogacía durante casi todos sus congresos, y que finalmente queda satisfecha en junio de 2000, cuando el pleno del CGAE a prueba su Código Deontológico.