07 agosto 2025

El arte y la vida. Un comentario sobre “Las Vidas de Sing Sing”

Por Juan Pablo Ortiz de Zárate, miembro del Servicio de Orientación Penitenciaria del Colegio de Abogados de Zaragoza.

Sin ánimo de resultar naif, recitar versos en el interior de una prisión puede tener propiedades terapéuticas, si se dan las condiciones adecuadas. Las calidades de la palabra poética alcanzan a la vez peso y altura, lejos de las frialdades judiciales y administrativas, y permiten encontrar una belleza inesperada en la que pueden reconocerse y transitar las personas presas. Si a ello añadimos el juego de la representación y las convenciones del teatro, la experiencia resulta insólita y enriquecedora.

“Las vidas de Sing Sing” es una película de 2023, estrenada en Estados Unidos en 2024, y que fue nominada a los Óscar 2025 en las categorías de mejor actor, mejor guion adaptado y mejor canción original, aunque finalmente no ganó ningún premio. Su productora es la norteamericana A24, cuya gran apuesta en los Óscar de este año no era la película que se comenta, a pesar de sus nominaciones, sino “The Brutalist”, que consiguió tres estatuillas de las diez nominaciones que recibió. A pesar de lo anterior, puede decirse de “Las vidas de Sing Sing” que se trata de una auténtica “tapada”, oculta por otros títulos más populares o aclamados, y una de las películas más interesantes del año, tanto más cuanto que pasó de puntillas por las carteleras, como todo lo que trata de verdad de la cárcel y de las personas presas.

Estamos hablando en este caso de cosas serias, y no de mero entretenimiento. Hablamos de la cárcel de máxima seguridad de Sing Sing, en el estado de Nueva York, y de personas que en su mayoría han cometido graves delitos. En medio de este panorama ciertamente poco halagüeño, desde hace treinta años funciona en esa prisión un programa de tratamiento conocido como “Rehabilitación a través de las artes escénicas” (RTA en inglés), que selecciona presos para poner en el escenario espectáculos de teatro y danza, desde “El Rey Lear” de Shakespeare, hasta la comedia más disparatada, donde se funden en uno -como sucede en la película- el viejo Oeste americano, los egipcios, Hamlet o Freddy Kruger, entre otros ingredientes. Los presos participan en la elección de la obra y en el casting, bajo la batuta de un veterano actor y dramaturgo que viene del exterior. La película, con una sencillez desarmante, va desplegando ante los ojos del espectador el programa penitenciario, mostrando cómo otra vida es posible incluso en las condiciones más extremas, donde las personas presas trabajan la expresión física y verbal, el autoconocimiento y la sensibilidad. Esos hombretones cuyas caras son auténticas declaraciones de intenciones, y algunas mujeres que se unen al espectáculo en su fase final -Sing Sing es actualmente una cárcel exclusivamente masculina-, muestran cómo el arte puede, si no salvar, al menos ayudar a vivir en las condiciones más difíciles.

Lo más extraordinario es que los actores de la película -salvo el protagonista Colman Domingo, y el tutor-director del programa- son antiguos expresidiarios de Sing Sing y del programa RTA, lo que da a sus intervenciones una veracidad que acerca al espectador a la verdad del documental. La película no muestra nada fuera de lo común, ninguna cumbre estética o artística, pero emociona comprobar cómo el Arte hace al hombre más humano, cómo le ayuda a conocerse mejor y a abrirse al mundo y a los otros.

Quizá la película no dibuje filigranas en el estudio de los diversos personajes, o puede parecer a más de uno que la trama es sencilla y previsible. Pero por encima de los tópicos carcelarios van despuntando valores que hacen brillar el conjunto desde debajo de los ropajes teatrales: el personaje de Colman Domingo, un preso dramaturgo y actor del que no sabemos gran cosa, pero al que vemos en su singular existencia cómo consigue transformar su estancia en prisión en un “viaje” intelectual que ayuda también a otros, mostrando un impresionante magnetismo que sobrecoge. Junto a él, el resto de los personajes palidece, pero ello no obsta para que el resultado final sea más que notable, inspirador, y ayude a entender a quienes tratamos con el entorno penitenciario que otra cárcel es posible y deseable.

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