19 junio 2023

Los estudiantes de Derecho son los menos interesados en usar IAs generativas, ¿por qué?

Jorge MorellPor Jorge Morell

Recientemente LexisNexis publicó una encuesta a abogados, estudiantes de Derecho y consumidores relativa al uso de ChatGPT y otras inteligencias artificiales generativas similares. En la misma los abogados indicaron que mayormente estaban usando ChatGPT para la investigación (59%), aumentar la eficiencia (54%), escribir correos electrónicos (34%) y la redacción de documentos (45%).

Como apunte, indicar que ChatGPT no es quizá la mejor herramienta para investigación. Si no, que se lo digan a Steven A. Schwartz, el abogado de la firma Levidow, Levidow & Oberman, que usó ChatGPT para redactar un escrito presentado al juez y la docena de precedentes citados por la herramienta eran completamente falsos e inventados.

Ése es uno de los motivos que preocupa a la comunidad legal, ya que ChatGPT y derivados se están implementando a gran velocidad en el día a día jurídico pero con una cierta falta de controles.

Sea como sea, uno pensaría que los más jóvenes del sector legal serían los más abiertos a este tipo de tecnologías. Son una generación alfabetizada digitalmente desde una edad temprana y muy receptiva a las nuevas tecnologías, a priori. Pero como otras veces he comentado, por desgracia una buena parte de la población joven del sector legal tiene una mentalidad muy conservadora. Mucho más de lo que uno podría pensar.

Por eso, aunque sigue sorprendiendo, la nueva encuesta de LexisNexis no deja de incidir en esa idea. Según la misma, los estudiantes de Derecho se encuentran entre los más aprensivos, especialmente cuando se trata de la forma en que se enseña el Derecho. Solo el 9% de los estudiantes encuestados dijeron que actualmente usan IA generativa en sus estudios y solo el 25% dice que tiene planes de incorporarla eventualmente en su trabajo.

¿Pero qué motiva esa desconfianza?

Para empezar, los estudiantes están preocupados por la precisión y validez de la investigación. Que ChatGPT se base principalmente en contenido web abierto, por tanto voluminoso y variado pero también menos de fiar, no ayuda ya que puede llevar a respuestas llenas de errores y desactualizadas.

“He visto instancias en las que ChatGPT inventa completamente estudios e información falsa y presenta esa información de una manera muy convincente”, dijo un estudiante de Derecho de primer año. “No estoy seguro de que necesariamente confiaría en él para hacer su propia investigación”.

Otro estudiante compartió un sentimiento similar, explicando que “ChatGPT ha demostrado repetidamente que reporta serias inexactitudes como un hecho, y puede ser llevado a decir casi cualquier cosa con el mensaje correcto; incluso producirá citas falsas para acompañar sus afirmaciones falsas”.

“Me temo que la facilidad de uso y la capacidad de ChatGPT para producir mentiras que suenan plausibles llevarán a las personas a tomar su palabra como un hecho y sin verificar debidamente la precisión de todo lo que dice”, agregó.

Otro elemento que preocupa es la integridad académica. Muchos estudiantes temen que ChatGPT fomente el plagio, las trampas y otras formas de deshonestidad dentro de un contexto académico.

“Preveo problemas con la integridad académica, ya que los estudiantes más competitivos o ansiosos pueden intentar usar la IA de formas que no están expresamente prohibidas para salir adelante”, advirtió un estudiante de segundo año. “Esto requerirá que las facultades de Derecho adapten sus políticas de integridad académica al panorama cambiante”.

Este punto no solo afectaría a los estudiantes, también a los profesores.

“Los profesores tendrán que lidiar con la facilidad de acceso que otorga a los estudiantes y aprender a aumentar el rigor de otras maneras”, explicó un estudiante.

También es verdad que otros piensan que podría ser usado por los profesores como herramienta de enseñanza, para mostrar lo bueno y sus puntos débiles.

Por otro lado, muchos están convencidos de que inhibirá el pensamiento crítico. Después de todo, practicar el Derecho requiere establecer conexiones que pueden no estar obviamente relacionadas.

Muchos estudiantes creen que la inteligencia artificial, en su forma actual, no tiene la capacidad de comprender y emplear los matices que se requieren para un trabajo legal efectivo. El resultado: mayor eficiencia pero menor calidad en el producto del trabajo.

“Creo que la IA puede ayudar a los abogados a detectar problemas y desarrollar argumentos, pero también creo que el uso de la IA podría hacer que los abogados sean perezosos y no hagan su trabajo correctamente”, dijo un estudiante que informó que no tiene planes de usar la IA en este momento.

“Según mi experiencia, hace un buen trabajo en la redacción de correspondencia y resúmenes, pero a veces no da en el blanco de la ley”, coincidió otro. “Hay bastantes áreas grises cuando se aplica la ley a conjuntos específicos de hechos con los que la IA todavía no hace un gran trabajo”.

No es un debate nuevo que la Legaltech en general, y la inteligencia artificial en particular, van a crear a abogados más perezosos y “comodones” ya que se esforzarán menos en pensar y trabajar. Pero lo mismo se decía de la calculadora en los años 70 cuando llegaron las primeras de bolsillo, una de las tecnologías más controvertidas que hayan entrado en las aulas, y aquí seguimos. De hecho, en 2023 las Matemáticas han vuelto a ser la carrera con nota de corte más alta y donde el trabajo está garantizado.

Finalmente, los estudiantes están preocupados por las trayectorias profesionales. Es decir, si la IA generativa automatiza muchas de las responsabilidades asociadas con los puestos de nivel de entrada en una firma, a los estudiantes que han pagado mucho dinero por una concreta facultad de Derecho les preocupa el retorno de su inversión si ChatGPT o derivados se vuelve común en los despachos de abogados.

 

Además, si las IAs generativas reducen el trabajo pesado, eso también podría reducir el número de oportunidades de los juniors que históricamente han realizado ese trabajo pesado como parte de su formación y desarrollo profesional.

 

Sea como sea, la encuesta pone de manifiesto que los estudiantes son razonablemente cautelosos respecto al uso de estas tecnologías, y con razón viendo las noticias más recientes. Sin embargo, quizá son extra cautelosos ya que parecen visionarlas como un rival más que como un aliado. Lo que nos devuelve al eterno debate de la resistencia de la abogacía al cambio y en especial al tecnológico.

Sin embargo, es muy probable que este cambio haya llegado para quedarse, como hizo la calculadora de bolsillo hace 55 años. Solo que ahora la usamos en nuestro móvil.

Por tanto, con o sin ChatGPT, creo que no nos quedará otra que aprender a convivir con las inteligencias artificiales generativas.

 

 

 

 

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