06 junio 2022

El fracaso de Watson y su lectura Legaltech

Jorge MorellPor Jorge Morell

El pasado 21 de enero IBM anunció que vendía una parte significativa de Watson Health, la inteligencia artificial para el sector sanitario que creó en 2011. Los activos vendidos fueron la mayoría de datasets y software para reconocimiento de imágenes desarrollados para el proyecto. El importe total de la venta ascendió al billón de dólares, según lo publicado.

De esa noticia podían extraerse múltiples lecturas. Pero una que buena parte del sector tecnológico concluyó es que con esa venta se confirmaba que, en su versión médico, Watson había fracasado como sistema de diagnóstico. De hecho, ha sido un proyecto muy caro, ya que la empresa llegó a emplear a 7000 personas e invirtió 5 billones de dólares en adquisiciones a lo largo de casi una década para mejorarlo con lo último de lo último, tanto a nivel de talento como de recursos e innovaciones. Pero finalmente lo ha tenido que malvender, y eso que llevaba casi un año buscando comprador.

¿Pero como puede haber fracasado un proyecto con tantísimos recursos y talento dedicado durante casi una década?

El problema es que desde el inicio de su andadura, la inteligencia artificial médica conocida como Watson nunca llegó a ser muy lista: mayormente decía obviedades que cualquier médico razonable podía saber, hacía aportaciones no relevantes a los casos o directamente realizaba diagnósticos incorrectos y peligrosos. Pero claro, la publicidad y la prensa que lo acompañaron durante años no decían eso, precisamente.

De acuerdo, pero qué tiene que ver esto con el sector legal, se preguntarán muchos. Más de lo que parece.

Al poco tiempo de nacer Watson Health también nació su primo abogado, ROSS. De hecho, en la familia hubo incluso un Watson Compliance, especializado en la materia. ROSS ya cerró (y no de forma pacífica, ya que la empresa todavía está en pleito acusada de infracción de propiedad intelectual) y de Watson Compliance ya pocos se acuerdan.

La moraleja desde la perspectiva del sector jurídico y del Legaltech en particular en relación a todo lo anterior es que estaría bien que el sector legal no cayera en el mismo error que lo hizo el de la salud.

Diagnosticar correctamente un asunto legal puede ser tan complejo como uno médico. Pero en demasiadas ocasiones estamos rodeados de inteligencias artificiales maravillosas que aparentemente resuelven problemas legales muy complejos y a máxima velocidad. Ahora bien, las soluciones a problemas de salud son más o menos universales, pero las soluciones jurídicas pueden ser múltiples y variantes aunque estén separadas solo por unos pocos kilómetros de distancia.

Lo que vengo a decir es que la lección del Watson médico debería ser tenida en cuenta para no dejarnos llevar en exceso en el lado jurídico, no sea que suframos disgustos similares.

Obviamente la inteligencia artificial no desaparecerá del sector legal ni del sanitario. De hecho, no debe ya que es una gran herramienta y aporta en la actualidad ya gran valor en áreas como la contratación, entre otras.

Ahora bien, hay que entenderla con todas sus complejidades y limitaciones actuales, que no son pocas, por mucho que las notas de prensa, las ferias, los vídeos promocionales o los gráficos del metaverso pueden dar a entender otra cosa. Especialmente para el tipo de tareas que les queremos atribuir, la resolución de problemas jurídicos.

Por tanto, siempre será bueno poner entre muchas comillas la publicidad que la acompañe, no sea que nos llevemos un disgusto y con ello invalidemos el uso de la inteligencia artificial para las labores en las que sí ya es un activo valioso.

Después de todo, tuvo razón Sherlock Holmes y Watson fue más elemental de lo que pensábamos.

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