22 abril 2014

Los menores y el aumento de conductas de maltrato

Hace unos días tuve el placer de compartir una mesa redonda con distintos profesionales para tratar el tema de la violencia de género, y me llamó la atención especialmente uno de los datos que se puso sobre la mesa, el importante crecimiento que están experimentando los actos de violencia cometidos por menores en el seno de su familia.

Y es que cada vez es mayor el número de menores, que, con absoluta normalidad, se han acostumbrado a ejercer una violencia psicológica y/o física sobre los familiares con quienes conviven, que suelen ser sus progenitores.

Esta situación, que, por estar circunscrita al ámbito familiar, inicialmente puede pasar desapercibida en materia de violencia de género, debe ser sin embargo objeto de análisis, no sólo por la gravedad de la conducta en sí, sino porque además se están generando conductas que en un futuro van a trascender sin duda alguna a la relación de pareja que tenga el menor, en este caso varón.

¿Qué ocurrirá cuando este menor inicie en su día una relación de pareja? ¿Cabe esperar que el trato hacia la misma se base en el respeto y en la igualdad?

¿Es posible que alguien cuyo comportamiento habitual se ha basado en insultar, vejar, manipular e incluso agredir a las personas que le son más cercanas, pueda reconducir dicho comportamiento por el mero hecho de tener una pareja?

Y lo que es más, ¿y cuando conviva con ella? ¿Va a modificar la conducta de maltrato que lleva ejercitando con quienes ya ha convivido?

Sin ánimo de ser pesimista, lo cierto es que con toda probabilidad el maltrato que inicialmente se dirige hacia un ámbito familiar, con posterioridad va a ser redirigido hacia la pareja, situación que se agravará cuando se inicie la convivencia.

Por eso hay que insistir en la importante labor a realizar con los menores en todos los ámbitos, pero fundamentalmente el educativo, para prevenir las conductas de violencia de género. Es indispensable concienciar a los menores del rechazo que debe provocar el más mínimo atisbo de maltrato hacia la mujer. Siendo igualmente importante atajarlo con los medios que otorga la ley penal del menor.

Sin embargo, dado que los menores cuando tienen una relación de pareja rara vez conviven, no debemos perder de vista igualmente, las situaciones de maltrato familiar, el que ya se está ejercitado sobre aquellos con quienes sí convive. Es igualmente indispensable la labor de prevención en este tipo de maltrato, así como la sanción del mismo de conformidad con lo previsto en la ley penal del menor.

No podemos permitir que estas situaciones vayan en aumento, ya que con ello crecerá el número de menores cuyo comportamiento habitual no es otro que maltratar a quienes les rodean, actualmente sus familiares, y en el futuro su pareja.

No obstante lo anterior, y por lanzar un mensaje positivo, lo cierto es que confío en que la labor que se realiza con lo menores desde todos los campos dé sus frutos, y que las nuevas generaciones crezcan así en el rechazo más absoluto al maltrato, ya que son ellos quienes tienen en su mano erradicar la lacra de la violencia de género.

 Ana María Molina Caro, abogada

 

 

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