07 febrero 2024

Adiós a Joaquín García-Romanillos, un humilde maestro del Derecho

El profundo dolor de la pérdida no deja mucho espacio al recuerdo sereno. El mío, como no puede ser de otra forma, es triste por la ausencia, pero sereno en la memoria. Desde que lo conocí, en el cruce de siglos, Joaquín despertó en mí una profunda admiración; sentí que debía considerarlo en muchos aspectos como un referente.

De izda. a dcha: Joaquín García-Romanillos; Victoria Ortega, presidenta del Consejo General de la Abogacía Española; y Andrés de Diego, decano del Colegio de la Abogacía de Cantabria

Había sido diputado en las Cortes Constituyentes, alto cargo en el Ministerio de Justicia que estructuró la transición para adaptar nuestro juzgados y tribunales a la democracia y después un verdadero líder en uno de los principales despachos de nuestro país, Gómez Acebo y Pombo.

En el mismo instante en que me lo presentaron reconocí en él a un hombre cálido, tremendamente humano, alguien a quien resultaba sencillo considerar un amigo. No le faltaba nunca una palabra amable, un gesto tranquilizador.  Esa serenidad constante le nacía de su conocimiento y de experiencia, pero también de su seguridad en que las buenas formas eran siempre la mejor forma de aportar allí donde se encontraba.

Joaquín fue mi predecesor al frente Secretaría General del Consejo General de la Abogacía, puesto que ejerció entre los años 2007 y 2011. Para quienes no lo trataron entonces no está demás contar que él fue una pieza clave en la transformación de la institución. Acumulaba mucho conocimiento tanto del mundo del Derecho como de la gestión y quería que el Consejo General fundiese lo mejor de ambos mundos para elevar la condición de abogado al puesto que consideraba le correspondía.

Ese instinto transformador que nos infundía Carlos Carnicer encontró en Joaquín uno de los más eficaces colaboradores. Tenía un enorme sentido de la responsabilidad y creía que, además de defender los derechos de sus clientes, estaba obligado a defender los del conjunto de compañeros en los despachos allí donde se hallaran. A él le debemos muchas de las cosas que es hoy la abogacía de nuestro país.

Hace solo un par de semanas me trasladó su pena por no poder asistir a la reunión del jurado que anualmente premia al mejor microrrelato del concurso que promueven el Consejo General y la Mutualidad. Incluso en sus últimos días sentía faltar a sus compromisos.

Con la marcha de Joaquín García Romanillos se muere uno de los referentes de la abogacía de nuestro país, una pieza insustituible en la transformación de las instituciones colegiales, un maestro humilde que siempre quiso aportar sin buscar jamás el protagonismo. Se va un amigo.

Descanse en Paz

Victoria Ortega

Presidenta del Consejo General de la Abogacía Española

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