01 marzo 2019

Proteger y salvar nuestra fauna con simples acciones individuales

Sònia Carbó Serra. Abogada. Miembro de la Comisión para la Protección de los Derechos de los Animales del Colegio de Abogados de Girona

Todos los amantes de los animales tenemos muy presente el cuidado diario de nuestros perros, gatos, pájaros… que conviven con nosotros y forman parte de nuestra familia. Pero también debemos tener en cuenta que, con simples acciones individuales en nuestros actos cotidianos, podemos colaborar en la protección global de la familia animal y de su hábitat natural, en el sentido más amplio. Debemos cuidar, en la medida de nuestras posibilidades, los parques, refugios salvajes y otros espacios naturales que se encuentran en nuestra comunidad, y así conseguiremos que las comunidades de animales y plantas que conviven en un mismo medio se interaccionen y se protejan entre sí.

Esta simbiosis implica que la fauna autóctona provee de alimento y refugio a la naturaleza salvaje. Por ejemplo, insectos como las abejas polinizan las plantas. En los últimos años, la peligrosa difusión de especies no nativas ha creado un gran impacto en las nativas en todo el mundo que, en algunos casos, ha llevado a la extinción de especies autóctonas.

Desde un punto de vista colectivo, nuestro ordenamiento jurídico regula esta protección al medio ambiente. Así por ejemplo, en el ámbito penal, se castigan los delitos relativos a la ordenación del territorio y los relativos a la protección del patrimonio histórico, del medio ambiente, de la flora y fauna y de los animales domésticos, regulados en los artículos 332 a 337 bis, del Código Penal.

Estos delitos castigan aquellas conductas que ponen en peligro el medio ambiente en su acepción más amplia, siendo objeto de protección penal el territorio, el patrimonio histórico, los animales y la flora y fauna. Respecto a la protección que dispensa a los animales, se pretende conservar la pureza de las razas autóctonas, especialmente las protegidas, evitando su desaparición. Por ello, es ilícito introducir o liberar especies no autóctonas en el medio terrestre o bien en un medio acuático o incluso aéreo, con posibilidad de que resulte perjudicado el equilibrio biológico. La pena prevista para este tipo de actos es de prisión de cuatro meses a dos años o alternativamente pena de multa de ocho a veinticuatro meses. Queremos destacar el artículo 339 del Código Penal, según el cual: “Los jueces o tribunales ordenarán la adopción, a cargo del autor del hecho, de las medidas necesarias encaminadas a restaurar el equilibrio ecológico perturbado, así como de cualquier otra medida cautelar necesaria para la protección de los bienes tutelados en este Título”.

Pero además de la protección jurídica que se dispensa desde el colectivo, debemos preguntarnos qué podemos hacer nosotros, individualmente, para proteger y cuidar las especies propias de nuestro entorno que están en peligro, o que pueden estarlo en un futuro.

En primer lugar debemos ser conscientes de la fantástica y maravillosa vida salvaje que nos rodea, para poder transmitirlo a nuestra familia y amigos. Las acciones de concienciación son muy variadas, y para empezar debemos conocer nuestro entorno más próximo, visitando parques naturales, refugios y otros espacios naturales. También podemos incorporarnos como voluntarios en dichos parques o espacios naturales, prestando nuestros servicios según las necesidades específicas de cada espacio, colaborando, por ejemplo, en las tareas de observación del comportamiento de la fauna, como podrían ser las aves.

En segundo lugar, desde nuestro hogar también podemos actuar de manera protectora con nuestro entorno, con pequeñas acciones fáciles y accesibles. Así, por ejemplo, reduciendo el uso de agua en el hogar y en el jardín, desinfectando las zonas en qué suelen bañarse los pájaros para evitar transmisión de enfermedades, evitando colisiones de pájaros en nuestras ventanas, haciéndolas visibles con adhesivos o rejas… Otras acciones cotidianas serían reciclar envases y plásticos; comprar productos sostenibles, como el papel reciclable; utilizar el bambú como sustitutivo; no comprar maderas de zonas deforestadas, puesto que una consecuencia de la deforestación es la pérdida de biodiversidad, ya que desplazan a numerosos seres vivos que habitan en dichos bosques, al mismo tiempo que se eliminan corredores naturales; reciclar los teléfonos móviles y los aparatos electrónicos, que contienen minerales muy perjudiciales para el hábitat; eliminar el uso de aceite de palma, cuyo cultivo provoca la destrucción de grandes áreas de bosques tropicales, hábitat natural de animales como los rinocerontes, elefantes o tigres; eliminar el uso de herbicidas y pesticidas, muy perjudiciales puesto que destruyen suelos fértiles y tardan en degradarse, provocando el envenenamiento de animales. Los anfibios son particularmente vulnerables a estos químicos y sufren gravemente el resultado de pesticidas en su hábitat.

En nuestros viajes, también podemos proteger nuestro entorno. Así, cuando circulamos por carreteras que cruzan zonas en las que viven animales, debemos tener especial precaución, reduciendo la marcha, especialmente en las áreas rodadas con carreteras que dividen hábitats, y dónde los animales cruzan habitualmente de un lado al otro.

Afortunadamente, cada vez más, la construcción de carreteras intenta ser respetuosa con el medio que la rodea, teniendo especial cuidado con las zonas que pueden tener tránsito de animales. Así, en muchas zonas se han creado los pasos de fauna, que permiten que las carreteras pasen por una zona sin molestar a la fauna que allí habita. Estos pasos de fauna pueden ser puentes o túneles cuyo objetivo es evitar atropellos y accidentes de los animales que transitan en la zona. En nuestro país contamos con varios túneles que protegen nuestra fauna de atropellos. Así, por ejemplo, en el Parque Nacional de Doñana, la inversión en pasos de fauna ha sido mayor en los últimos años debido a la necesidad de preservar el lince ibérico, aunque no es el único animal que pasa por estos túneles, ya que jabalíes y demás especies del Parque Nacional, los utilizan, alejándose de los peligros de la carretera. Otro ejemplo es el paso que cruza por encima la A-66, en el tramo de autovía entre Benavente y León. Esta zona tiene una fauna muy variada, y por tanto un paso de este tipo es necesario para que corzos, zorros o jabalíes puedan evitar los problemas que supone intentar cruzar una autovía.

Durante nuestras vacaciones, debemos ser especialmente cautelosos con la compra de los llamados “souvenirs exóticos”, puesto que la mayoría afectan a especies en peligro de extinción. Debemos evitar la compra de corales, conchas de tortuga, marfiles, pieles de tigre, de oso polar, de cocodrilo, animales como loros o macacos, productos medicinales cuyo origen son animales como tigres u osos negros asiáticos, entre otros. Debemos ser conscientes que si compramos este tipo de productos, además de contribuir a la extinción de especies protegidas, contribuimos al mercado ilícito de estos productos, así como a prácticas ilegales de caza furtiva.

Debemos concienciarnos que nuestro entorno debe ser protegido, y aunque la máxima protección tiene que provenir del colectivo, de las instituciones y de las políticas públicas, nosotros, individualmente, debemos participar de esta protección. Así conseguiremos que nuestro entorno, de forma natural, nos siga proporcionando aire fresco, aguas transparentes, fuentes de medicinas naturales…. Es conocido por todos que las zonas protegidas son fuente de vida salvaje autóctona, y para que se mantenga esta fuente de vida, debemos preservar su entorno.

Además de los gestos de cada uno, del compromiso individual que adquirimos protegiendo nuestro entorno natural más cercano, tenemos que pensar también que cualquier tipo de actividad humana tiene un impacto, por pequeño que sea, en los ecosistemas naturales y muchos de ellos son aplicables en nuestra vida cotidiana. Es importante destacar que, muchos daños irreparables, a la flora y fauna mundial han sido y son consecuencia directa de nuestra actividad humana. En definitiva, todas estas acciones a título individual, deben tener una repercusión a nivel global. Debemos pensar globalmente y actuar localmente.

Finalmente, es muy recomendable buscar información y suscribirnos a páginas de Internet que informen sobre la fauna y flora que nos rodea, sus costumbres y movimientos

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