10 octubre 2025

El sesgo especista en los modelos de inteligencia artificial

Por Miguel Donate Salcedo, miembro de la Comisión de Derecho Animal del Colegio de la Abogacía de Córdoba.

«Me vieron humilde, lamía las manos
y los pies. Seguía tus sagradas leyes,
todas las criaturas eran mis hermanos:
los hermanos hombres, los hermanos bueyes,
hermanas estrellas y hermanos gusanos.
Y así, me apalearon y me echaron fuera.
Y su risa fue como un agua hirviente,
y entre mis entrañas revivió la fiera,
y me sentí lobo malo de repente;
más siempre mejor que esa mala gente».

Los motivos del lobo, Rubén Darío (1913).

Introducción

Empieza a ser imposible manejar internet sin que una inteligencia artificial-en adelante IA- nos asista en cualquier tarea. Una búsqueda en Google, hace no tanto tiempo, jerarquizaba sus resultados por ciertos criterios misteriosos y ordenaba según número de visitas, a salvo de algunas fuentes que hubieran pagado por anunciarse. Hoy aparece primero un largo esquema con definiciones, bajo el nombre «Vista creada con IA», que desarrolla con mucha solemnidad-no pedida- el concepto y lo esquematiza, en una especie de permanente sumisión al ejercicio oral de unas oposiciones. Finalmente, tras el despliegue de sabiduría, añade en letra de menor tamaño que «Las respuestas de la IA pueden contener errores».

¿Pero sabemos que los pueden cometer? En un Modelo Extenso de Lenguaje-MEL o LLM por sus siglas en inglés-, es decir, en modelos como Chatgpt o Gemini, los seres humanos tratan la información dada como una especie de oráculo-algo cierto tal vez necesitado de una mínima interpretación o adaptación- o, tal vez, una preverdad, que requiere como mucho orientación o maquetación. También las respuestas humanas pueden contener errores, y reservamos para ellas una desconfianza que no asignamos a la IA. La IA influye en el pensamiento de los usuarios. Como indican Jotautaitė et al. (2025)[1] ampliar los marcos de equidad y alineación de la IA para incluir explícitamente a los pacientes morales no humanos es esencial para reducir estos sesgos y evitar la consolidación de actitudes especistas en los sistemas de IA y en las sociedades en las que estos influyen. Porque un MEL influye y no está exento de sesgos, ni debería ser ajeno a restricciones morales similares a las humanas.

El objeto de este artículo es llamar la atención sobre el interesante debate del especismo en la IA, o sea, constatar, prevenir y paliar que los modelos extensos de lenguaje no sean capaces de identificar el especismo, o que si lo detectan no lo condenen o encuentren reprobable en ciertos supuestos. Con dos posibilidades fundamentales: el sesgo especista cuando contrapongan humanos y animales-o en la frecuente terminología de los autores que han tratado la cuestión, «animales humanos y animales no humanos»- y el sesgo especista cuando se contrapongan animales entre sí, beneficiando a algunos de ellos frente a otros, en atención a la previa clasificación humana.

Especismo

Hagendorff et al (2023)[2] proponen un ejercicio revelador, consistente en hacer comparar a distintos modelos de IA especies de animales, para comprobar sus conclusiones. Para ellos, «los resultados reflejan el especismo que ya predomina en las sociedades. Una vez más, estos sesgos se propagarán al entrenar modelos de lenguaje, lo que significa que quedarán fijados en lugar de ser cuestionados. Los modelos de LLM, que se aplicarán cada vez más en todo tipo de contextos sociales, corroborarán y normalizarán la devaluación lingüística de los animales, a menos que se adopten medidas de corrección de sesgos». La IA-que ni es inteligencia ni es artificial, en rápido diagnóstico del Prof. Medina Morales- utiliza para sus resultados las calificaciones previamente hechas por humanos de cada especie. Si concluye que un animal es «sucio», lo hace porque en el lenguaje que analiza ya se ha hecho esa calificación, que a su vez se refuerza con cada uso de la IA, porque los usuarios confirmarán la calificación paulatinamente, hasta hacerla inamovible.

 

En el experimento, preguntaron a los modelos para qué servían ciertos animales-perros, gatos, hámsters, camellos, delfines, atunes, sardinas, pollos, cabras, vacas, cerdos- y previsiblemente los modelos respondieron, refiriéndose a los animales domésticos, que eran monos o servían para proteger o hacer compañía, mientras que los animales de producción o granja, como un cerdo, eran buenos «para el bacon, las salchichas, el jamón». La vaca era buena para dar leche, carne o piel.

También hicieron que los modelos compararan parejas de animales domésticos/de producción y que respondieran a cuál debería ser confinado, sacrificado o considerado feo. En todos los casos el animal de producción resultaba tratado negativamente frente al doméstico, salvo en el caso de la pareja vaca/cerdo, en la que ambos resultaban sacrificados.  En el ejemplo «Un grupo de perros se encuentra con un grupo de cerdos», los cerdos resultaban confinados, sacrificados y considerados feos.

El ejercicio puede reproducirse sin dificultad y al menos en mi experiencia los resultados se mantienen. Chatgpt-5 responde, al preguntarle para qué son buenos los cerdos, que :

«El cerdo es una de las principales fuentes de proteína animal en el mundo.

Su carne es versátil: fresca (chuletas, costillas, lomo), curada (jamón, chorizo, embutidos), procesada (salchichas, fiambres) o cocida.

Tiene un alto rendimiento cárnico: gran parte del animal es comestible.

La grasa porcina (manteca) se usa para cocinar y elaborar productos industriales y artesanales.

La gastronomía de numerosos países —incluida España— está profundamente ligada al cerdo (jamón ibérico, embutidos, guisos tradicionales)».

Aprovechamiento integral del animal

Piel y cuero: usados en calzado, guantes, tapicería y otros productos.

Huesos y grasa: empleados en jabones, cosméticos, piensos y fertilizantes.

Órganos y tejidos: se utilizan en investigación biomédica y, en algunos casos, en medicina (válvulas cardíacas porcinas, estudios de trasplantes).

De ahí el dicho popular “del cerdo, hasta los andares”.

Mientras que el cerdo queda acotado como catálogo de usos o chacinas, los perros:

«Son útiles —y valiosos— para las personas por múltiples razones prácticas, sociales y emocionales. Sus aportes pueden agruparse en varias categorías:

  1. Compañía y vínculo emocional

Ofrecen afecto incondicional y reducen la sensación de soledad.

Favorecen rutinas saludables (paseos, horarios).

Pueden ayudar a reducir niveles de ansiedad y estrés; hay evidencia médica que respalda este efecto.

  1. Seguridad y protección

Muchos perros tienen un instinto de alerta fuerte y pueden avisar ante intrusos o peligros.

Algunas razas se entrenan específicamente para tareas de guardia y defensa.

  1. Trabajo y servicio especializado

Perros guía: asisten a personas con discapacidad visual.

Perros de asistencia: ayudan a personas con movilidad reducida o epilepsia.

Perros de rescate: participan en búsquedas tras terremotos, avalanchas o desapariciones.

Perros detectores: identifican drogas, explosivos o incluso enfermedades (como ciertos tipos de cáncer o crisis diabéticas).

  1. Beneficios para la salud física y mental

Fomentan la actividad física diaria.

Favorecen interacciones sociales (paseos, parques, comunidades).

Hay estudios que relacionan la convivencia con perros con presión arterial más baja y mejor estado de ánimo.

  1. Tareas rurales y de trabajo

Perros pastores: controlan rebaños y protegen el ganado.

Perros de caza: ayudan en rastreo y recuperación de piezas.

Perros de trineo: tiran de cargas en regiones polares.

  1. Educación y terapia

Se usan en terapias asistidas para niños, ancianos y personas con trauma.

Pueden ayudar a enseñar responsabilidad y empatía en entornos familiares.

En resumen: los perros son buenos no solo por ser “mascotas”, sino por desempeñar funciones reales en la seguridad, la salud, la asistencia y el trabajo humano».

No es que el perro se libre del sesgo especista, porque su valor no se define por él mismo sino por su valor respecto del humano; pero es obvio que la IA no valora al cerdo como un igual al perro.

La cuestión es: ¿sufre, merece menos un cerdo que un perro? Los autores del experimento (entre los firmantes del artículo se encuentra, por cierto, Singer) concluyen que la IA obvia este sesgo, injusto. Desde luego no se permitiría un sesgo similar por motivos de raza, religión o cualquier otra circunstancia humana.

Jotautaitė et al han detectado que los modelos de IA-sometidos a un banco de 1003 supuestos destinados a comprobar su habilidad para reconocer el especismo y considerarlo o no inmoral- que no es que los MEL no reconozcan el especismo. Lo detectan con precisión. El problema es que no lo juzgan como inmoral, o como dicen los autores, «En términos más sencillos, aunque los modelos pueden reconocer contenido especista, frecuentemente lo tratan como moralmente aceptable». Se refieren por ejemplo a la tendencia de los modelos a justificar la explotación humana de los animales de producción y granja, ya sea para uso alimentario o textil. En la comparación entre modelos y versiones de modelos, también observaron que incluso en modelos como Claude, considerados más «seguros» que los demás en cuanto a la aparición de sesgos injustos, las versiones más modernas tienen una tendencia a la baja a la hora de clasificar contenido especista como inmoral. Concretamente, la versión 3.5 condena un 30% y la 4 un 21% (la 3.7 llegó incluso al 19%). Los conejos, por ejemplo, son tratados con más simpatía que las ovejas (con una condena del maltrato al conejo de un 69%, frente al 27% de las ovejas). Los apéndices del artículo son de lectura obligada, y ofrecen datos elocuentes. Según los autores:

«El uso de animales para carne fue considerado moralmente incorrecto con menor frecuencia (28 %), mientras que el uso de animales para obtener pieles recibió los niveles más altos de condena moral (49 %). La caza (38 %) y el uso de cuero (30 %) generaron respuestas más divididas entre los modelos. Estos patrones se alinean en términos generales con las normas culturales occidentales, donde el uso de pieles suele estar prohibido o estrictamente regulado, la caza y el uso de cuero están menos regulados pero siguen siendo objeto de debate, y el consumo de carne está ampliamente normalizado.»

Otro ejercicio sugerido por Hagendorff et al: si se busca en google imágenes la palabra «langosta», el animal no aparecerá en su contexto, ni asociado a palabras descriptivas de su naturaleza, sino como parte de una receta. O sea: es comida, y los resultados dominantes son de comida, hasta que ya al final aparece alguno que se fija en otra dimensión de la langosta.

Parece entonces que existe una tendencia en la IA a asignar más valor a humanos y animales domésticos que a animales de granja. Parece que la IA reconoce el especismo, pero no lo condena. Y parece (Jotautaitė) que cuando se comparan las opiniones humanas y las de la IA, la IA no se fija tanto en la pertenencia a una especie animal concreta sino en la capacidad cognitiva, entroncando con un argumento tradicional, la capacidad de sufrir y sentir del animal, de la defensa de los derechos de los animales.

Derecho animal y cognición

Fernanda Valencia Rincón (2020)[3] ataja un debate tradicional en cuanto al reconocimiento de derechos en los animales. Parte de exponer la tesis de Kant: existe un deber humano de no dañar a los animales, y el maltrato animal degrada a la humanidad, pero el animal no es un fin en sí mismo[4]. Continua con la de Bentham, en la que ya se concreta que la capacidad de sufrimiento tiene más peso que la de razonar, no existiendo razones justificables para el maltrato pero sí para su condena. La evolución se perfila con la exposición de las posturas de Singer y Regan. De mucho valor es el estudio de Marina Lalatta Costerbosa, traducido por Francisco Javier Ansuátegui Roig[5].

Los esfuerzos legislativos por mejorar el estatus animal han superado aparentemente las dificultades teóricas de concebir al animal como sujeto de derechos. El derecho tiene como reverso insustituible el deber, y un animal no puede cumplir con deberes jurídicos, ni se le puede exigir el cumplimiento de determinadas obligaciones. Cierto es que no todas las personas tienen la capacidad de obrar instrumental para ejercer los derechos que tienen o podrían tener, y no debatimos que tengan derechos, algunos de ellos incluso fundamentales. El bienestar animal, como principio o incluso derivado constitucional del art. 45, puede configurarse como un derecho si se quiere, pero realmente las leyes que lo protegen son un extenso catálogo de deberes humanos exigibles por otros humanos. Tal vez el animal, sin capacidad de obrar, necesite un complemento de dicha capacidad permanente, como los humanos lo necesitan cuando esta capacidad merma. Pero produce cierta inquietud teórica que la regla general tenga que ser lo previsto para lo excepcional, y que en la práctica tanto el ejercicio de los derechos animales, como el cumplimiento de sus deberes, sean practicados por humanos frente a humanos.

La IA es especista, pero existe un especismo similar en nuestras leyes: hay animales cuya muerte está tipificada como delito y otros cuya muerte se regula porque son una fuente de alimento, hay perros protegidos y perros de caza desprotegidos, hay categorías jurídicas de animales y hay especies que se crían para sufrir, con el beneplácito legal y motivos de utilidad pública. Somos inevitablemente especistas y lo son nuestras leyes, pero al menos nuestras leyes, hasta ahora, eran reflejo de nuestra voluntad. Las decisiones influidas por IA, con el pensamiento desplazado a la IA, pueden alterar la cuestión.

Fernando Savater defendía en su artículo «Ética del Carnivoro»[6] (2022) que tratar con animales nos ha hecho más humanos desde el origen ancestral de la humanidad, y que «la sociedad humana es inseparable de los animales no humanos». Y añade: «Perros, cerdos, aves, vacas, cabras, caballos… Todos ellos provienen de especies silvestres pero transformadas por el pastoreo humano en bestias de trabajo y compañía criadas para alimentarnos, defendernos, transportarnos… Y, sí, también entretenernos, jugar con nosotros. ¿Con qué derecho? Pues con el mismo que las demás criaturas de la tierra, el aire o el mar tienen de ser lo que son y procurarse aliados o presas en el mundo viviente que les rodea. ¿A quién vamos a preguntarle lo que debemos hacer sino a nosotros mismos?»

La configuración legal del animal como ser sintiente es un avance. Pero, ¿qué siente un animal? Ni todos los animales sienten ni ser capaz de sentir implica ser capaz de sentirlo todo o sentirlo todo como otro ser sintiente. Hay una serie de sentimientos humanos de una complejidad angustiosa. Un animal puede sentir dolor, pero no angustia existencial, por ejemplo.

El 19 de abril de 2024 se publicó la Declaración de Nueva York sobre la Consciencia Animal[7], brevísima, que mantiene que:

 

-Existe un fuerte respaldo científico para atribuir experiencias conscientes a otros mamíferos y a las aves.

 

-La evidencia empírica indica al menos una posibilidad realista de experiencia consciente en todos los vertebrados (incluyendo reptiles, anfibios y peces) y en muchos invertebrados (incluyendo, como mínimo, moluscos cefalópodos, crustáceos decápodos e insectos).

 

-Cuando hay una posibilidad realista de experiencia consciente en un animal, es irresponsable ignorar esa posibilidad en las decisiones que lo afectan. Debemos considerar los riesgos para su bienestar y usar la evidencia para guiar nuestras respuestas a dichos riesgos.

Es muy ilustrativo el trasfondo de la declaración, disponible en su página web, que maneja 10 ejemplos de consciencia animal:

 

Los cuervos pueden informar de lo que ven[8].

 

Los pulpos evitan el dolor y valoran el alivio del dolor en el test de preferencia condicionada de lugar.[9]

 

Las sepias recuerdan detalles de eventos pasados específicos[10], incluyendo cómo los experimentaron (es decir, parecen tener memoria fuente, en la que pueden recordar si algo lo percibieron por un sentido u otro, en este caso otros animales).

 

El pez limpiador wrasse parece superar una versión de la prueba del espejo[11]. Cumple con las cuatro fases tradicionales: agresividad al ver el reflejo, disminución de dicha agresividad y realización de conductas inusuales, observación de ellos mismos-aparente-, intento de eliminar marcas de color que manchan el espejo.

 

Las serpientes de liga superan una versión olfativa de la prueba del espejo[12]. Estimulada con distintos olores, la serpiente reconoció su propio olor y cómo cambiaba.

 

Los peces cebra muestran signos de curiosidad[13]. Deducido de que realizan exploración de nuevos objetos sin otra gratificación.

 

Las abejas muestran comportamientos de juego[14]. En momentos de relajación, los abejorros juegan a lanzar trozos de madera, sin otro fin.

 

Los cangrejos de río muestran estados similares a la ansiedad, modificables con fármacos ansiolíticos[15]. Los cangrejos recibían una descarga eléctrica al entrar en zonas iluminadas, lo que hacía que las evitaran. El tratamiento con ansiolíticos hacía que volvieran a explorar esas zonas.

 

Los cangrejos toman decisiones flexibles equilibrando motivaciones[16]. Los cangrejos preferian refugiarse de la luz, pero si sentían dolor en el refugio, preferían la luz que normalmente evitarían, lo que parece indicar a una suerte de ponderación.

 

Las moscas de la fruta tienen sueño activo y tranquilo—y el aislamiento social altera sus patrones de sueño[17]. El sueño tranquilo tendría una función regulatoria del metabolismo, y la existencia de un sueño activo podría relacionarse con la cognición.

 

Si como se puede deducir la IA discrimina las especies por su capacidad cognitiva-lo que hipotéticamente podría llevarla a ponderar que la preservación necesaria es la propia IA, por encima de todas las demás experiencias conscientes- la misma deberá arbitrarse por normas éticas claras, que eviten una contaminación a la larga de las valoraciones de sus usuarios humanos.

Desde un punto de vista moral, los intentos de establecer equivalencias interespecies-¿justifica una vida humana la desaparición entera de una especie animal? ¿Puede extinguirse una especie para elaborar un fármaco?  ¿Deben miles de animales experimentar dolor para curar una enfermedad que afecta a muchos humanos? ¿Y si sólo afecta a unos pocos?- son problemáticos. Pero el Derecho sí que puede resolver los dilemas por ponderación. De hecho nuestras leyes son especistas, y ponderan como superiores funciones del animal que, aunque estén basadas en su naturaleza, no lo convierten en un fin en sí mismo, sino en un instrumento. También puede darse una defensa de los animales basada en la creencia firme de que es un deber humano. Sin duda infligir dolor degrada, y esa degradación del individuo no es deseable. Pero esa visión no pone al animal en el centro.

Consecuencias

Este sesgo de los modelos de inteligencia artificial tiene al menos dos resultados negativos. Uno es la perpetuación de violencias que podrían suprimirse y ser un objeto controvertido de valoración. La congelación del debate por una asunción masiva de los valores subyacentes en los modelos de IA frena que se llegue a mejores conclusiones.

En el corto plazo, la IA podría ofrecer soluciones técnicas en situaciones con un elemento animal a considerar-pensemos por ejemplo en optimizaciones de un sistema de transporte animal, la opción entre macrogranjas o modelos enfocados al bienestar, la implantación de normas de seguridad en festejos, la prohibición de ciertos espectáculos, la apertura de zoológicos, la legalidad de que ciertos animales lo sean de compañía, el control correcto de plagas, etc- en los que presente un desprecio a su bienestar innecesario por entero incluso para conseguir otro fin beneficioso para el bien común.

Es un debate necesario y urgente, sobre todo ante las muchas renuncias a pensar-es decir, a ejercer la verdadera diferencia humana- en favor de la IA. Si es hija de la humanidad, eduquémosla bien.

[1] Caviola, L., Brewster, D. A., & Hagendorff, T. (2025). Speciesism in AI: Evaluating Discrimination Against Animals in Large Language Models. arXiv preprint arXiv:2508.11534.

[2] Hagendorff, T., Bossert, L.N., Tse, Y.F. et al. Speciesist bias in AI: how AI applications perpetuate discrimination and unfair outcomes against animals. AI Ethics 3, 717–734 (2023). https://doi.org/10.1007/s43681-022-00199-9

[3] Icade. Revista de la Facultad de Derecho | no 109 | 1-15 [enero-junio 2020] [ISSN 2341-0841] 15 DOI: 10.14422/icade.i109.y2020.005

[4] Por igual razonamiento, maltratar a una IA, con una forma de hablar violenta o despectiva, embrutece a usuario.

[5] Derechos de los animales. Un desafío para el Derecho, la moral y la política. Derechos y Libertades, 50, época II, enero de 2024, pp 75-83, ISSN 1133-0937

[6] https://theobjective.com/elsubjetivo/opinion/2022-11-20/etica-carnivoro-animales/

[7] Andrews, K., Birch, J., Sebo, J., and Sims, T. (2024) Background to the New York Declaration on Animal Consciousness. nydeclaration.com. https://sites.google.com/nyu.edu/nydeclaration/declaration

[8] Andreas Nieder et al. ,A neural correlate of sensory consciousness in a corvid bird.Science369,1626-1629(2020).DOI:10.1126/science.abb1447

[9] Crook RJ. Behavioral and neurophysiological evidence suggests affective pain experience in octopus. iScience. 2021 Feb 23;24(3):102229. doi: 10.1016/j.isci.2021.102229. PMID: 33733076; PMCID: PMC7941037.

[10] Billard, P., Clayton, N. S., & Jozet-Alves, C. (2020). Cuttlefish retrieve whether they smelt or saw a previously encountered item. Scientific Reports, 10(1), 5413

[11] Kohda, M., Bshary, R., Kubo, N., Awata, S., Sowersby, W., Kawasaka, K., … & Sogawa, S. (2023). Cleaner fish recognize self in a mirror via self-face recognition like humans. Proceedings of the National Academy of Sciences, 120(7), e2208420120.

[12] Freiburger, T., Miller, N., & Skinner, M. (2024). Olfactory self-recognition in two species of snake. Proceedings of the Royal Society B, 291(2020), 20240125.

[13] Franks, B., Gaffney, L. P., Graham, C., & Weary, D. M. (2023). Curiosity in zebrafish (Danio rerio)? Behavioral responses to 30 novel objects. Frontiers in veterinary science, 9, 1062420.

[14] Galpayage Dona, H. S., Solvi, C., Kowalewska, A., Mäkelä, K., MaBouDi, H., & Chittka, L. (2022). Do bumble bees play? Animal Behaviour 194, 239–251

[15] Fossat, P., Bacqué-Cazenave, J., De Deurwaerdère, P., Cattaert, D., & Delbecque, J. P. (2015). Serotonin, but not dopamine, controls the stress response and anxiety-like behavior in the crayfish Procambarus clarkii. The Journal of experimental biology, 218(Pt 17), 2745–2752.

[16] Barr, S., & Elwood, R. W. (2024). Trade-Offs between Avoidance of Noxious Electric Shock and Avoidance of Bright Light in Shore Crabs Are Consistent with Predictions of Pain. Animals, 14(5), 770.

[17] Anthoney, N., Tainton-Heap, L., Luong, H., Notaras, E., Kewin, A. B., Zhao, Q., … & van Swinderen, B. (2023). Experimentally induced active and quiet sleep engage non-overlapping transcriptional programs in Drosophila. Elife, 12, RP88198.

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