07 abril 2021

Proyecto Ödos: una nueva vida para mujeres y menores migrantes

Ödos es una palabra griega que significa “acompañamiento en el camino”. Y eso es precisamente lo que hacen desde este proyecto, “acompañar” a mujeres y menores que provienen de contextos de violencia y que llegan de forma irregular a España a través de las costas andaluzas. Objetivo:  evitar que caigan en manos de las redes de trata y que tengan una oportunidad de recuperar sus vidas.

El Proyecto nació en abril de 2018 de la mano de la Fundación EMET Arcoiris, y tiene como base un centro en plena campiña, en los alrededores de Montilla (Córdoba), único en el mundo en atención integral a madres y mujeres embarazadas migrantes.

En este pequeño oasis de tranquilidad tras el traumático viaje las mujeres permanecen durante un período de entre tres y seis meses. Primero necesitan descansar y, reponerse. Más tarde asisten a  talleres formativos sobre derechos básicos, educación sexual, o nociones de la vida en Europa. También reciben  atención psicológica y asistencia jurídica, en la que colaboran la Fundación Abogacía Española y el Colegio de Abogados de Córdoba. “Nuestra intención es generar una nueva forma de intervenir, poniendo a la persona en el centro”, explica Teresa Girón Palacios, abogada del Colegio de Abogados de Córdoba y directora del centro.

Con capacidad para 40 personas, el centro cuenta con patio, pista de deportes, piscina, zonas comunes, aula de informática, salones, sala de televisión y aulas en las que las mujeres reciben clases de alfabetización y castellano por parte de voluntarios. Los niños, por su parte, dan clases de apoyo escolar y, con la colaboración de los ayuntamientos colindantes, participan en actividades de deporte y de informática. La crisis sanitaria ha afectado a las actividades del centro: se han reducido las salidas y el acceso a formaciones externas.

Actualmente en el centro viven 18 personas entre adultas y menores. Las llegadas de pateras a la costa andaluza han descendido mucho –de hecho,  las últimas mujeres que han llegado han sido trasladadas desde Canarias-. Desde el comienzo del proyecto y hasta marzo de 2020 en este centro, se atendió a 85 mujeres (con una media de edad de 28 años y provenientes en su mayoría de Costa de Marfil y Guinea Conakry) y 95 menores (la mayoría niñas menores de cinco años, con las que sus madres huyen para salvarlas de la mutilación genital).

PREVENIR LA TRATA ANTES DE QUE SE PRODUZCA

El riesgo permanente al que se enfrentan estas mujeres es caer en las redes de trata, y evitarlo es el principal reto de este Proyecto, formado por una cada vez más amplia red de instituciones y organizaciones. La detección de potenciales víctimas de trata no siempre es fácil, ya que la inmensa mayoría de los casos que llegan están de paso, y al no haber llegado aún al destino, “o no han sido explotadas todavía, o no son conscientes de ello”, explica Girón. “Realizamos un trabajo preventivo de la trata, y esto sí es novedoso, ya que normalmente se trabaja cuando la persona ya es víctima”, añade.

El objetivo de evitar la trata continúa una vez que salen del centro. Comienza aquí la segunda fase del proyecto, en la que se realiza un acompañamiento integral a las mujeres: se les ayuda en las gestiones básicas administrativas (empadronamiento, tarjeta sanitaria…), y , a través de diversas entidades, se les ofrecen alternativas de inclusión, incluyendo la búsqueda de formación profesional para intentar que sean autónomas, y se intenta que tengan “una red social en la sociedad de acogida”. Especialmente prioritario es realizar las gestiones para impulsar el proceso de regularización de la unidad familiar. Actualmente hay ya tres familias que han decidido quedarse en España, han conseguido contrato de trabajo, y están en proceso de vivir de forma autónoma e integrada en España.

El proyecto se plantea a corto plazo ampliar este acompañamiento hasta Francia, destino final de muchas de estas mujeres, porque tienen allí familiares o amigos. “Queremos que sigan teniendo un vínculo afectivo y efectivo con el proyecto, y así poder acudir a nosotros en caso de necesidad”, explica Girón.

MENORES: DOCUMENTARLES PARA DARLES VISIBILIDAD

Mención especial merecen los menores, quienes, con frecuencia, “vienen acompañados de adultos que dicen ser sus progenitores”, cuenta Girón. “Se da por hecho que vienen más protegidos que si vinieran solos, pero no podemos olvidar que recorren el mismo camino que sus madres o adultas de referencia, y que sufren y ven lo mismo que ellas”. Por eso, una prioridad de este proyecto es “darle visibilidad a estos niños y niñas, que son los más invisibles”. En muchos casos no cuentan ni siquiera con documentación. “El derecho a la identidad, es el derecho a tener derechos y a dejar de no existir para el sistema”, afirma Girón. Una vez que pueden ser escolarizados, para evitar que se produzcan guetos, los menores “van hasta a siete colegios distintos de Montilla, para facilitar la integración, y los que no están en edad escolar asisten a la guardería”, señala.

NUEVAS VIDAS CARGADAS DE ESPERANZA

Más allá de las cifras, Teresa Girón hace un balance muy positivo.  “Es un regalo poder conocer y convivir con estas maravillosas mujeres, niñas y niños, que nos dan lecciones de vida todos los días”, asegura emocionada. “Cuando te acercas a esta realidad, todos los prejuicios, fronteras y diferencias se disipan. No hay excusa para no defender y garantizar los Derechos Fundamentales, en ningún caso pueden depender de algo tan circunstancial como un lugar de nacimiento, un pasaporte, o un estatus”, defiende. Otra gran lección con la que se queda “es que no se pueden globalizar ni generalizar las situaciones. No se puede hablar de las mujeres africanas, o las mujeres subsaharianas. Cada mujer, niña o niño tiene su historia, su circunstancia, su sueño. Hay que escuchar y atender a cada una y cada uno”.

Pero si hay algo que conmueve especialmente a esta abogada es la evolución de los más pequeños: “Generalmente llegan con conductas violentas, disruptivas, e incluso en muchos casos sexualizadas, debido a todo lo que han visto en esos largos trayectos migratorios. Pero es impresionante cómo al entrar en una rutina normalizada y se sienten seguros, vuelven a ser niños, sonríen, juegan, y parece que llevan toda la vida aquí”, explica Girón.  Con ellos y con las mujeres se crea un vínculo de afecto y cariño, que continúa incluso en muchos casos tras su salida del centro, cuenta. Se hace así realidad el nombre original del proyecto, porque les acompaña durante su travesía hacia una vida libre de esclavitud.

Comparte: