19 abril 2022

Juan Mora-Sanguinetti: “La seguridad jurídica es sinónimo de desarrollo económico”

El buen funcionamiento de la Justicia, además de garantizar derechos y libertades, tiene un impacto real en la economía, porque genera una seguridad jurídica que favorece las inversiones, la confianza de los empresarios o el emprendimiento. Si la sociedad fuera más consciente de estos efectos, la Justicia sería un tema central en el debate político. Esta es la tesis que se desarrolla en el libro “La factura de la injusticia” (Tecnos) de Juan S. Mora-Sanguinetti, abogado y economista del Banco de España y vicepresidente de ENATIC.

¿Qué relación hay entre el buen funcionamiento de la Justicia y la prosperidad económica?

El funcionamiento del sistema judicial es la principal explicación de que en el largo plazo unas economías se desarrollen y otras queden atrás, porque la fiabilidad y la seguridad jurídica son sinónimos de desarrollo económico a lo largo de la historia.

En el caso de España, la mayor seguridad jurídica que supondría reducir un punto la congestión judicial haría que en Madrid aumentara 3.400 viviendas de alquiler y Barcelona, 3.100. Una mejor práctica judicial también lograría un incremento del 0,6 al 2,8% en el tamaño medio de las empresas y aumentaría la tasa de entrada de emprendedores entre un 5% y un 7%. Es decir, podríamos disponer de más bienes, servicios e ideas nuevas. También se refleja en todo lo relacionado con los problemas de insolvencia y las empresas inmersas en un concurso de acreedores.

A nivel empresarial, cabe recordar que las grandes compañías que forman parte del IBEX-35 provisionan al año cerca de 12.000 millones de euros para hacer frente a posibles litigios. Esa cantidad es algo más de lo que reservaron los Presupuestos Generales del Estado para infraestructuras en 2021.

¿Qué opinión le merece el funcionamiento de la Justicia en España?

Estamos acostumbrados a escuchar que funciona “mal”. Pero, con los datos en la mano, se puede afirmar que no es cierto y que está en una posición media a nivel internacional, en términos de lentitud, coste o predictibilidad.  Eso sí, que estemos cercanos a la “media” no quiere decir que estemos “bien” ni que podamos caer en la complacencia. La Justicia española tiene dos principales problemas: la existencia de numerosos sistemas judiciales en las diferentes comunidades autónomas que funcionan de forma desigual, y la situación de estancamiento en el largo plazo, con una congestión en la que no ha habido mejora perdurable.

¿La inversión en Justicia es insuficiente o se usa mal?

Según la Comisión Europea, España gasta más que otros grandes países europeos, tanto en términos de su población como en términos de su riqueza. Pero no podemos llegar más lejos simplemente gastando más. Hay que reflexionar sobre en qué (o cómo) se gasta el dinero. Se debería primar la inversión en digitalización en lugar de concentrar más recursos en los salarios. Sin perjuicio de que se pueda también reclamar una mayor inversión en aumentar la plantilla judicial, que está estancada.  También hay que pensar en otras estrategias para mejorar nuestra justicia, como potenciar los mecanismos alternativos de resolución de controversias o ADR.

En el libro desmonta mitos, como que hay demasiados abogados.

Los datos nos indican que España tiene un número de abogados comparativamente alto, pero similar al alemán o al británico y menor que el de Italia. La afirmación de que “en Madrid hay más abogados que en toda Francia” es cierta. Pero es una caricatura porque en Francia tiene pocos letrados en relación con su población.  En todo caso, no debería ser extraño que haya muchos abogados en cualquier país. Son profesionales que ayudan a resolver o mitigar los llamados “costes de transacción”, es decir, malentendidos y problemas con la contratación.  No debería sorprender que el número de abogados aumente según una sociedad se desarrolle o se vuelva más compleja. Los abogados son necesarios y sus servicios, junto a los de los otros profesionales, pueden llegar a pesar más de la mitad de la riqueza de un país.

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