30 enero 2014

Colombia: ¿una oportunidad para los despachos de abogados españoles?

El titular que me he permitido escoger para encabezar este artículo no es sino la pregunta que el Despacho de Abogados al que pertenezco, ONTIER, por un lado, y yo misma por otro, nos hicimos hace ya cuatro años, cuando iniciamos nuestro proceso de internacionalización en Europa y en Latino América. En aquel momento, muchas de las grandes empresas españolas estaban ya más que asentadas en países de la región latinoamericana, y, en muchos casos, con muy buenos resultados.

 En tanto que abogados de algunas de ellas, tuvimos la oportunidad de acompañarles en su proceso de internacionalización en distintos países, y en todos los casos, tropezábamos con iguales o similares dificultades: la ineludible necesidad de contar con un despacho de abogados del país de destino escogido en cada caso por nuestros clientes, que les asesorara no solo en la implantación de la empresa en cuestión, sino en su posterior desarrollo y ejercicio de su actividad empresarial. Porque, como abogados españoles conocedores y practicantes de la legislación española, en un ejercicio de responsabilidad evidente con nuestros clientes, con nuestra profesión y con nosotros mismos, éramos conscientes de que no podíamos  prestar a nuestros clientes el asesoramiento jurídico que precisaban en los países destino de sus inversiones.

 En este proceso tuvimos ocasión de conocer y trabajar conjuntamente con grandes profesionales del Derecho tanto en Europa como en Latino América y en Estados Unidos. Y a medida que el proceso de internacionalización de las empresas españolas fue globalizándose en el sentido de que ya no era patrimonio exclusivo de las grandes empresas, sino también a la mano y en la mira de las medianas empresas,  nos fuimos convenciendo de la oportunidad que representaba para nosotros poder acompañar a nuestros clientes en su proceso de internacionalización, desde dentro, en España, y hacia fuera, en los países de destino. Porque teníamos ya un activo importante, seguramente el más preciado y el más difícil de conseguir, la confianza de nuestros clientes, y carecíamos de otro igualmente importante y también difícil de conseguir, el conocimiento, la técnica y experiencia en las jurisdicciones de destino de sus inversiones.

 Se ha escrito mucho acerca del papel que desempeña o está llamado a desempeñar el abogado. Y existe una expresión que he escuchado muchas veces en Colombia que, en mi opinión, refleja lo que el cliente quiere de nosotros, sus abogados, cuando llega a un país extranjero: acompañantes jurídicosAcompañar a nuestros clientes cuando llegan a un país desconocido, prestándoles el mismo servicio, con los mismos estándares de calidad, de conocimiento técnico, de proximidad y de compromiso, que los que reciben de nosotros en España. Con una diferencia que hace, si cabe, más importante nuestra labor: se enfrentan a un país que desconocen, que en muchos casos, y sin duda Colombia es uno de ellos, les acogen con los brazos abiertos, pero que tiene su propio orden jurídico, económico y social, su propia cultura de los negocios, sus propios interlocutores y su propio lenguaje.

 Desde esta perspectiva de “acompañamiento” a las empresas españolas, Colombia representa una oportunidad indudable, porque es un foco de inversión para ellas y, por ende, para los abogados que decidamos acompañarlas.

 Si tenemos en cuenta las cifras que se manejan respecto al entorno macroeconómico del país, las perspectivas de crecimiento del país son muy favorables (entre 2010 y 2013 el crecimiento del PIB  ha sido superior al 4%, y se espera seguir creciendo). Se habla de Colombia como la quinta mayor economía de América Latina.  Según publicaciones especializadas, es, además, la economía que más está creciendo en América Latina, superando a los socios de la Alianza del Pacífico, Chile, Perú y México. En este contexto, España aparece como el tercer inversor en el país, por detrás de Estados Unidos y Panamá. El número de empresas españolas en Colombia se ha duplicado desde 2010 hasta 2013[1].

 Sectores como el de infraestructuras, TIC, minería, energía, construcción, transporte y comercio son los que, en opinión de los especialistas,  ofrecen mayores y mejoras perspectivas de crecimiento.

 Durante los próximos años, el desarrollo de los proyectos de infraestructura que, tanto a nivel nacional como departamental,  ya están en marcha así como aquellos que están hoy en fase preliminar, ocuparán un papel preponderante. A título de ejemplo, la Agencia Nacional de Infraestructura Colombiana (ANI) tiene, entre sus retos para 2014, mantener el ritmo de construcción de 300 kilómetros en dobles calzadas, y mejorar más de 300 kilómetros de toda la red concesional vial. En materia de puertos, la meta de inversión de la ANI se sitúa en 480 millones USD. En aeropuertos, durante este año está prevista la adjudicación de cuatro nuevos aeropuertos. Y junto a las iniciativas de carácter nacional, hay que tener presente, además, los proyectos regionales.

 El sector TIC  es otro de los que mayor crecimiento viene experimentando e Colombia en los últimos años,  y se espera que continúe. Uno de los retos del sector es mejorar significativamente la conectividad. Según los datos ofrecidos por la Comisión de Regulación de Comunicaciones, “en comparación con los demás países de la región, Colombia mantiene un crecimiento significativo en la masificación del Internet de banda ancha, haciendo del sector TIC una punta de lanza para el desarrollo de la economía del país aportando directamente al PIB. Colombia continúa destacándose en este crecimiento por encima de países como Brasil, Argentina y México”[2] . También la industria de las aplicaciones se encuentra en un momento de rápido crecimiento y continua evolución.

 El sector de la construcción es el que más ha contribuido al crecimiento del PIB en los dos últimos años, tanto en obras civiles como en edificación. Un sector que impulsa, además, muchas otras actividades.

 Colombia es parte de casi cincuenta Tratados de Libre Comercio, incluidos Estados Unidos y la Unión Europea. Este último favorecerá sin duda aún más, si cabe, el intercambio comercial con España y otros países de la Unión Europea. Colombia es, además, parte de más de diez tratados para prevenir la doble imposición.

 La percepción de riesgo de Colombia continúa mejorando,  y es una de las más bajas de la región. En ambiente de negocios, Colombia se sitúa ya a la cabeza de los países latinoamericanos que más facilitan el trabajo de la iniciativa privada. Los datos que presenta el informe “Doing Business en Colombia 2013” ponen de manifiesto el esfuerzo realizado desde la Administración para mejorar estos procesos: en América Latina, el promedio de tiempo para hacer los trámites que se miden en el Doing Business es cerca de cincuenta días, en tanto que en Colombia se sitúa en torno a los veinte días.

 Todo ello ha propiciado el aumento de la inversión extranjera en Colombia. Las empresas españolas han acudido y siguen acudiendo a esta “llamada” a la inversión y a la creación de negocio. Llamada, entendida como oportunidad, porque, seamos claros, la competencia es muy fuerte en el país, tanto de las empresas colombianas como de las empresas extranjeras presentes en el país. En Colombia hay buenísimos profesionales en todos los sectores, muy bien preparados, con una trayectoria que nada tiene que envidiar a otros países.

 Esta competencia está presente también, por supuesto, en el ámbito jurídico. Con cerca de cien facultades en el país, el Derecho es la segunda carrera con más adeptos. Colombia se sitúa en el segundo lugar en el mundo con mayor número de abogados por habitante. Existen hoy firmas de abogados colombianas de muy reconocido prestigio, que forman, además, parte de distintas alianzas o acuerdos de colaboración con firmas extranjeras. Coexisten firmas españolas, o de origen español, como ONTIER COLOMBIA, presentes también en el panorama jurídico colombiano, esforzándose por merecer un hueco en el quehacer jurídico de las empresas colombianas y de las empresas y empresarios extranjeros que llegan al país.

 No es tarea fácil: ilusión, esfuerzo, humildad, atención, apuesta, inversión, tiempo, generosidad, perseverancia, son algunos de los ingredientes básicos de la receta. Como abogados, llegamos a un país cuya legislación y práctica nos es desconocida, un país cuyas reglas de mercado son diferentes,  y un país que cuenta ya con profesionales del Derecho con más que sobrada experiencia y reconocimiento.

 No existen más barreras de entrada que las propias del ejercicio de la profesión en Colombia: una profesión regulada, que requiere de unos estudios especializados, de un título que acredita esa formación y de la tarjeta profesional, si bien, como en el caso de México, no existe la colegiación obligatoria; una profesión sometida al poder disciplinario del Consejo General de la Judicatura. Nuestro título como abogados españoles debe estar homologado, circunstancia que, hoy por hoy, exige la superación de determinadas materias.

 Y obviamente, como abogados españoles, nos enfrentamos a la barrera del conocimiento tanto de la técnica como del mercado y sus interlocutores. Existen muy diversas fórmulas para paliar esta barrera: alianzas estratégicas, acuerdos de colaboración, redes internacionales, entre otras muchas. Personalmente, soy partidaria de la fórmula del socio local: un socio local es quien nos permitirá ser un despacho de abogados colombiano, un socio local es quien nos permitirá aprender de la profesión en Colombia, un socio local es quien nos facilitará la entrada en el mercado.

 Por esta razón, iniciativas como la que han puesto en marcha el ICEX  y el Consejo General de la Abogacía son un tesoro que debe aprovecharse en todos los casos en que,  tras el proceso de reflexión pertinente, se decida abordar la apasionante pero nada fácil tarea de la internacionalización del despacho de abogados del que formemos parte.

 


[1]Cifras facilitadas por la Oficina Comercial de la Embajada de España en Colombia

[2]Reporte de Industria TIC Noviembre 2013. MINTIC

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