18 junio 2021

La ley del Divorcio cumple 40 años

“No podemos impedir que los matrimonios se rompan, pero sí podemos impedir el sufrimiento de los matrimonios rotos”. Con esta frase pronunciada por el ministro de Justicia, Francisco Fernández Ordóñez, el Congreso de los Diputados aprobaba la Ley del Divorcio un 22 de junio de 1981.

Como recuerda una de las primeras abogadas de Familia, Mercedes Hernández, aunque se aprobó este día, entró en vigor el 7 de julio de 1981, por eso la llamaban coloquialmente “La Sanfermina”.

No fue fácil, por la oposición de los sectores conservadores de la sociedad y de algunos partidos. “Algunos pensaban que esta ley iba a ser la ruptura de la familia, sin embargo supuso el nacimiento de las familias modernas”, asegura Gonzalo Pueyo Puente, ex presidente de la Asociación Española de Abogados de Familia (AEAFA).

Lo cierto es que la sociedad la acogió con gran expectativa y con la convicción de que era absolutamente necesaria. “Se aprobó en julio y en septiembre la gente hacía colas para presentar demandas porque hasta entonces las separaciones se tramitaban en el Tribunal Eclesiástico. Tan solo la nulidad permitía volver a contraer matrimonio”, explica Mercedes Hernández Claverie, abogada desde hace más de 40 años y una de las promotoras de la AEAFA. Sin embargo, la avalancha no fue la esperada y 1981 acabó con 9.500 divorcios. Las cifras han ido aumentando hasta llegar en 2006 al pico de 126.952. En 2020, según datos del Consejo General del Poder Judicial, se produjeron 91.050, lo que representa más del 8 % de la población adulta. Más del 56 % de los matrimonios acabaron en divorcio.

El texto requería en 1981 un año mínimo de convivencia ininterrumpida y acreditar la causa de la separación. “El motivo más predominante era la infidelidad. Se recurría a detectives privados y con una autorización judicial incluso se podía acceder a los hoteles para obtener la prueba”, recuerda Hernández.

Aun así hubo alguna sentencia que se resistía al cambio social. “Un juez me denegó la separación, una vez acreditado tanto el adulterio de la mujer como los malos tratos del marido, alegando una concurrencia de culpas de ambos. Al recurrir, con la ley ya en vigor, se mantuvo la sentencia. No di crédito”, confiesa Pueyo.

Con la entrada en vigor de la Ley 15/2005  se produjo un importante trasvase de los ingresos desde separaciones hacia divorcios. Ese año  los divorcios crecieron por primera y única vez en un 80,93 %. Elena Zarraluqui Navarro, cuyo padre participó en la redacción de la 1ª Ley apunta que se la denominó equivocadamente. “Zapatero la llamó la del `Divorcio Exprés´ y todo el mundo llegó diciendo que quería un divorcio exprés, cuando lo que significó es que ya no tenías que pasar por la separación previa”.

“El divorcio se podía activar de forma directa sin justificaciones ni causas previas, con independencia además del sexo de la pareja”, explica Susanna Antequera Medina, abogada de Familia.

Conforme al organismo estadístico europeo (Eurostat), España se sitúa como el tercer país con más divorcios por cada matrimonio. El primer grupo que más se divorcia son las parejas con 20 o más años de relación. Además, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, la primera franja de edad es entre los 40 y 49 años, siendo la segunda entre los 50 y 59 y la tercera en mayores de 70 años. En opinión de Hernández Claverie, “esperan a que los hijos sean independientes y ellos ya tengan su vida resuelta y vivir feliz los años que les queden”. Para Pueyo, esto obedece a que los jóvenes se independizan mucho más tarde y, por tanto,  el matrimonio se produce en una edad avanzada.

“Las mujeres, por ser más conservadoras o tener más arraigo a los hijos, no se animaban al divorcio. En la actualidad, las mujeres son más proclives a no estar asumiendo un matrimonio infeliz”, reconoce Hernández.  Esto ha cambiado. “Ahora suele ser la mujer quien da el primer paso para la ruptura familiar”, -afirma Antequera-, siendo los motivos principales la “falta de comunicación, el aburrimiento, la autonomía laboral, por tanto, cambio de prioridades”.

También han evolucionado los modelos de divorcios desde entonces. Ya no es la salida a un matrimonio esclavo sino que se concibe como algo natural. Se ha reducido drásticamente la litigiosidad. Las separaciones de mutuo acuerdo en el último año han sido del 78% . “De ahí la importancia del abogado de familia, con convicción de que prevalezca el bienestar de los hijos”, apunta Hernández, quien también señala que “los mismos jueces, al inicio de la vista, llaman a los abogados de ambas partes, para abocarles a la conciliación”.

El artículo 92.5 del Código Civil introdujo el ejercicio compartido de la guarda y custodia de los hijos. Zarraluqui elude que “al principio los jueces la rechazaban. Teníamos que recurrirlo y pelearlo, a veces nos pedían el informe de un psicólogo”.

Para Hernández la gran evolución se ha producido en este campo. “Hemos pasado de un régimen de visitas de cada quince días un sábado o domingo a que se atribuyan un día intersemanal y además se pueda pernoctar o que el régimen de visitas se incrementara del fin de semana a ser del viernes al lunes”.

Sin embargo, los abogados inciden en la necesidad de una reforma legal. Es necesario, -según Antequera-, “regular para no generar ciudadanos de primera o segunda en función del lugar de residencia. Además de reformar leyes obsoletas, el Código Civil y llenar así vacíos legales”. La custodia lleva atribuida el uso de la vivienda. Zarraluqui insiste en que “la ley se ha ido parcheando”. A su parecer, “haría falta una reforma integral, que tuviera más en cuenta los casos concretos, que diera más poder al juez para ordenar por ejemplo la venta de la vivienda porque la regulación de la vivienda familiar es el principal escollo”. Junto a esto, “es necesario conseguir mecanismos para que los procedimientos sean más ágiles y tener una jurisdicción de familia real”.

En definitiva, todos los juristas consultados coinciden en que el divorcio está normalizado en nuestra sociedad. De hecho, así como en décadas anteriores lo atípico era conocer a parejas divorciadas, actualmente lo singular es conocer matrimonios duraderos.

 

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