07 enero 2021

Jesús Blasco de Avellaneda: “No podemos permitir que los derechos humanos sean pisoteados en suelo europeo cuando nos conviene”

Por Andrés Garvi Carvajal

Jesús Blasco de Avellaneda, Premio Derechos Humanos en la categoría de Medios de Comunicación, es fotoperiodista, camarógrafo, técnico audiovisual, profesor de universidad y productor de vídeos… pero, sobre todo, una persona que ha puesto el periodismo al servicio de los más necesitados aportando “mi granito de arena para mejorar el mundo que nos rodea”. Comprometido con el acceso universal a la salud, ha desarrollado gran parte de su trabajo en defensa de los más débiles en la Frontera Sur de Europa, donde ha sido delegado de informativos de Telecinco y director territorial de Televisión Española, además de ejercer el periodismo de investigación para grandes medios internacionales como The New York Times, The Guardian, CNN, BBC y Euronews.

¿Qué puede hacer un fotoperiodista en defensa del derecho a la salud y al acceso a la atención sanitaria de todas las personas?

Simplemente intento mostrar y contar lo que sucede a mi alrededor. He sido testigo de muchas miserias, de muchos fallos del sistema, de desigualdades, de violaciones de derechos y de urgencias humanitarias y, simplemente, he narrado cuanto acontecía. He puesto mi trabajo al servicio de los demás siempre que he podido; si he logrado ayudar a una sola persona o conmover o informar debidamente a un solo lector o espectador ha valido la pena.

¿Cómo valora la concesión del Premio de Derechos Humanos por la Abogacía?

Pues todavía no me lo creo. Es algo increíble, un reconocimiento muy importante por ser uno de los galardones que premian el periodismo humano, social y comprometido más antiguos, importantes e independientes de nuestro país y me atrevería a decir que también fuera de él. Este Premio llega en un momento muy difícil para todos -muy difícil para el periodismo y muy difícil para mí- y sin duda va a ayudar a que siga apostando por trabajar visibilizando desigualdades.

Como periodista comprometido con los Derechos Humanos ¿Cómo valora la asistencia sanitaria a los migrantes?

Siempre se puede mejorar y queda mucho por hacer, sobre todo, cuando se viven períodos de urgencia humanitaria, como ocurrió con las crisis de la valla de Melilla en 2005 y 2014 o ahora mismo con las crisis de los cayucos en Canarias. No podemos permitir que los derechos humanos sean pisoteados en suelo europeo cuando nos conviene. No se puede dejar de ser legal y mucho menos humano cuando una situación se agrava; al contrario, hay que ser todavía más entregado, más comprometido y demostrar más nuestros valores como sociedad y estado de derecho cuanto más lo exige la situación.

¿Cree que realmente existe en España una protección a la salud de todas las personas?

Esta pandemia ha demostrado que ni teníamos un sistema sanitario tan fuerte, ni éramos tan solidarios, ni teníamos una sanidad tan pública y tan universal como creíamos. Cuando las situaciones son difíciles porque llegan muchos migrantes, porque hay una pandemia o porque hay una crisis económica, las personas, los sistemas y los gobiernos tienden a dejar de ser humanitarios y respetuosos con los derechos fundamentales. Pero tras visitar más de 15 países en los últimos años, España tiene muchos más mecanismos y más calidad e interés para la protección de la salud de todas las personas que la gran mayoría de estados que nos rodean.

Melilla tiene un elevado porcentaje de personas extranjeras ¿En qué situación se encuentra la atención sanitaria en la Frontera Sur de Europa?

Queda mucho por hacer, sobre todo con los niños extranjeros no acompañados, con colectivos como los transfronterizos o la gran cantidad de argelinos que viven en un limbo legal en Melilla…. Pero no todo es negativo, se ha mejorado mucho. Cada vez hay más organizaciones en esta lucha y se visibilizan más problemas y esto ayuda. Vamos muy poco a poco, queda mucho por hacer, pero hay que ser positivos.

¿Su compromiso con los más débiles y desfavorecidos puede afectar a la objetividad de las informaciones?

El que haga periodismo social, humano y comprometido, el que lo lea, el que lo edite y piense en algún momento en la objetividad es un cínico y los cínicos no sirven para este oficio. El maestro Ryszard Kapuscinski decía que el periodista social y comprometido no puede ser objetivo, debe ponerse siempre del lado del más débil, debe comprometerse con la persona, con la historia. El periodismo social, humano y comprometido no sólo cuenta problemas, debe intentar ser parte de la solución de los mismos; no sólo informa, también educa, forma, remueve conciencias.

La cobertura sanitaria universal es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas ¿Cree que la pandemia provocada por el Covid está afectando a este objetivo?

Totalmente. La pandemia y los que la gestionan han permitido dos cosas: una, que colapsen los sistemas sanitarios, y eso es incompatible con la cobertura sanitaria universal. Y la otra, que triunfe la cultura del miedo, y eso es incompatible con el desarrollo sostenible y con los derechos fundamentales. Es muy difícil que una sociedad sea solidaria si vive con miedo, si vive pensando que el otro tiene la culpa de sus problemas, si ve en el otro a un enemigo. Eso mata más que cualquier virus.

Tiene importantes reportajes de investigación y fotografías icónicas ¿Es consciente del poder de las palabras y las imágenes y de su impacto cuando se utilizan con objetividad?

Soy consciente del poder de la palabra y de la imagen y desgraciadamente creo que generan mayor impacto cuanto más se manipulan y cuanto más se publican en lugares de opinión no profesionales. Soy consciente de que cada vez es más difícil hacer buen periodismo porque a nadie le importa. La gente quiere entretenerse, la gente quiere un titular, quiere opinar, quiere que alguien le diga lo que él ya piensa para reafirmarse en su error, pero no quiere aprender, no quiere comprender, no quiere conocer…

La prisa, la indiferencia, la falta de valores, el odio, la injusticia, el miedo, son peores que cualquier pandemia y tienen colapsados los sistemas no sanitarios pero sí humanos de la prensa, de la educación, de la política y de las sociedades.

 

 

 

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