18 marzo 2020

Manuel de la Peña, ganador de la XI edición del Concurso de Microrrelatos: “El mundo de los juristas da mucho juego para escribir”

Por Claudia Mieres Rodríguez 

Manuel de la Peña Garrido, ganador de la XI edición del Concurso de Microrrelatos sobre Abogados

Manuel de la Peña Garrido, abogado, mutualista y ganador del último certamen de Microrrelatos de la Abogacía, es fiel a este concurso en el que lleva participando desde sus orígenes. Sus textos han sido los más votados por el público a lo largo de estos años y se ha alzado con el galardón mensual en cuatro ocasiones. De la Peña comenzó su andadura profesional hace ya 30 años, en el despacho de Santiago Muñoz Machado, director de la Real Academia Española (RAE); durante aquel periodo fue profesor asociado de la Universidad Complutense; en la actualidad, lleva 23 años como abogado de la empresa constructora OHL.

  1. ¿Qué supone para usted haber ganado el premio anual del Concurso tras 11 ediciones intentándolo y haberse alzado con el galardón mensual en cuatro ocasiones?

Una especie de éxtasis. La sensación del guerrero que conquista una fortaleza asediada. La de Klopp, el entrenador del Liverpool, cuando ganó la Champions tras perder varias finales.

  1. ¿Cuándo comenzó su gusto por la escritura?

Muy pronto. En mi época comenzábamos a leer y escribir a los 3-4 años. Yo dibujaba, como todos los niños, pero a veces mis dibujos ilustraban redacciones que hacía voluntariamente.

  1. ¿Cómo consigue un abogado acostumbrado a redactar y leer largos razonamientos jurídicos condensar una historia en 150 palabras?

Soltando lastre. Y empleando ciertos truquillos: usar elipsis, determinadas formas verbales, evitar el lenguaje indirecto… Nuestra lengua tiene pros: no es necesario escribir el pronombre personal. En su célebre micro, Monterroso pudo ahorrarse el pronombre.

  1. ¿Sobre qué temas disfruta más escribiendo?

Sobre cualquier asunto que me permita descubrir algo nuevo, aunque solo sea un matiz. El mundo de los juristas da mucho juego.

  1. ¿Cuáles han sido las mayores dificultades a las que se ha enfrentado a la hora de escribir los microrrelatos?

La mayor: encajar alguna de las palabrejas obligatorias. Pero, en general, tú eres tu mayor dificultad; tus propias limitaciones suponen el mayor obstáculo para cualquier actividad creativa. Dios, el creador por antonomasia, es omnipotente; no tiene ese problema.

  1. ¿Cuáles diría que son las claves para escribir un buen microrrelato?

Originalidad, a poder ser en el tema, obligada en la forma. Suma concreción. Suscitar la colaboración del lector: que complemente la historia o imagine derivaciones. Alguna sorpresa final. A veces, ironía. Y escribir como si fuera tu primer micro, tu único micro y tu último micro.

  1. ¿Se atreverá a escribir una narrativa larga?

Sí, algún día. Es un desafío apetecible. Pero hace falta tiempo, y ser constante y disciplinado. Escribir es un oficio. Y las musas tienen su jornada laboral, sus descansos, vacaciones…

  1. ¿Cuáles son los premios más importantes que ha recibido?

Sin duda, el más importante, el XI premio anual de nuestro Concurso (me permito utilizar este posesivo). Y me hizo mucha ilusión ser finalista del Concurso de relatos de humor “La sonrisa de Quevedo”, convocado por el genial José Ramón Chaves, magistrado y bloguero de pro.

  1. Su relato nos interroga si no estamos condenados a convertirnos en telefonistas sobrecualificados para sobrevivir con un sueldo precario. ¿Cómo valora el futuro de la profesión de la abogacía?

¿Futuro o presente? Ya no es ayer, pero corrigiendo a Quevedo, mañana sí ha llegado. Las cosas no van a ser fáciles. Quizá hemos alcanzado una nueva época, distinta de la Edad Contemporánea que inauguró la Revolución Francesa. Tenemos la robotización, la inteligencia artificial…  Pero sobreviviremos. El ser humano, los juristas, podemos adaptarnos. Ríete tú de las bacterias extremófilas.

  1. ¿Qué aspectos deberían cambiar los abogados en su día a día para que esto no sea una realidad?

Un amigo abogado, Manolo, tras leer el micro, me dijo que iba a transformar su despacho tradicional en un “atélier” jurídico. Habrá que hacer algo así: superespecializarse, aliarse con las nuevas tecnologías, crear apps jurídicas, buscar, como dicen, “nichos de mercado”…

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