19 agosto 2019

Fernando Alcántara, abogado y músico: “Creo que los abogados tenemos algo de vena artística, la adrenalina es común y se libera en ambos foros”

Por María José Cámara

El 17 de abril de 1986, el bar cordobés “Billar” fue testigo de cómo surgía el grupo musical “Pabellón psiquiátrico”, un conjunto formado por cinco amigos, en el que el abogado Fernando Alcántara marcaba el ritmo en la batería a golpe de bombos, platillos y caja.

Desde esa fecha hasta 1996, año en el que el Pabellón se disolvió definitivamente, el estilo gamberro y descarado de la banda les llevó a grabar cinco discos y un recopilatorio: La primera en la frente (1987), Somos dos lactantes (1988), Tongo banana (1990), Pabellón psiquiátrico (1991), Lo más salvaje (1992) y Edición limita (2002).

Los conciertos por bares y pubs de Córdoba, desembocaron en giras por toda España e incluso al otro lado del charco. En Argentina, el grupo alcanzó el número uno durante dos meses consecutivos. Un espíritu inerte de vieja estrella de rock&roll, que bajo el traje y la corbata, Alcántara pasea en vistas y juicios.

  1. ¿Cuál fue el detonante que llevó a ese grupo de amigos a crear “Pabellón psiquiátrico”?

Todo comenzó gracias a la iniciativa del guitarrista, que se empeñó en formar un grupo con músicos del instituto para hacer una actuación en el acto de fin de curso. Afortunadamente aquella experiencia no nos desanimó lo suficiente y en el curso siguiente retomamos los ensayos, cambiando de vocalista y añadiendo un saxofonista a la formación. Pronto, comenzamos a tocar por los pubs y discotecas de la provincia, con buena respuesta por parte del público, y en tan solo un año pasamos de ensayar en el cuarto de baño de una vieja casa, a grabar nuestro primer disco en los estudios Kirios de Madrid. Recuerdo que allí coincidimos con “Los Toreros Muertos”, que hicieron  coros en uno de nuestros temas, “En el cielo no hay alcohol”.

  1. El nombre de la banda no deja a nadie indiferente. ¿Y su sonido? ¿Cómo lo definiría?

El sonido era el resultado de la unión de cuatro jóvenes músicos de muy corta experiencia y diferentes influencias musicales, no pretendíamos  parecernos a nadie, ni crear tampoco un estilo nuevo o diferente, lo que sonaba era simplemente lo que nos salía en el local de ensayo, cuando interpretábamos los temas que Patuchas, el cantante y compositor del grupo, nos presentaba con su acústica.  No sabría definir bien nuestro estilo o sonido musical, lo que sí te puedo decir es que la discográfica tenía muy claro que quería preservarlo y, por este motivo, no contrataba a músicos de estudio para las grabaciones de nuestros discos, de modo que todas las canciones eran grabadas por nosotros mismos. Luego los críticos musicales calificarían  nuestra música como de punk, en el primer disco,  aunque de pop-rock, en los posteriores. Creo que encajábamos en todo tipo de estilos y esa versatilidad era precisamente  lo que nos definía. Lo mismo compartíamos escenario con “Los Ronaldos” que con “La Polla Records”.

  1. La vorágine del éxito les permitió realizar una gira durante todo un mes entero por Argentina, ¿qué recuerda de ese viaje?

Aquello fue una sorpresa para todo el grupo, ni siquiera sabíamos que nuestra  discográfica Fonomusic había editado el disco en Argentina y, de buenas a primeras, un día el director nos informó de que algunos temas, como Inmaculada o La Flauta de Bartolo, se habían puesto allí número uno, pese a que ningún grupo español lo había logrado hasta ese momento.  De modo que, sin pensarlo dos veces, decidimos cruzar el charco y pasar allí una temporada haciendo promoción, y la verdad es que fue una experiencia brutal. Por aquel entonces el grupo no había alcanzado una gran repercusión mediática a nivel nacional, creo modestamente que por una mala gestión promocional y, sin embargo, en Argentina éramos famosas estrellas de rock.  Lo más impactante para mí fue la participación que tuvimos en el festival del día de la primavera en Palermo ante miles de personas, daba vértigo mirar a esa marea humana desde aquel escenario tan alto. Lo que se siente tocando para tanto público  es algo indescriptible.

  1. Raperos y cantantes han estado en el foco mediático últimamente por la difusión de mensajes presuntamente delictivos. ¿La vigente normativa puede llegar a coartar la libertad de expresión?

Yo creo sinceramente que no, la normativa actual no está pensada para coartar la libertad de expresión, lo que sucede es que hay diversas figuras delictivas que están íntimamente relacionadas con el  derecho de expresión y, si este se  utiliza como cauce para el enaltecimiento del terrorismo o la incitación a la comisión de delitos,  desde luego, debe ser objeto de reproche penal.  Creo que algunos compositores, a falta de capacidad, utilizan la canción como medio de protesta para hacerse oír y llamar la atención, pero eso está lejos de ser una expresión artística.

  1. “Pabellón psiquiátrico” llegó a compartir escenario con grandes como Sabina en la gira de presentación de su disco Yo, mí, me, conmigo. ¿Cómo fue la experiencia?

En nuestro cuarto año de contrato tuvimos el mismo mánager, y este nos llevó de teloneros en la gira del año 91. Para nosotros era algo increíble compartir  escenario con Sabina y con sus músicos Pancho Varona y Antonio García de Diego, quienes además produjeron nuestro último disco. Especialmente recuerdo la actuación en Las Ventas, donde el lleno fue absoluto y había preparada una fiesta en el backstage impresionante, con muchas caras conocidas del mundo de la música. Nos sentíamos un poco Paco Martínez Soria entre tanto famoso.

  1. ¿Qué queda de aquella andadura musical en el abogado que es hoy?

Pues la verdad es que no dispongo de mucho tiempo para tocar la batería.  Trabajo, familia y amigos ocupan todo mi tiempo actualmente, aunque de vez en cuando me reúno en un local de ensayo con algunos músicos de mis comienzos para recordar nuestros temas y matar el gusanillo, y cierto es que no descartamos hacer un  directo  algún día.

  1. ¿Chaqueta de cuero o traje y corbata?

Me siento más cómodo con ropa de sport, porque eso significa que estoy de descanso. La abogacía es una profesión de alto riesgo que desgasta mucho y, por ello, requiere momentos de total desconexión. Deporte y música son mis principales válvulas de escape.

  1. ¿En qué escenario se experimenta mayor adrenalina, ante el juez o con el público?

Pues la verdad es que siempre le he encontrado cierta similitud a una y otra actividad. Cuando empecé con la abogacía solía decir que interpretaba leyes en lugar de música  y que me subía a un estrado en lugar de hacerlo a un escenario, pero que en realidad seguía actuando. Creo que los abogados tenemos algo de vena artística, la adrenalina es común y se libera en ambos foros.

  1. Actualmente, ¿cómo compagina su faceta musical con la práctica de la abogacía?

La música actualmente es una de mis aficiones y, por tanto,  depende de mis ratos libres. Hace muchos años que no me subo a un escenario y, aunque me encuentro muy realizado como abogado, confieso que a veces echo de menos hacerlo.

  1. ¿Qué canciones no pueden faltar en su lista de reproducción cuando prepara un caso judicial?

Respecto a la música, reconozco que me he quedado atrapado en el tiempo.  Sigo escuchando música del pasado, preferentemente. Para trabajar  elijo  temas  tranquilos, por ejemplo,  de Alan Parsons (Eye In The Sky, Don´t answer me), Dire Straits (Sultans Of Swing, Tunnel Of Love, Romeo And Juliet), Phil Collins (Another Day In Paradadise),  Mike Olfield (Man In The Rain, Foreign Affair) Bee Gees (How Deep Is Your Love, Too Much Heaven), etc.

  1. ¿Cómo valora el servicio fundamental del Turno de Oficio? ¿En qué situación considera que se encuentra?

Evidentemente es un servicio necesario para materializar el derecho a la Tutela Judicial de aquellos que no cuentan con suficientes medios económicos para litigar, lo que ocurre es que está mal remunerado, de modo que no se hace muy atractivo para los abogados más experimentados y, lógicamente, esto hace que la calidad del servicio decaiga y no sea la esperada en muchas ocasiones.

Por otro lado, creo que debería existir un control respecto a la admisión de asuntos, ya que en ocasiones nos vemos obligados a defender causas imposibles que lo único que hacen es saturar aún más los juzgados, dilatar los procedimientos y causar un gran perjuicio económico a los litigantes que no gozan del beneficio de la Justicia Gratuita.  Actualmente, y aunque existe la posibilidad de que el abogado de Oficio emita un informe de insostenibilidad, la Comisión del Turno de Oficio, siempre que exista posibilidad de instar la demanda desde el punto de vista procesal, lo desestima.  En una ocasión me designaron a una persona que quería reclamar los “me gusta” que los internautas le daban por hacer comentarios en un “Facebook de celebridades” en el que él participaba.  Quería reclamar dos millones de euros porque decía que cada “me gusta” representaba unos beneficios de cinco céntimos, que alguien se estaba quedando y que le pertenecían.

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