26 julio 2013

Paulino Pérez Riveiro, defensor de oficio del jefe de máquinas del Prestige

Foto La Opinión de A Coruña
Foto La Opinión de A Coruña

El juicio por la mayor catástrofe medioambiental ocurrida en España, la que provocó el petrolero Prestige, quedó visto para sentencia hace dos semanas, después de 10 años de instrucción, ocho meses de vista, 89 sesiones, 400 horas y declaraciones de más de 200 testigos y peritos. La defensa del jefe de máquinas del buque la ejerció, de oficio, el abogado de la Costa da Morte Paulino Pérez Riveiro, hijo, nieto y bisnieto de marinos al que su escaso interés por las matemáticas llevó al mundo del Derecho.Por su trabajo de más de dos años, la Xunta quiso pagarle 455€, una cantidad luego incrementada tras las protestas del propio letrado y del Colegio de Abogados de A Coruña con el apoyo del Consejo General de la Abogacía. Pérez Riveiro se considerará retribuido cuando se absuelva “a un marino inocente al que el Estado español ha pretendido condenar para tapar sus propios errores en la gestión de la catástrofe”.

Pregunta.- ¿Qué ha supuesto para usted y para su despacho ocuparse de un caso tan complejo durante tanto tiempo?

Respuesta.- Desde mi designación para la defensa del jefe de máquinas en Junio de 2011, he tenido que dedicar innumerables horas al estudio de una de las causas más complejas de la historia judicial española, con más de 300.000 folios y muchas horas de grabaciones de vídeo y de audio. Esto ha repercutido tanto en mi vida personal, (en el mes de Agosto de 2011, por ejemplo, puede decirse que no hubo un solo día que no tuviese que dedicar horas a preparar el escrito de defensa), como a nivel profesional, ya que durante casi nueve meses he tenido que abandonar tres días a la semana mi despacho profesional y no he podido asumir algunos casos particulares.

P.– ¿Alguna vez había llevado un caso, no similar porque este no tiene parangón, pero sí complejo?

R.- He tenido la suerte, como abogado civilista y procesalista, de obtener para mis clientes el amparo del Tribunal Constitucional en más de una ocasión y en el campo penal he defendido a acusados que se enfrentaban a graves penas por asesinato o por tráfico de drogas. Pero ninguno de esos juicios puede ser comparado con el caso Prestige en el que, a mi entender, el Estado Español ha pretendido con todos sus medios, que son muchos, la condena de un inocente para tapar sus propios errores en la gestión de la catástrofe medioambiental. Espero que esto sea reconocido en la sentencia que previsiblemente se notificará a principios de noviembre.

P.- Usted ha sido el único abogado del Turno de Oficio en este caso. ¿Se ha sentido en inferioridad de condiciones respecto a los otros letrados o al tribunal?

R.- No sólo no me he sentido en inferioridad respecto de mis compañeros, sino que debo agradecer a la gran mayoría de ellos así como al tribunal que en modo alguno permanecieran indiferentes cuando la Xunta de Galicia pretendió abonar 455€ por la defensa del jefe de máquinas. Con esa cantidad, se conculcaba, no solo el derecho a una retribución digna del abogado de oficio reconocido en la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de 23 de noviembre de 1983 (caso Van der Mussele) sino, lo que es peor, el derecho de defensa de mi defendido.

P.- El caso ha quedado visto para sentencia pero, ¿acabará con ella o cree que puede dilatarse mucho más tiempo?

R.- Es de desear que cuando se dicte la sentencia, 11 años después del accidente, se haga justicia con los tripulantes del buque y finalice ahí su calvario judicial, pues tuvieron que soportar, a sus más de 75 años, no sólo una larga instrucción, sino un juicio de casi 9 meses, alejados de su país y de sus familias.

P.- Mucha gente cree que solo quien puede pagar puede tener una buena defensa.

R.- A quienes piensen que sólo el dinero garantiza una buena defensa, les diría que se pasen por cualquier juzgado de España y comprueben el trabajo que a diario realizamos los miles de abogados del Turno de Oficio. Como dije en mi informe final en el juicio, los abogados que actuamos en el Turno de Oficio podremos cometer errores o excesos, al igual que en nuestra actividad privada, pero nunca escatimamos nuestro esfuerzo ni dedicación en la defensa de los derechos de aquellas personas sin recursos económicos cuya protección nos es encomendada.

P.- Fue noticia en los medios de comunicación porque iba a cobrar unos cientos de euros por un trabajo ingente, aunque luego la Xunta rectificó el baremo. ¿Se siente ahora bien retribuido?

R.- Mi retribución como abogado en este caso, y por ser casualmente hijo, nieto y bisnieto de marinos, es conseguir la absolución de un marino inocente que tuvo la mala suerte de que el buque en el que trabajaba sufriese un accidente frente a las costas de España. Un país en el que nos caracterizamos, por desgracia, porque hasta la más técnica de las decisiones, como puede ser alejar o acercar de la costa un buque averiado, se toma en base a motivaciones electoralistas sin que después se quiera asumir ninguna responsabilidad política. Estas responsabilidades se han intentado evadir asumiendo el estado una posición de acusación en un proceso penal que en modo alguno le correspondía. En cuanto a la retribución económica basta decir que en ningún caso ha compensado el tiempo y dedicación requeridos para el desempeño de la tarea encomendada, pero al menos ha cumplido con unos mínimos de dignidad que en un principio ni siquiera se querían cubrir por la administración autonómica competente en materia de justicia gratuita.

P.- ¿Por qué se hizo abogado? ¿Cuánto tiempo lleva ejerciendo? ¿Y en el Turno de Oficio?

R.- Frente a los derroteros marinos de mi familia, mi escaso entusiasmo por las matemáticas me llevó al Derecho. Ejerzo desde 1991 en el pequeño partido judicial de Corcubión y, en aquel momento la pertenencia al Turno de Oficio era obligatoria. Hoy, al pasar de nueve abogados a cerca de 30, la pertenencia ya no es preceptiva, pero creo que debo permanecer en él por absoluta convicción de colaborar en un servicio público que garantiza el derecho de defensa de todos los ciudadanos con independencia de sus recursos económicos.

P.- ¿Tiene o conoce casos en los que las tasas hayan disuadido a los ciudadanos de reclamar sus derechos?

R.- Actualmente en Galicia vivimos el problema causado por la comercialización de productos financieros complejos como son las participaciones preferentes. Son una realidad las trabas que suponen las tasas judiciales para que ciudadanos, engañados en su buena fe, puedan recuperar sus ahorros, lo que está llevando a algunos a aceptar quitas sin posibilidad de acudir a la vía judicial. Las tasas, con una cuantía más moderada, pueden ser aceptables pero sólo si se impusiese su devengo al litigante condenado en costas y no a quien, con toda la razón, impetra el auxilio judicial, y puede verse luego imposibilitado a su recobro por la insolvencia del condenado.

Muy personal

Paulino Pérez Riveiro nació en A Coruña el 3 de Octubre de 1964. Vivió allí muchos años y estudió Derecho en Santiago de Compostela, aunque se declara de la Costa da Morte, donde trabaja y vive con su esposa y un hijo adolescente, desde hace más de 20 años. Siente una gran admiración por la labor doctrinal y jurisprudencial del recientemente jubilado magistrado de la Sala Primera del Tribunal Supremo Jesús Corbal, también natural de la Costa da Morte y referente para él de un vida dedicada al estudio y exégesis del derecho civil.

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