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Exposición 11 vidas 11 maletas - Suleika ©Ignacio Gil / Framework

Suleika

Somalia

Para que sus hijos no fueran niños soldado

Vidas_07-00

Tener 13, 14 o 15 años puede ser muy peligroso en Somalia. Suleika sabía que muchos chicos de la edad de sus cuatro hijos mayores eran capturados por las milicias y obligados a combatir en uno de los muchos conflictos armados internos que se suceden en ese país. Muchos morían.

Hasta que el miedo dirigió su vida, vivía con sus seis hijos en Mogadiscio, donde daba clase de inglés en un colegio de primaria.

Suleika, Somalia

Pero una nueva guerra, o quizá la misma guerra eterna, y las matanzas diarias, la decidieron, después de un año de darle vueltas, a mandar a sus cuatro hijos adolescentes a Kenia con un conductor de camión. Era 2004. Les dijo que, si conseguían llegar, pidieran protección a Acnur y explicaran que corrían el riesgo de convertirse en niños soldado.

Y llegaron a Kenia y después a España, donde vivía una hermana de Suleika.

Tiempo después, también ella salió de Somalia con sus otros hijos, de cuatro, seis y ocho años. Vivieron en un campo de refugiados en la frontera y hasta allí viajó su hermana para traérselos a España.

Ese día de 2006, recuerda, los ocho lloraron mucho. Por estar de nuevo juntos, por estar vivos.

Diez años después, con su estatus de refugiada, vive con cinco de sus hijos. Los pequeños estudian y los mayores buscan trabajo. A ellos también les pilló la crisis, claro. Otra de sus hijas está casada con un español y tiene dos niños que a Suleika la llenan de esperanza.
“Aquí no hay nadie que te ataque con una bomba, nos han salvado la vida, pero nos ha costado muchísimo adaptarnos. Quiero ver a mis hijos con una vida mejor que la que yo he tenido. Y no entiendo que se cierren las fronteras. Nadie arriesga su vida en el mar si no huye de un peligro grande. El mundo debe abrir las puertas y el corazón para ellos”, dice.

maleta-suleika

La mirada de un niño - CEA(R)

®Rocío Vila

 

YO ACUSO: NATALIA SANCHA

Los textos “Yo acuso” han sido solicitados por el Consejo General de la Abogacía Española y se han asignado aleatoriamente

Natalia Sancha

Huir de una guerra no es solo un camino que recorrer, sino un proceso transformador. Decenas de miles de mujeres a cargo de sus familias han desafiado al destino huyendo a través de peligrosas rutas, cruzando mares desconocidos o campando durante meses en desvencijados campos de acogida. Muchas de ellas no habían puesto un pie fuera de sus cocinas, casas o poblados. Empujadas por el instinto de protección hacia sus retoños, han hecho de tripas corazón lanzándose en un periplo de miles de kilómetros cargados de desencuentros y superación. En su camino han desafiado tradiciones – como compartir campos o barcazas con hombres-; roles sociales, como negociar su futuro directamente con traficantes, y resuelto una miríada de obstáculos para llegar a buen puerto.

La Suleika que dejó atrás las costas somalíes no es la misma que arribó a España. La gran mayoría de refugiados añoran regresar un día a su país en paz, y cuando lo hagan, habrán de transformar profundamente sus sociedades de origen.

Natalia Sancha, periodista freelance

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