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PILAR ALEJOS MARTINEZ 

Años al servicio del bufete y aquella era la primera vez que se sentía asustado. Había trabajado en miles de demandas, recursos y acuerdos, sin cometer un error. Sabía que los perpetrados los últimos días eran un claro síntoma de que algo extraño le pasaba. Intentó ocultar su problema trabajando en equipo con normalidad, mano a mano, en la defensa de los clientes ante los juzgados. Pronto se celebraría la reunión anual de socios, donde solían debatir los problemas y tomar decisiones sobre altas y bajas. Si se enteraban de su situación, estaba perdido.

Cuando empezaron a faltar letras en los documentos, le echó la culpa al teclado. Pero no tuvo excusa el día que descubrieron que, en lugar de cobrar el importe de la factura de un cliente, había realizado una donación.

La sentencia que dictaron fue inapelable. Alegaron que sufría de obsolescencia antes de desconectarlo de la red.

 

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