Imagen de perfilMUTIS POR EL FORO

Amparo Martínez Alonso 

Todos coincidían en que el niño tenía madera de jurista, como el abuelo Saúl. Observarlo jugar —cumpliendo las reglas y mediando en discusiones o peleas— confirmaba esas dotes heredadas. Sabía escuchar y explicarse, respetaba las normas y aprendía deprisa. ¡Sería un gran abogado!… Hoy, aquellos recuerdos infantiles le parecen ajenos, casi irreales. Acurrucado en el refugio, ya no mira con intención de analizar, evaluar, valorar o peritar la situación, como hiciera las primeras semanas. “¿Cuánto tiempo aguantaremos, rabí?”. Ahora, el miedo, el silencio, el ahorro de agua y comida han esquilmado los ánimos del grupo. Cierra los ojos: el jurado atiende, comienza su alegato, con la ley en la mano, brillante, caso ganado, inocentes. Entonces, una fugaz sonrisa recompone su rostro: “¡Somos inocentes. La razón y la ley nos amparan!”… Excepto, cuando la sinrazón campa a sus anchas, la justicia se atrinchera y la ley hace mutis por el foro.

 

+3

 

Queremos saber tu opinión