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Carta del editor
Feliz Año Nuevo
(si nos dejan)
No es fácil hablar de buenos deseos al cerrar
el año porque el balance de estos doce meses tie-
ne más sombras que luces aunque, bien es cier-
to que, al menos en lo que se refiere a la Justicia,
termina con más esperanzas de las que teníamos
a principios de año. Esperanzas que tienen que
convertirse en hechos reales para que dejen de ser
expectativas. El cambio de ministro de Justicia y
las promesas de diálogo del nuevo titular del Mi-
nisterio –promesas que se están cumpliendo- nos
dicen que, al menos, las protestas de la Abogacía
y de todos los operadores jurídicos durante mu-
cho, demasiado tiempo, pueden servir finalmente
para dos cosas: para que muchos proyectos que
iban a deteriorar aún más la Justicia española no
se lleven a cabo y para que podamos corregir otras
situaciones que han causado un grave daño a la
propia Justicia y, sobre todo, a los derechos de los
ciudadanos. La situación de los derechos humanos en Espa-
ña ha empeorado en estos doce últimos meses,
como se puso de relieve en la Conferencia Anual
de la Abogacía de la que damos cuenta en este
número. La Abogacía ha defendido durante este
año los derechos de las personas y ha denuncia-
do la corrupción en ámbitos que deberían ser
ejemplares; las violaciones que se han producido
respecto de los inmigrantes sin asistencia sani-
taria; las concertinas con que se encuentran los
inmigrantes en Melilla y las mal llamadas “devo-
luciones en caliente”; la necesidad de que las víc-
timas de violencia de género cuenten de manera
preceptiva con un abogado antes de interponer
la denuncia; los desahucios que siguen dejando
sin hogar a miles de ciudadanos y que desde los
Colegios de Abogados hemos tratados de paliar
con la creación de Oficinas de Intermediación Hi-
potecaria; el trato a los menores inmigrantes no
acompañados; los límites a los derechos de las
personas con discapacidad; las trabas, por unas
tasas injustas y desproporcionadas, para el acceso
a la Justicia o para ejercer el legítimo derecho a la
defensa de muchos ciudadanos… La Abogacía lo
ha denunciado y, en todos los casos en que era po-
sible, ha actuado a través de su Consejo General,
de los Consejos Autonómicos, de los 83 Colegios
de Abogados, contando asimismo con la colabo-
ración de su Fundación, para ofrecer o buscar so-
luciones. La Abogacía es la voz de los que tienen derechos
y pueden defenderlos legítimamente. De los que
tienen derechos, pero no tienen medios y acceden
a la Justicia Gratuita. De los que tienen derechos y
no pueden defenderlos porque no pueden pagar
las tasas. Y, si me lo permiten, de muchos cuya voz
ni siquiera es escuchada por la sociedad o por los
poderes públicos.
El panorama, como he dicho, tiene luces y som-
bras. El proyecto de Ley de Seguridad Ciudadana
plantea graves objeciones por cuanto no sólo per-
mite usar el ADN de un ciudadano sin el consejo
de un abogado, sino que permite interferir las co-
municaciones personales –el correo, los teléfonos,
las redes sociales, etc.- o hacer grabaciones sin
autorización judicial previa. Además, impone mul-
tas desorbitadas, quita garantías, convierte al Go-
bierno y a la Administración en juez y parte. Más
aún, no acaba con las devoluciones irregulares e
ilegales en fronteras, legalizando una actuación
que no respeta los derechos de los seres humanos
ni garantiza su derecho de defensa.
Hay más cosas, como la Ley de Asistencia Jurídica
Gratuita, todavía en un limbo del que no sabemos
cómo va a salir. Y la amenaza inútil e innecesaria
de la Ley de Colegios Profesionales. Y la necesaria
derogación o modificación sustancial de la nefas-
ta Ley de Tasas. Hay diálogo, sí; hay también espe-
ranzas con cierto fundamento.
Pero ni vamos a parar la lucha ni vamos a cejar en
el empeño de que la Justicia funcione con eficien-
cia al servicio de los ciudadanos y no en su contra.
Lo dicho, Feliz Año Nuevo… si nos dejan.. l
Diciembre 2014_Abogados_3