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En el libro le parecen estupendos todos los aboga-
dos en general. ¿Prefiere tenerlos contentos por si
los necesita?
Mi experiencia con ellos ha sido siempre buena, excep-
to con un señor llamado Emilio Rodríguez Menéndez,
al que demandé por difamación, porque no le gustó
algo que publiqué sobre él. Este señor merecería mu-
chos otros calificativos antes del de abogado. Admiro al
letrado que se atrevió a defenderme. Y ganamos.
ENTREVISTA ¿Los abogados tienden más a disciplinados o a le-
vantiscos? Hay fases muy diferentes. Era muy duro ser abogado,
abogado demócrata, a la salida de la Guerra Civil. Era
ser un héroe. Los defensores de los pobres encausados
por delitos políticos eran militares, y ay de ellos si se
excedían en el celo hacia sus defendidos. Luego viene
una etapa en la que vamos progresando, con los Co-
legios de Abogados, los primeros congresos. Y logran
tener unas elecciones medianamente democráticas. Eso
llega hasta 1970, y la Abogacía en general rompe con el
Régimen. A partir de entonces los abogados partidarios
del Régimen son minoría.
¿Han sido más o menos protagonistas que los po-
líticos? Es que los abogados son políticos, en su mayoría. Sólo
hay dos personas que no eran abogados y han tenido
un protagonismo político en la Transición y en el ca-
mino hacia la democracia: Abril Martorell y Alfonso
Guerra. La historia la han hecho los abogados.
FERNANDO JÁUREGUI
Publica el libro “Los
abogados que cambiaron
España”. Confiesa que
tuvo afición a la toga,
pero que se le curó
cuando se dio cuenta de
que lo que le gustaba
era el periodismo
“Prácticamente todos los hombres
que hicieron las leyes de la
Transición eran juristas y abogados.
Y en el Siglo de Oro. La historia la
han hecho los abogados”
Texto_Por Karmentxu Marín
Fotografía_Alberto Carrasco
74 _ Abogacía Española _ Mayo 2019
Eso sin exagerar, ¿no?
Todos los presidentes del Gobierno, menos Calvo Sote-
lo y Pedro Sánchez, han sido abogados. Prácticamente
todos los hombres que hicieron las leyes de la Transi-
ción eran juristas y abogados. Y en el Siglo de Oro, en
los siglos XVIII y XIX. Las calles de Madrid están llenas
de nombres de abogados históricos. Han jugado un pa-
pel muy importante, para bien y a veces para mal.
¿Qué parte de la maldición gitana “Pleitos tengas y
los ganes” les afecta?
El abogado es el que nunca pierde en los pleitos. Nunca
pierde siempre que no le deje de pagar el cliente. Pero
gane o pierda su cliente, el abogado gana. La maldición
gitana a quien condiciona es al pobre cliente.
¿Siguen los letrados teniendo hoy el papel de hace
unos años?
Están, como toda la sociedad, en transformación rapi-
dísima. Ahora estudias Derecho y tienes que ser espe-
cialista en informática, en derecho financiero o en ro-
bótica para poder afrontar ciertos casos. Los abogados
son imprescindibles, para bien o para mal.
Está claro que usted se quiere cubrir las espaldas.
¿Tiene algo que ocultar?
Yo en este momento la verdad es que no necesito un
abogado. Lo único que necesito es vender mi libro a los
abogados. Para eso sí que necesito abogados. Muchos
abogados. l