Imagen de perfilLa niebla y el viento

Juan José Castillo Peñarrocha 

Súbitamente, de forma inesperada, aunque anunciada, una densa niebla transformó los brillantes colores del soleado país en los amarillentos tonos de un viejo daguerrotipo.
En un pertinaz intento, aquella penumbra pretendió hacer olvidar a la ciudadanía el amor a los espacios abiertos, a los horizontes, a los altos montes intentando la caricia con el cielo.
Cuarenta años de tiniebla, de conmemoración de la ausencia tras cada aniversario. De derechos negados, silenciados.
Fruto de tanto anhelo, súbitamente también, un fuerte viento otoñal levantó la espesa niebla y dejó al descubierto aquellas vivas tonalidades que ornamentaron las infancias de tantos seres humanos ya envejecidos.
Conmemórese ese lejano día de diciembre como jornada de profunda alegría y alborozo; como aquel, en que todos los ciudadanos de un pequeño país volvieron a saberse iguales ante la Ley. Hónrese a aquellos que, enfrentando al olvido, hicieron posible una Constitución que devolvió al pueblo sus derechos.

 

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4 comentarios

    1. «La niebla y el viento» es un intento desesperado de ver publicado uno de mis relatos en la presente edición. He debido pasarme de frenada porque uno a uno, mes a mes, han venido siendo descartados cada uno de ellos. Y eso que más de uno intentaba emular tu sentido del humor, que admiro.
      Te agradezco mucho tu valoración.
      Vinculo personalmente aquel viento otoñal con mis veintitrés años. Tiempo de anhelo, de amplios horizontes.
      Muchas gracias, Angel. Que sepas que cotidianamente vienes contando con mi voto.
      Nos vemos en linea de salida.

       
    1. Gracias Manuel, por esa forma tan hermosa de calificar mi relato.
      Efectivamente ies un intento de manifestar un logro esperanzado frente al espanto de Atocha y tantos otros espantos anteriores que nunca volverán a repetirse. Porque no hay vuelta atrás.
      Enhorabuena por tu magnífico y comprometido relato.
      Mucha suerte con el Jurado.