Imagen de perfilENTRE USTED Y YO

Eloisa Manzano Holguín 

No sé cómo interpretará la amable sonrisa que le dedico en el juzgado. Siendo yo la encausada y usted el abogado de la acusación, pensará que estoy loca. Imagino su gesto al descubrir este papel en el bolsillo: ceja enarcada y mirada ávida de respuestas. Me recuerda tanto a él… Tuvimos nuestra última conversación en la cocina. Se despidió con un beso. Jamás regresó.

Mi trabajo en la unidad de trasplantes me persuadió de no dejar a su corazón sin dueño. No me ayudó a gestionar la soledad; pero fue el recurso más eficiente para contestar a mi urgente pregunta: “¿Dónde?”. Quebranté las normas. Mentí. Fui descubierta, acusada. Me condenarán. Y no me importa. Ahora sé dónde está.

Haga su trabajo. No se ablande con tribulaciones ajenas. Siempre tendrá mi sonrisa. Y cuando acaricie con esperanza la cicatriz de su pecho, avivará el último hálito de la madre que fui.

 

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