Imagen de perfilMETAFÓRICAMENTE LITERAL

Margarita del Brezo 

En el Colegio de Abogados montamos un equipo de fútbol, y entre partidos, entrenamientos y reuniones tácticas en el bar, los días pasaban deliciosamente. Hasta que mi mujer me denunció por deslealtad. Fue una vista rápida. Solo me dio tiempo a declarar que no había intención de engaño en mi actitud, únicamente amor al deporte, a nadie más, por lo que el juez, compañero a fin de cuentas, me impuso una condena leve, o eso pensaba yo, y me fui tan feliz. Sin embargo, jugar esa tarde fue horroroso, y eso que los compañeros me perdonaron que fallase varias ocasiones claras de gol. Además, siguiendo los consejos del portero, experto en derecho de familia, había echado crema y mojado con agua los tacones de mi mujer para que se ajustasen mejor a mis pies grandes, pero ni por esas. Ponerme en sus zapatos está resultando ser una auténtica tortura.

 

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26 comentarios

  • Hola amiga. Tu pequeño-gran relato me está resultando una auténtica tortura, porque no se si es lo metafórico o lo literal lo que pesa más («ponerme en sus zapatos…»). Además se nota que sabes mucho de fútbol, porque es verdad que las mejores tácticas se hablan en el bar. No es el primer relato en que al final o de pasada te entretienes con los «productos destilados tonificadores del ánimo». Suerte.

     
    1. Pues vas a tener razón,Ángel, y tanta «tonificación» va a terminar por pasarme factura, de momento bebo gratis, pero los amigos empiezan a poner caras de fastidio.
      En cuanto a lo del fútbol, estás equivocado. Y ahora que se ha ido Zidane, ni siquiera veré los resúmenes del telediario. ¡¿No se puede hacer nada para que vuelva?! Bueno, que me pierdo. A lo importante: me da a mí que a ti no te tienen que sentar nada mal unos «Manolos» (aunque yo soy más de «Pepes»), ¿has probado?

       
    1. Hola, Towanda.
      A veces es más fácil meterse en unos zapatos seis números más pequeños y echar a correr que ponerse en los zapatos de otro. Y si no pregúntale a mi abogado, que «corre que se las pela».
      Siento mucho no verte jugar esta ronda, pero incluso los más grandes tienen derecho a descansar. Y por eso, por tu descanso, agradezco aún más tus palabras de aliento y tu abrazo.
      Eso sí, no te empeñes que de princesa no paso.
      Un abrazo estival.

       
    1. Si me das a elegir, prefiero que te rías, Amparo, que los lloros metafóricos son muy retóricos, alegóricos y esdrújulos. Y de los tacones, casi ni me acuerdo porque hace tanto que no juego al fútbol… ;- ) Pero estoy segura de que si nos ponemos, metemos un gol, o dos, por toda la escuadra.
      Un beso veraniego

       
  • Margarita… me has despertado una sonrisa con tu relato futbolero-taconero… uyyy… qué dolor el pobrecito prota corriendo con tacones por ahí, ja, jaaaa…

    Muy bien relacionada la jerga futbolística con la leguleya… gran ejercicio el tuyo!

    Te deseo mucha suerte y te mando un gran goooolto… digo, voto!!!
    Un fuerte abrazo
    Marta

     
    1. Lo que es una suerte es tener tus entusiastas comentarios a pie de página. Ni zapatos, ni chanclas, «ni ná», tu alegría es la mejor compañía para el camino. Así que, sin ánimo de que esto parezca el peloteo de un partido de tenis, las gracias te las tengo que dar yo a ti. Así que… ¡muchísimas gracias!

       
  • Enhorabuena campeona. Por fin se reconocen tus méritos. Ingenio, situaciones corrientes (los hombres juegan al fútbol; las mujeres se ponen tacones…) que debidamente trastocadas se convierten en chocantes y cómicas. Estilo directo y trasfondo que deja en evidencia la frágil naturaleza humana. Dejé escrita por la sección de noticias de esta web mi felicitación, que reitero.

     
    1. ¡Hola, Ángel! :-) Espero que más que «por fin», esto sea tan solo el principio.
      Me cuesta, me cuesta mucho hilar una historia de abogados y eso se nota. Y más todavía me cuesta dejar de lado las ironías y las locuras transitorias y por eso tengo un montón de relatos no publicados. Pero bueno, aquí está. Brindo contigo (Por cierto, con mi historia del mes de agosto te había hecho un guiño con «los brebajes tonificadores del ánimo», pero no me han seleccionado así que tendremos que esperar a septiembre para tomarnos algo).
      Ah, y mil gracias.

       
  • Enhorabuena, Margarita. Muy merecido. Y ya tocaba. Ahora falta que se lleve el premio Ángel, para que en la final estén casi todos los que tienen que estar. “Todos los chicos (y chicas) juntos”, como creo que decían en Grease.
    Es curioso que los ingleses digan eso de ponerse en los zapatos de otro, cuando nosotros preferíamos eso más castizo de ponerse en el pellejo del otro. Puestos a empatizar, parece que encarnarnos o empellejarnos en otro es el summum, no?
    Mucha suerte en la final, excelente microrrelatista y excelsa greguerista (o tuitera).
    Un beso.

     
    1. Hola, Manuel.
      He tenido que ir al «Histórico» porque estaba convencido de que Ángel era el ganador de uno de los meses (iba a decir que estaba en lo más alto, pero de eso no hay duda, ni para mí ni parece que para ti tampoco). Y tú no estás. «También». ¡El mundo al revés!
      Hay gustos para todo, que no para todos; eso ya lo aprendí hace tiempo, aunque a veces no me parezcan justas las sentencias. Y hasta aquí mis «conocimientos justicieros» que por estos lares hay mucho sabio, docto y acreditado conocedor de la materia como para meterme yo en algún charco y, encima, salpicar.
      Ponerse en el pellejo del otro es mucho más castizo, o más español, sí, pero también más ¿aparatoso, indisimulado, sucio, cruento, repelente? – ¿será por eso que lo hacemos tan poco? -, y corría el riesgo de que la historia resultante fuese de zombis, o zumbada, y alejarme de la pretensión que pretendía. Pero, contestando a tu pregunta, sí, si nos empellejáramos más y nos emperifolláramos algo menos, sería el «sursuncorda».
      Para terminar, que me pongo muy pesada, tus excepcionales adjetivos dirigidos a mi persona son, son… la releche, ¡gracias!
      Un beso estival

       
  • Queridísima Margarita,
    Ya era hora de que tus letras estuviesen en el paseo de la estrellas, o de las mismas reinonas.
    Enhorabuena, por este micro con el que te coronas de laureles. Me dio una gran alegría playera cuando pude ver que eras ganadora. Un orgullo ser tu amiga.
    Estos besos te van todos a la cara espurreados con confettis. Enhorabuena y muchísimas felicidades. Oé oé oé.

    (lo he escrito por otro lado, pero ahora no lo encuentro, así que me repito por aquí porque estoy contentísima).

     
    1. Ja, ja, ja, Towanda. Estaba aquí, tomándome un descanso a tragos cortos y espaciosos después de ordenar un armario (¿qué mejor cosa se puede hacer la tarde del último domingo de agosto?) y me encuentro con tu mensaje. Y acabo de decidir que aquí me quedo, a saborearlo y a disfrutar de tus besos espurreados con confeti. ¡Oye, todo un invento, eh! Ya terminaré de limpiar mañana. Que nada estropee este momento.
      Besos, Reinonona.