Imagen de perfilEl caso de la señora Nobody

Ander Balzategi Juldain 

Comenzó a dejar de ser él cuando se dio cuenta de que había desaparecido de la orla de su promoción. No se encontraba entre las fotos. No podía creerlo. Trató de ubicarse buscando su nombre en un albarán, algo que lo vinculase a aquel bufete, pero ni rastro. Se miró la mano, tampoco llevaba el anillo nupcial. Me llamo Fermín Valera, estoy casado y tengo un caso, se reafirmó, debo abogar por la Señora Nobody. Pero sentía como si su existencia se estuviese desvaneciendo. En el juzgado, el juez no dejaba de censurar su presencia con gesto bronco e idioma ininteligible. Terminaron sacándolo a patadas. Y ni siquiera dio con la señora Nobody. Tras quedarse dormido en un banco se despertó sudando, no había preparado el examen de derecho procesal y sabía que de esa prueba iba a depender tanto su licenciatura como la futura existencia de Fermín Valera.

 

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