Imagen de perfilREGALO INESPERADO

Francisco Reyes Minagorre 

He de confesar que me quedé de piedra cuando mi novio me regaló por mi treinta cumpleaños la inscripción al “Congreso Nacional de la Abogacía”. “Pero este hombre no se ha dado cuenta que estoy obsesionada con los folletos turísticos de Punta Cana, que no paro de ver bikinis y que mato por una pulsera todo incluido” pensaba internamente mientras le daba las gracias. Afortunadamente, después de una auto-terapia intensa, de repasar mis libros de Rafael Santandreu y de muchos kleenex, comprendí que Punta Cana sólo me aseguraba un bronceado perecedero y, por el contrario, la asistencia al Congreso era una estupenda inversión de futuro. Tener la oportunidad de conocer de primera mano la nueva abogacía transformadora con sus innovaciones era, sin duda, un regalo lleno de amor y más aun cuando mi chico también se inscribió como acompañante y reservó la suite imperial “¡con jacuzzi!».

 

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