Imagen de perfilVOLUNTARIADO JURÍDICO

Laura Pérez-Morala 

Avistó la costa desde su patera y su sangre fluyó de nuevo, la sed le abrasaba. Exhausto logró llegar hasta las dunas, donde a resguardo del viento intento conciliar el sueño. Se despertó confuso, con la camisa empapada, oyendo otras lenguas, con una botella de agua pegada al cuerpo. Contento de estar a salvo, repasó en francés los consejos de urgencia.

Le preguntaron de dónde era. Sabía que hablar poco era la sabia respuesta. Le dieron un pasaje de avión, bocadillos y unos euros. Con la frente pegada a la ventanilla pensó en su gente. Al aterrizar rompió a llorar. En una OENG le presentaron al abogado que, desinteresadamente, se encargaba de las gestiones y pleitos de esa comunidad. El letrado le ofreció también su propio despacho. Le entregaron ropa y un kit de aseo, se puso una chaqueta que le quedaba holgada y, pletórico, se echó a la calle.

 

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