18 junio 2019

Las últimas cartas manuscritas

Una de las realidades más habituales para letradas y letrados del SOAJ es que las personas privadas de libertad contacten contigo a través de carta, las más veces, manuscritas.

Esas cartas son de diversa índole y contenido.

Las hay en forma de solicitud jurídica, la mayoría para tramitación de alegaciones en recursos para la concesión de permisos de salida; otras, porque al ser trasladado/a de Centro su ropa no llega, o porque no pueden preparar la estrategia de defensa con el o la abogado/a de oficio; las hay por abonos de preventiva; o remiten documentación para una acumulación jurídica de condena que algún compañero o tú misma estás tramitando…

Pero otras tantas remitidas, son por pura necesidad de comunicación y atención humana.

En esas cartas, los internos e internas, desnudan su alma.

A veces, hablan a lo largo de folios y folios de su día a día; otras veces, de algo que les ha ocurrido en prisión y necesitan contarte; otras, de sus miedos, de su arrepentimiento por no haber aprovechado la vida de otra forma; otras veces,  son filósofos y filósofas que te escriben por puro placer de escribir, alguno o alguna compone poemas… hay quien canta y te lo escribe.

Gustan de dichos y refranes, te los incluyen en el sobre junto con un dibujo, otros/as te transmiten que abrazaron la religión.

Te cuentan que estudian, o que con paciencia y buen humor soportan a su compañero de “chabolo”.

También se preocupan por ti y te piden que te cuides y que si puedes, les escribas o vayas a verles. Las menos, vierten en ellas toda su rabia, desesperación y enfado.

Ante toda carta, como letradas y letrados del SOAJP, hemos de interpretar qué necesidad podemos cubrir o gestionar para que se cubra, incluso en ocasiones hacer que se visibilicen determinados problemas de fondo que han motivado algunas cartas.

Cierto es, que a muchas, hemos podido darle solución jurídica pero también otras, simplemente, fueron escritas para hacer sentir empatía, tristeza, alegría, respeto, a veces, angustia y miedo, en la medida en la que nos lo estaba transmitiendo la propia carta, o incluso la letra misma. Así, a lo largo de todos estos años, hemos acompañado en ese purgatorio del espíritu a las personas que se dirigían a nosotros como única esperanza. Nos hemos abrazado y llorado de alegría cuando se han conseguido logros y metas, y también hemos sufrido largas noches de insomnio y preocupación en busca de soluciones. Emociones, muchas, vividas mediante carta cuando no podíamos estar en persona o comunicar por teléfono.

Responder a estas misivas es una responsabilidad que ha de asumirse con prudencia y templanza, con comprensión humana, con sensibilidad y respeto, pero sin olvidar que también y sobre todo, somos juristas y obligados/as por tanto a procurar solventar en forma jurídica y a la vez siempre humanitaria. Difícil, ¿verdad?

Hemos de estar siempre alerta, descubrir posibles llamadas de auxilio ante ideas suicidas, trastornos mentales no tratados e incluso no diagnosticados, posibles malos tratos u otras vulneraciones de derechos fundamentales, carencia de atención médica… tantas y tantas carencias…

Tampoco se trata de ver fantasmas por todas partes, pero lo cierto es que mediante “unas letras” se transmiten a veces, casi sin querer, determinadas situaciones graves que solo nosotros podemos hacer visibles y accionar fórmulas de solución.

Os animo desde aquí a seguir usando la carta, este vehículo de contacto personal, que el mundo casi ha olvidado, pero tan IMPRESCINDIBLE para la persona presa.

Carmen García Rivero. Abogada Coordinadora del SOAJP de Sevilla. Vocal de la Subcomisión de Derecho Penitenciario del Consejo General de la Abogacía Española

 

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