15 febrero 2019

El libre mercado y la abogacía

Las relaciones internacionales están tradicionalmente muy marcadas por los intereses comerciales de los pueblos, más allá de sus tierras originarias, tal y como los fenicios demostraron con la fundación de Cádiz. El siglo XXI ha arrancado con un nivel de interrelación nunca antes conocido, ya que a nivel comercial predomina el libre mercado, pero las relaciones internacionales han sobrepasado lo meramente político o comercial, para influir en el área social, cultural o de la comunicación entre otras, siendo el sector jurídico transversal a todas ellas.

La abogacía tiene en este nuevo escenario internacional una gran oportunidad, pues ya no son solo los Estados, o las organizaciones internacionales, sus únicos protagonistas, sino que se abren nuevos y variados horizontes de negocio. La creciente internacionalización de nuestros abogados y sus despachos, mediante alianzas, establecimiento de filiales o de otros medios de colaboración ponen de manifiesto nuestra sensibilización acerca de las oportunidades de un mundo global de las comunicaciones y la información.

En este sentido, la Unión Europea crea para la abogacía un marco más abierto en el que llevar a cabo el ejercicio de su profesión, se trata del mercado único formado por más de 500 millones de personas con un elevado nivel profesional y económico. Gracias a este mercado único, la Unión lleva años tejiendo una ambiciosa red de acuerdos con los principales socios de Europa, que ven en dicho mercado una gran oportunidad para introducir sus bienes y servicios. Estos acuerdos comenzaron teniendo un cariz principalmente comercial, pero en la última década se han convertido en uno de los grandes instrumentos de relaciones internacionales de la UE y de sus Estados miembros.

Los Acuerdos de Asociación y de Libre Comercio firmados a lo largo de estos años han permitido abrir nuevos mercados de bienes y servicios para todos los ciudadanos de la UE, pero han ido más allá estableciendo nuevos escenarios y posibilidades de inversiones, cooperación política, en derechos humanos o en cooperación para el desarrollo. Para garantizar el pleno y eficaz aprovechamiento de éstos, la abogacía ha de desempeñar un rol fundamental a partir del cual, sin lugar a dudas, surgirán nuevas oportunidades y posibilidades para nuestros profesionales, más allá de sus Estados de origen.

El desarrollo de estos nuevos pilares en los que se asientan los acuerdos europeos exigen la labor de la abogacía para garantizar la seguridad jurídica de las relaciones entre ambas partes y el mayor aprovechamiento de los ciudadanos. Si bien puede estar clara la oportunidad de negocio que tiene la abogacía en el acompañamiento de las inversiones y de los intercambios de bienes y servicios, en los demás pilares puede ser más difusa.

El asesoramiento jurídico de inversores, importadores y exportadores, así como el conocimiento jurídico detallado de los mercados en los que se va a operar son piezas claves en el éxito de todo intercambio económico y financiero. Los abogados que dominen la parte comercial de los acuerdos, el funcionamiento del mercado interior europeo y que puedan tener acceso y conocimiento sobre los terceros mercados. Sin ir más lejos, la reciente entrada en vigor el pasado mes de enero del Acuerdo entre la UE y Japón pone a disposición de todos los ciudadanos de la Unión una zona de libre mercado de más de 635 millones de habitantes, cubriendo un tercio del producto interior bruto mundial.

Estos instrumentos favorecen el creciente recurso al arbitraje internacional en el sector privado, dado el aumento de operaciones internacionales de las personas jurídicas y físicas. La necesidad de cortes y árbitros con altas cualidades profesionales abren un área vital para las relaciones económicas, financieras y comerciales a la abogacía, dado su nivel de especialización jurídica. La aportación de los abogados no descansa solo en el arbitraje, como árbitro o abogado, sino también en la propia redacción de los contratos que dan inicio a las relaciones, incluyendo la adecuada cláusula arbitral. Además, la reciente aparición de las entidades con capacidad de financiar litigios amplía aún más las nuevas posibilidades que tiene el ejercicio de la abogacía para permitir su adecuada utilización.

Además, la abogacía puede ejercer una función fundamental en la apertura de mercados complejos por las grandes diferencias con la Unión o, simplemente, porque aunque cuenten con Acuerdos de facilitación comercial con la UE, sufren sanciones por parte de otros países. Este es el caso de Irán o Cuba, en los que la práctica jurídica de un abogado puede favorecer a evitar los menoscabos que las sanciones económicas de terceros Estados pueden acarrear a los intereses de nuestros clientes. Por lo tanto, el papel de la abogacía es clave para garantizar toda relación de carácter económico, financiero y comercial desde la fase inicial de negociaciones hasta su finalización por cumplimiento o no de lo acordado-

El rol de la abogacía y sus oportunidades en materia comercial dentro del marco favorable que establecen los acuerdos de la UE con terceros países resulta una ventaja para fortalecer la posición de nuestro sector económico. No obstante, la labor de una abogacía cualificada y experimentada al ejercer su función en el Estado de Derecho es también vital para favorecer el cumplimiento de estos Acuerdos.

La cooperación al desarrollo debe llevarse a cabo siempre en un marco garantista que asegure sus objetivos con la mayor eficacia posible. Para ello, la labor de la abogacía como experto conocedor del marco jurídico necesario y del instrumento jurídico adecuado para ejecutar los proyectos de cooperación es muy importante. Además, su aportación en el seguimiento, control y evaluación de dichos proyectos de cooperación puede ser muy útil para la continua mejora de esta cooperación y que verdaderamente suponga un desarrollo para las áreas en las que se lleve a cabo.

Función similar puede desarrollar la abogacía en materia política, favoreciendo un marco de seguridad, estabilidad y mediación que facilite los acuerdos y el buen entendimiento de las partes.

En este sentido, la Abogacía española apoya a todos nuestros Colegios, abogadas y abogados en su búsqueda de oportunidades en nuevos escenarios y áreas y está comprometida a acompañarlos en su recorrido hacia la internacionalización y mejor aprovechamiento del marco e instrumentos que la Unión Europea nos brinda como miembros.

 

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