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Mikel Aboitiz 

En las noches en que la luna menguante luce como una rebanada fresca de melón, pasan por casa de Adelaida el jurista, el médico, algún torerillo desconfiado y todo aquel dispuesto a dejarse adivinar el futuro. Directa, sin ningún rodeo, Adelaida consulta los astros, lee las leyes del destino en su bola de cristal y aboga por sus clientes para que la desdicha sea esquiva. Pero su verdadera especialidad es inquirir a los hados por la resolución de pleitos administrativos. Adelaida escruta en su tarot los designios de la Ley Reguladora de la Jurisdicción Contencioso Administrativa, los recursos oportunos, los plazos y, hasta la corbata o falda adecuada del abogado para enderezar el destino. Muchos la veneran, otros la temen y vilipendian, pero cuando canta el gallo de la aurora, Adelaida recoge su baraja y se tiende a dormir plácidamente, mientras un nuevo día comienza en la Administración de Justicia.

 

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