Imagen de perfilJuicio interior

Mikel Aboitiz 

El abogado defiende. El fiscal ha de investigar. En la arena de los juzgados se fija la sinuosa linde de la legalidad, esa frontera que cruzo sin papeles.

Soy uno y muchos a la vez. Existo dentro de todos. Corro por sus venas y no siempre termino en los juzgados. Porque también soy lo cotidiano: una mirada envenenada, el no agarrar la mano del que cae, la mentira vestida de piedad. Si bien, en ocasiones me pongo de domingo y me tomo alguna licencia: desfalco un banco o acaricio con demasiada fuerza el cuello de una amante. Me juzgan simultáneamente en Londres, Berlín y Madrid. Todos me quieren entre rejas, cuando habito en ellos mismos, escondido en prisiones de carne y hueso.

Los abogados defienden. Los míos no cobran honorarios. Los fiscales investigan. Los míos cuentan ovejas por las noches y, como vampiros, rehúyen los espejos.

 

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