Imagen de perfilCinco minutos de gloria

Raquel Lozano Calleja 

Tras cuarenta años en la administración, Benito López, vigilante jurado del Juzgado, ha pasado siempre inadvertido. A pesar de su expediente intachable, nadie lo ha felicitado nunca. Ni cuando a la fuerza y sin uso de arma alguna, detuvo al preso que trataba de escapar tras su declaración ante el Juez, ni cuando aquel pobre hombre quiso vengarse del usurero fiador, intentando clavarle el abrecartas del secretario.
Esta noche, una cualquiera de un año bisiesto, es su última noche allí. Nadie lo espera para cenar después, nadie ha preparado una fiesta con palabras de halago y reloj de oro por su jubilación.
Tan sólo el espejo del baño le recordará quien es, tan sólo ese reflejo cuadrado será testigo mudo de la única vez que Benito use la reglamentaria. Quizá mañana sí hablen de él.

 

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