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reportaje_ La mujer en la Justicia: techos de cristal por derribar Texto_Irina Moreno Jiménez-Pajarero Portada del número 57 de la revista abogados 26_Abogados_Febrero 2015 “Todas las cosas son imposibles mientras lo parecen”. Con sentencias como ésta, Concep- ción Arenal desafió las reglas de su tiempo y mar- có un hito en la historia de la mujer en la Justicia. Más de 50 años antes de que en España se permi- tiera a la mujer acceder a la educación superior, una de las grandes humanistas del siglo XIX, deci- dió disfrazarse de hombre para estudiar Derecho. Tras ella, otros nombres como el de Victoria Kent, Clara Campoamor, María Ascensión Chirivella, Concepción Carmen Venero, Josefina Triguero o María Belén del Valle Díaz han sido decisivos. Gra- cias a ellas el mundo de las leyes, dominado tra- dicionalmente por hombres, empezó a escribirse en femenino. Hoy, casi dos siglos después de que Concepción Arenal se convirtiera en la primera mujer universi- taria, las licenciadas en Derecho forman una gran mayoría. Según los últimos datos del Ministerio de Educación, Ciencia y Deporte, en el curso 2012-13 un 65% de los alumnos de Ciencias Sociales y Jurídicas eran fé- minas, cifra muy similar al que recogen las estadísticas en los años anteriores con una presencia claramente superior. “Cada vez más mujeres eligen estudiar Derecho, sacan las mejores notas y en oposiciones como, por ejemplo, Judi- catura o Fiscalía, se presentan masi- vamente con el porcentaje mayor de aprobados, en una proporción de siete de cada diez respecto a los hombres”, afirma Marta del Pozo, profesora de Derecho Procesal en la Universidad de Salamanca especializada en estudios interdisciplinares de género. Esta conclusión, tan alentadora, se desfigura cuando se analiza quiénes ocupan los cargos de responsabilidad en la Justicia. Seis años después de que “Abogados” realizase una extensa radio- grafía de la presencia femenina en el mundo del Derecho, todavía hoy quedan techos de cristal que derribar. En las oposiciones, donde exclusivamen- te se juzgan el mérito y la capacidad, la mujer es predominante, pero la escala se invierte cuando de lo que se trata es de designar altos cargos. “Como en todos los ámbitos profesionales, tenemos una asignatura pendiente: que logremos estar en más puestos de responsabilidad. Hay muchas juristas en la base, pero pocas en la cúspide”, esgrime Vic- toria Ortega, secretaria general del Consejo Gene- ral de la Abogacía Española. A día de hoy, la presencia femenina en puestos de relevancia es mínima. El Ministerio de Justicia sólo ha conocido a una mujer, Margarita Mariscal de Gante, que fue nombrada ministra en 1996 y que estuvo al frente de esta cartera un total de cuatro años. De igual manera, el Tribunal Consti- tucional (TC) únicamente ha contado con una mu- jer en la presidencia, María Emilia Casas, que sin embargo, es la que más ha permanecido al frente de este órgano. El Supremo es otro claro ejemplo: nunca ha estado presidido por una magistrada. La tendencia se repite en los Tribunales Superiores de Justicia (TSJ). Hace seis años, cuando se publicó la primera entrega de “Las mujeres en la Justicia” en esta revista, sólo había una, María Eugenia Ale- gret en el TSJ de Cataluña. Hoy ha cogido el testigo Pilar de la Oliva, presidenta del TSJ de la Comuni- dad Valenciana que representa la única excepción de los 17 TSJ que existen en España. “Los altos cargos se eligen de manera discrecio- nal y además de la tendencia cultural a decantar- se por el género masculino cuando de cargos or-